Cuando el apóstol san Pablo empezó a predicar el evangelio,
este santo que era natural de Corinto y desempeñaba en la misma ciudad el cargo
de tesorero, convencido de las razones con que el apóstol probaba la verdad de
la religión del Crucificado, se convirtió a ella. Hecho discípulo de san
Pablo le siguió á Jerusalén,
y consagrado obispo en aquella ciudad fué enviado a la ciudad de Filippis en
Macedonia. Después de convertidas por su celo multitud de gentes, murió
martirizado a fines del siglo primero. San Pablo hace memoria de
él en su carta a los romanos, y en la segunda á Timoteo.
LA LEYENDA DE ORO (1839).
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