miércoles, 5 de febrero de 2020

NOVENA A SANTA ÁGUEDA. DÍA NOVENO.








COMENZAMOS: 28 de enero.


FINALIZAMOS: 5 de febrero (día de nuestra santa).




VIRGEN Y MÁRTIR, abogada contra los incendios, y protectora de la salud espiritual y corporal de sus verdaderos devotos.





SE COMIENZA CON LA. SEÑAL DE LA CRUZ, EL ACTO DE CONTRICIÓN, Y LA…




Oración primera para todos los días.




GLORIOSA virgen y mártir santa Águeda, que desde tus primeros años consagraste al Esposo celestial todos tus pensamientos, haciéndole una completa entrega de tu corazón para que él fuera el único dueño quien a quien tiernamente amases, sin sufrir jamás que ninguno entrara a dividirlo y menos a dominarlo: yo me gozo de ver que ni la tribulación, ni la angustia, ni el hambre, ni la desnudez, ni el peligro, ni la espada tuvieron fuerza alguna para hacer disminuir en tu generoso pecho aquella divina caridad en que ardías, antes sí superaste en vida y en muerte todas las dificultades que se te presentaron por parte de las criaturas, ya quisieran con halagos o amenazas vencer tu constancia y fidelidad en la piedad y temor de Dios, ya pretendiesen con honores y falsas promesas que faltaras a las que tenías hechas de guardar el depósito de la fe, de practicar las virtudes cristianas y de vivir en perpetua virginidad , y ya por fin emplearan los tormentos inauditos de desgarrar y abrasar tus virginales carnes para que correspondieras a las seducciones de una mujer infame y a los deseos de un tirano Brutal, renunciando a tu vocación de cristiana y a tu profesión de virgen. Mas a todo respondías con celo intrépido y valeroso, que ni en el cielo ni en la tierra reconocías otro señor que el Dios de la gloria, y que a ninguno más doblarías tus rodillas, porque a él solo habías dado tu corazón desde tu infancia. Confiado pues en tus méritos y protección te ruego, Santa mía, me alcances de la Majestad divina que yo guarde mi corazón libre de todo afecto terreno, que mis conversaciones sean puras y santas, y mis pensamientos se fijen siempre en Dios, sin que nada me aparte de él ni en lo próspero ni en lo adverso, ni en salud ni en enfermedad; y que cuando ésta me aquejare, sin rehusar los remedios necesarios, ponga como tú mi confianza en mí Señor Jesucristo, que es el que cura todas las enfermedades y dolencias, y también en ti, para conseguir por tu intercesión la salud de mi alma y de mi cuerpo, y el favor especial que pretendo en esta Novena, si así conviene a mi eterna salvación. Amén.





—Ahora se rezará tres veces el Padre nuestro. Ave María y Gloria Patri en honor de la Santa, y en reverencia del misterio de la Santísima Trinidad, al que tuvo tanta devoción.








DÍA NOVENO (5 de febrero)



Oh admirable virgen y mártir santa Águeda, Cuán cierto es que a los que aman a Dios todas las cosas cooperan en su bien, pues las mismas tribulaciones y persecuciones sirvieron para tu dicha, y encendieron tu corazón en aquella llama divina de la caridad, que no pudo ser apagada por las muchas aguas de la tentación y de la angustia. Animada con esta celestial virtud decías a tu divino esposo: “Tú solo eres mi único dueño, y tú lo serás eternamente. Esposa tuya soy y oveja de tu rebaño. ¡Oh Dios mío, que por un efecto de tu misericordia quisiste tomar bajo tu amorosa protección a esta humilde sierva ya desde su infancia, preservándome del contagioso amor del mundo, arda mi corazón únicamente en el purísimo incendio de tu amor!”. Tal fué el último suspiro de tu vida, nacido del grandísimo amor que ya en ella te unía con tu Dios.


Ruega, virgen amante y fervorosa, al Dios de la caridad la infunda en mi alma, para que amándole mucho me perdone mis muchos y grandes pecados: le pido que nada me aparte como a ti de la práctica de ésta virtud, que es la corona de todas las otras, para que todas revivan en mí, sirviéndole y amándole cada día más y más en salud y en enfermedad, en vida y en muerte, a fin de conseguir de su bondad y por tu intercesión las gracias que necesito y el favor especial que pido en esta Novena, si es para gloria suya y provecho de mi alma. Amén.




—Ahora se pedirá en silencio al Señor por los méritos de la Santa, gracia particular que se desea conseguir en esta Novena y la virtud especial de cada dia, diciendo después todos los días la siguiente…






ORACIÓN FINAL



SEÑOR mío Jesucristo, Rey de los mártires y corona de las vírgenes, que previniste a tu sierva santa Águeda con las bendiciones de tu dulzura y de tu gracia, desde sus primeros años, fortaleciendo con ellas su espíritu para que sujetare su carne al imperio de la razón y de la fe, y dándole valor para que resistiese a todos sus enemigos, pues sobre conservar ilesa su castidad supo cómo virgen prudente adornar su alma con las demás virtudes cristianas, hasta tal punto, que dio su vida por no violar sus votos ni apostatar de la fe: Te suplicó Señor, por su intercesión infundas en mi alma esas mismas gracias, para que así ejemplo cumpla yo como cristiana con las promesas que hice en el santo Bautismo, permaneciendo fiel en todo viviendo y muriendo en el ósculo santo de tu amistad y de tu gracia. También te pido Jesús mío, por los méritos de tu Pasión, por los Dolores de María y por el martirio de santa Águeda, me concedas la gracia particular que solicito en esta Novena, si así conviene a mi eterna salvación. Amén.



GOZOS A LA GLORIOSA VIRGEN Y MÁRTIR SANTA AGUEDA.

 

Resplandeciste en honor,

Águeda, y en la virtud;

Pide por nuestra salud,

Virgen mártir del Señor.

 

Que en Sicilia tú naciste

Es un hecho averiguado;

No está empero averiguado

Si en Palermo la luz viste,

O en Catanía, tu moriste

Por Jesús tu Redentor.

Pide por nuestra salud,

Virgen mártir del Señor.

 

Eran tus padres piadosos

Y también nobles señores

En tus primeros albores

Tus pasos son ya gloriosos,

Pues diste ejemplos hermosos

De virtud y Religión.

Pide por nuestra salud,

Virgen mártir del Señor.

 

Eras en extremo hermosa

Y de agudo entendimiento,

Muy noble de nacimiento,

Rica además y graciosa;

Pero aún eras más piadosa,

Y este título es mejor.

Pide por nuestra salud,

Virgen mártir del Señor.

 

Tu virtud a la verdad

Hízote ya desde luego

Seguir al puro Cordero

En perpetua castidad;

A tu Esposo celestial;

Diste pruebas de tu amor.

Pide por nuestra salud,

Virgen mártir del Señor.

 

La pretensión de tu mano

Y de tu grande hermosura

Miraste como locura

Y como trabajo en vano:

Porque al Dueño soberano

Diste ya tu corazón.

Pide por nuestra salud,

Virgen mártir del Señor.

 

Cuando en Catania vivías,

El gobernador Quinciano

Osó pedirte la mano

Y que a Dios renunciarías,

¡Con qué horror recibirías

Semejante petición!

Pide por nuestra salud,

Virgen mártir del Señor.

 

Encerrada en tu aposento

Pides con gran devoción

No caer en tentación

En tan crítico momento;

Y te ofreciste al tormento

Por medio de esta oración.

 

 

«Dulce Jesús y Dios mío 

«Mi amante y divino Esposo,

«En ti, que eres tan piadoso,

«Humilde espero y confió

«Y al tirano desafío

«Que no robará mi amor.

 

«Tuya soy, tuya seré;

«Defiéndeme de este lobo

«Piérdase de mí vida y todo

«Que yo no te negaré,

«Pues gustosa moriré

«Por tu fe y tu Religión.»

Pide por nuestra salud,

Virgen mártir del Señor.

 

Luego que acabó de orar

Esta virgen animosa,

Se levantó presurosa

Y á Quinciano fué a buscar:

Este la mandó llevar

A un lugar de seducción.

Pide por nuestra salud,

Virgen mártir del Señor.

 

A una mujer perdida,

Afrodosia era llamada,

Fué Santa Águeda entregada

Para que fuera vencida;

Mas antes dará su vida

Que caer en tentación.

Pide por nuestra salud,

Virgen mártir del Señor.

 

Un mes le duró la afrenta

Acompañada de llanto.

¡Quién dijera su quebranto

En semejante tormenta!!!

Pero la historia nos cuenta

Salió de allí con honor.

Pide por nuestra salud,

Virgen mártir del Señor.

 

Dijo Quinciano a la vez

A aquella mujer villana:

«Si esta doncella es cristiana,

«¿Qué esperanza he de tener

«Para poder corromper

«Su constancia y su pudor?»

Pide por nuestra salud,

Virgen mártir del Señor.

 

El tirano enfurecido

Jura por sus dioses falsos

Que dará todos los pasos

Para no quedar vencido,

Águeda ha comparecido

Ante su perseguidor.

Pide por nuestra salud,

Virgen mártir del Señor.

 

Por Quinciano es preguntada

Sobre su familia y hombre,

A lo que pronta responde:

«Yo soy Águeda llamada,

«Y mi familia ignorada

«No es por ti, Gobernador.

«—Pues ¿cómo has llegado a ser

«Una esclava vergonzosa?

«—Ser de Jesucristo esposa

«Es para mí poseer

«(¡Oh si lo pudieras creer!)

«Título de grande honor.

«No adorarás prontamente

Á los dioses inmortales?

«—Tus dioses son infernales,

«Júpiter, precisamente,

«Y Venus, a quien la gente

«Detesta con gran razón.»

El Gobernador se viera

Con tal respuesta irritado;

Y la virgen de contado

Bofetadas recibiera,

Y también se mereciera

Verse en oscura prisión.

Pide por nuestra salud,

Virgen mártir del Señor.

 

Otra voz fuera llamada

Al tribunal de Quinciano,

Y con un acento humano

Es de nuevo premunía la:

«¿Quisieras verle librada

«De toda persecución?

Pide por nuestra salud,

Virgen mártir del Señor.

 

«—Sí por cierto respondió.

«— Pues renuncia a Jesucristo.»

Era por lo tanto visto

Que el monstruo no conoció

Que la virgen resolvió

Morir por su Salvador.

Pide por nuestra salud,

Virgen mártir del Señor.

 

«Dios es mí salud y vida

«Le añadió con amor tierno;

«Él es mi único dueño;

«Mi sangre será vertida

«Antes que veas perdida

«La fe de mi Redentor.»

Pide por nuestra salud,

Virgen mártir del Señor.

 

Siguió a esto la escena.

De tormentos inauditos

Pues los verdugos malditos

Azotan la virgen tierna,

Y se vio la tierra llena

De su sangre con horror.

Pide por nuestra salud,

Virgen mártir del Señor.

 

Sus carnes son desgarrada

Sus huesos descoyuntados

Por los hierros afilados,

Por las planchas abrasadas.

Las gentes se ven pasmadas

De un suplicio tan atroz.

Pide por nuestra salud,

Virgen mártir del Señor.

 

Sus deseos ya frustrados,

Al ver la virgen constante,

Manda el tirano al instante

Sus senos sean cortados.  

Y todos horrorizados

Condenan tan vil acción.

Pide por nuestra salud,

Virgen mártir del Señor.

 

Y la bestia avergonzada

De su rigor y fiereza,

Dispone que con presteza.

La virgen sea ocultada,

Y en la cárcel sepultada

Fenezca en su dolor.

Pide por nuestra salud,

Virgen mártir del Señor.

 

Mas apenas encerrada

En el triste calabozo,

La virgen en alborozo

Por san Pedro es visitada,

Y de repente curada

De sus llagas y pasión.

Pide por nuestra salud,

Virgen mártir del Señor.

 

El tirano, que supiera

Esta curación del mal,

Presentarse al tribunal

Hizo a la santa, y dijera:

«Pronto a mis dioses venera,

«O sufre pena mayor.

«— Como á solo Dios adoro

«Que tierra y cielos hiciera,

«En él solo mi alma espera,

«Y su gracia es la que imploro,

«Más a tus dioses de oro

«Miro con indignación.»

Pide por nuestra salud,

Virgen mártir del Señor.

 

Mucho más enfurecido

Manda el monstruo desnudar

A la Santa, y arrastrar

Sobre el carbón encendido:

Todo el pueblo conmovido

Huye pasmado de horro.

Pide por nuestra salud,

Virgen mártir del Señor.

 

Por un misterioso arcano

Un terremoto resulta,

Y a dos amigos sepulta

Del gobernador Quinciano,

Que son Falcon y Silvano,

Dos hombres de perdición.

Pide por nuestra salud,

Virgen mártir del Señor.

 

Huye el tirano malvado

Y a prisión restituida

Fué santa Águeda en seguida;

De su espíritu humillado

Ruega al Esposo adorado

Con esta pía oración:

 

«Dios eterno y poderoso.

«Que ya en mi primera edad

«Me mostraste tu bondad

«Librándome cariñoso

«De todo amor contagioso,

«Tú serás mi Salvador.

 

«En medio de mis dolores

«Conservaste mi pureza,

«Y para suma vergüenza

«De tantos profanadores

«Me distes fuerzas mayores

«Y grande resolución.

 

«Recibe, Jesús amado,

«A la esposa que te ama,

«Y que por último clama

«Verse en el cielo a tu lado,

«Y ante tu trono elevado

«Vivir siempre de tu amor».

 

Al decir esto espiró,

Y su cuerpo victorioso

Fué sepultado glorioso

En Catania, donde murió,

Y allí mismo recibió

Un culto y veneración.

Pide por nuestra salud,

Virgen mártir del Señor.

 

Y llegando a los oídos

De Quinciano esta noticia,

Pronto espió su malicia,

Pues sus caballos huidos

Entre las aguas metidos

Ahogan al Gobernador.

Pide por nuestra salud,

Virgen mártir del Señor.

 

Muchos milagros se obraron

Por los ruegos de la Santa:

Era la confianza tanta

Que muy muchos la invocaron:

Todos experimentaron

Su piadosa intercesión.

Pide por nuestra salud,

Virgen mártir del Señor.

 

La ciudad en su desvelo

Amenazada del fuego

Tomó del sepulcro luego

De Águeda el sagrado velo,

Y por un favor del cielo

Del Etna extingue el furor.

Pide por nuestra salud,

Virgen mártir del Señor.

 

Orando Santa Lucia

Por su madre Eutiquia

Ante la Santa reliquia

De Águeda, virgen pía  

Oye una voz que decía:

Es muy justa tu oración.

Pide por nuestra salud,

Virgen mártir del Señor.

 

 

Y Santa Águeda consuela

A la hija, y a su madre

Consígnela de Dios Padre

La salud que tanto anhela:

El Señor así revela

De Águeda la protección.

Pide por nuestra salud,

Virgen mártir del Señor.

 

El culto que en Occidente

Santa Águeda recibiera

A muy luego se extendiera

Por la Iglesia del Oriente;

Pues quiso el Omnipotente

Hacer cumplido su honor.

Pide por nuestra salud,

Virgen mártir del Señor.

 

Águeda mártir gloriosa

Es pía, fiel y constante

En la fe y el celo amante,

Virgen de Dios temerosa,

En la esperanza animosa

Llena del divino amor.

Pide por nuestra salud,

Virgen mártir del Señor.

 

Resplandeciste en honor

Águeda, y en la virtud;

Pide por nuestra salud,

Virgen mártir del Señor.

 

Antífona: Estando Santa Águeda en medio de la cárcel, extendidas sus manos oró al Señor: «Oh Señor Jesucristo, buen Maestro, gracias te doy, porque me hiciste vencer los tormentos de los verdugos: Dígnate, Señor, llevarme felizmente a tu inmarcesible gloria».

  

. Rogad por nosotros, bienaventurada Santa Águeda.

. Para que por vuestra intercesión seamos librados de todo mal.

  

ORACIÓN

Oh Dios, que, entre otros milagros de vuestro poder, habéis hecho obtener la victoria del martirio al sexo más débil, haced por vuestra bondad que, celebrando la nueva vida que ha recibido en el cielo la bienaventurada Ágata, vuestra virgen mártir, saquemos provecho de sus ejemplos para marchar por el camino que conduce a Vos. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

  

En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo. Amén.


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