—En Catania en Sicilia, la fiesta de santa Águeda,
virgen, la cual padeció en tiempo del emperador Decio bajo el juez Quinciano;
después de haber sido primeramente abofeteada y puesta en prisión, después de
extendida sobre el caballete y atormentada con diversas torturas y de habérsele
cortado los pechos, fué arrastrada sobre cascos de ollas rotas y sobre ascuas,
y últimamente vuelta a la cárcel, donde espiró haciendo oración.
—En la provincia del Ponto, la memoria de
muchos mártires, que fueron, durante la persecución de Maximiano, los
unos rociados con plomo derretido, los otros heridos debajo de las uñas con
cañas puntiagudas; y después de otros muchos horribles tormentos, que se
reiteraron varias veces, merecieron todos con una gloriosa muerte recibir de
Dios la corona de gloria.
—En Alejandría, san Isidoro, soldado y mártir, que
fué decapitado por la fe de Jesucristo, durante la persecución de Decio, por
orden de Numeriano, general de ejército.
—En el Japón, la muerte de veinte y seis
mártires, que fueron puestos en cruces por la fe católica, y heridos a
lanzadas, suplicios en los que murieron celebrando las alabanzas de Dios y
predicando esta misma fe. El Sumo Pontífice Pío IX los puso en el catálogo de los Santos.
—En Viena, san Avito, obispo y confesor, el
cual tuvo medio con su fe, destreza y admirable doctrina, para preservar las
Galias del contagio de la herejía arriana.
—En Brixen, los santos obispos san Ingenuíno y san Albuíno, cuyas vidas han
sido gloriosas por sus milagros.
—Y en otras partes se hace la fiesta y la conmemoración
de otros muchos santos Mártires, Confesores y santas Vírgenes.
Alabado y
glorificado sea Dios eternamente.
AÑO CRISTIANO
POR EL P. J. CROISSET, de la Compañía de Jesús. (1864).
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