—En Jerusalén, san Simeón, obispo y mártir, que
según la tradición era hijo de Cleofás, y pariente
inmediato del Salvador según la carne. Habiendo sido consagrado obispo
de Jerusalén después de Santiago, apellidado el Hermano del Señor, sufrió primeramente
diversos suplicios durante la persecución de Trajano, y acabó su vida con el
martirio. Todos los circunstantes y el mismo juez se maravillaron de que un
viejo de ciento veinte años hubiese sufrido con tanta fortaleza y constancia el
suplicio de la cruz.
—En Ostia, los santos hermanos Máximo y
Claudio, mártires, con Prepedigna, mujer de
Claudio, y sus dos hijos Alejandro y Cucías, todos de ilustre familia,
que fueron presos y desterrados por orden de Diocleciano; después, habiendo
sido condenados al fuego, se ofrecieron a Dios en oloroso sacrificio. Sus
reliquias preciosas, arrojadas al rio, fueron recogidas por los cristianos, y
enterradas cerca de la misma ciudad.
—En África, los santos mártires Lucio, Silvano,
Rútulo, Clásico, Secundino, Frúctulo y Máximo.
—En Constantinopla, san Flaviano, obispo, el
cual, defendiendo vigorosamente la fe católica en Éfeso, fué maltratado a puntapiés
y puñadas por la facción del impío Dióscoro, y habiendo sido desterrado, murió
al cabo de tres días.
—En Toledo, san Heladio, obispo y confesor.
Limosna de San Eladio. |
—Y en otras partes se hace la fiesta y la conmemoración
de otros muchos santos Mártires, Confesores y santas Vírgenes.
Alabado y
glorificado sea Dios eternamente.
AÑO CRISTIANO
POR EL P. J. CROISSET, de la Compañía de Jesús. (1864).
Traducido del francés. Por el P. J. F. de ISLA, de la
misma Compañía.
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