—En Sebaste de Armenia, el martirio de san
Blas, obispo, el cual, después de haber obrado muchos milagros, sufrió
una larga flagelación por orden del presidente Agrícolao; después fue atado a
un poste, donde se le desgarró la carne con peines de hierro, en seguida fué
encerrado en un horrible calabozo, y arrojado en un lago, de donde salió sano y
salvo, en fin, por orden del juez fué decapitado con dos niños. Antes que él,
fueron decapitadas, después de sufrir crueles suplicios, siete mujeres
reconocidas como cristianas, por haber recogido las gotas de sangre que corrían
del cuerpo del santo mártir durante su suplicio.
—En África, san Celerino, diácono, el
cual, habiendo estado en estrecha prisión durante diez y nueve días cargado de
hierros y sujeto por los pies y por el cuello, y sufrido otros muchos géneros
de penas, llegó a ser un glorioso confesor de Jesucristo, y triunfando
heroicamente del enemigo con su invencible firmeza, allanó a otros el camino de
la victoria. Además, san Laurentino, su tío
paterno; san Ignacio, su tío materno; y santa Celerina, su abuela, que habían recibido
antes que él la corona del martirio. Tenemos una elegante carta de san Cipriano
en alabanza de todos estos santos.
—En la misma provincia (África), los santos
mártires Félix, Sinfronio, Hipólito y sus compañeros.
—En Gap, en Francia, los santos Tigido y
Remedio, obispos.
—En Lyón de Francia, los santos Lupicino y
Félix, obispos también.
—El mismo día, en Bremen san Anscario (Oscar),
obispo primeramente de Hamburgo y luego, a la vez, de Brema, que convirtió
a los suecos y Dinamarqueses a la fe de Jesucristo. Fue nombrado por el Papa
Gregorio IV Legado Apostólico de todo el Septentrión.
—Y en otras partes se hace la fiesta y la conmemoración
de otros muchos santos Mártires, Confesores y santas Vírgenes.
Alabado y
glorificado sea Dios eternamente.
AÑO CRISTIANO
POR EL P. J. CROISSET, de la Compañía de Jesús. (1864).
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