Los caracteres
que se leen en la medalla
Además de las imágenes de
la Cruz y de San Benito, la medalla trae también cierto número de letras, cada
una de las cuales representa una palabra latina. Las diversas palabras reunidas tienen un sentido que
manifiesta la intención de la medalla: expresar las relaciones que existen
entre el santo Patriarca de los Monjes de Occidente y la señal sagrada de la
redención del género humano; y al mismo tiempo, poner al alcance de los fieles
un medio eficaz de emplear la virtud de la Santa Cruz contra los espíritus
malignos.
Esas letras misteriosas se encuentran dispuestas en la cara de
la medalla en que está representada la Santa Cruz. Examinemos, en primer lugar, las cuatro colocadas entre
los brazos de dicha Cruz:
C S
P B
Significan: Crux Sancti Patris Benedicti;
En
castellano: Cruz del Santo Padre
Benito.
Esas palabras explican el
fin de la medalla.
En la línea vertical de la Cruz, se lee:
C
S
S
M
L
Lo que quiere decir: Crux sacra sit mihi lux;
En castellano: La Cruz sagrada sea mi luz.
En la línea horizontal
de la misma Cruz, se lee:
N. D. S. M. D.
Lo
que significa: Non draco sit mihi dux;
En castellano: No sea el dragón mi guía.
Reuniendo esas dos líneas se forma un verso
pentámetro, mediante el cual el cristiano expresa su confianza en la Santa
Cruz, y su resistencia al yugo que el demonio querría imponerle.
Alrededor de la medalla existe una
inscripción más extensa, que presenta en primer lugar el santísimo nombre de
Jesús, expresado por el monograma bien conocido: I. H. S. (en
el modelo más conocido de la Medalla de San Benito el monograma I.H.S. fue reemplazado por el lema
benedictino PAX (Paz). Lo
explicaremos más adelante en el capítulo
XIV).
La fe y
la experiencia nos certifican la omnipotencia de ese Nombre divino.
Vienen después, de
derecha a izquierda, las siguientes letras:
V. R. S. N. S. M. V. S. M. Q. L. I. V.
B.
Estas
iniciales representan los dos versos siguientes:
Vade retro satana;
numquam suade mihi vana
Sunt mala quae libas;
ipse venena bibas.
En
castellano: Apártale, satanás; nunca
me aconsejes tus vanidades, la bebida que ofreces es el mal: bebe tú mismo tus venenos.
Tales
palabras se supone que fueron dichas por San Benito: las del primer verso, con ocasión de la tentación que sintió y de la
cual triunfó haciendo la señal de la Cruz; las del segundo verso, en el momento
en que sus enemigos le presentaron una bebida mortífera, hecho que puso al
descubierto bendiciendo con la señal de la vida el cáliz que la contenía.
El cristiano puede utilizar estas palabras
cuantas veces fuere asaltado por tentaciones e insultos del enemigo invisible
de nuestra salvación. El mismo Jesucristo Nuestro Señor santificó las palabras Vade retro, satana -Apártate, satanás-
y su valor es cierto, una vez que el propio Evangelio nos lo asegura. Las
vanidades que el demonio nos aconseja son las desobediencias a la ley de Dios,
las pompas y falsas máximas del mundo. La bebida que el ángel de las tinieblas nos presenta es el
pecado, que da muerte al alma. En vez
de aceptarla, devolvámosle tan funesto presente, ya que él mismo lo escogió
como herencia suya.
No es
necesario explicar más detenidamente al lector cristiano la fuerza de ese
conjuro, que opone a los artificios y violencias de satanás cuanto él más teme:
la Cruz, el
santo Nombre de Jesús, las mismas palabras del Salvador cuando fue tentado, y
por último, el recuerdo de las victorias que el gran Patriarca San Benito alcanzó
sobre el dragón infernal. Basta que alguien pronuncie con fe tales palabras,
para sentirse inmediatamente con fuerzas para arrostrar todas las embestidas
del infierno. Aun cuando no conociéramos los hechos que demuestran hasta qué
punto satanás teme esa medalla, la simple consideración de lo que representa y
expresa, bastaría para que la consideráramos una de las más poderosas armas que
la bondad de Dios puso a nuestro alcance contra la malicia diabólica.
Dom Prosper Guéranger
O.S.B.
Abad de Solesmes
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