martes, 14 de septiembre de 2021

NOVENA A LA EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ. DÍA: 9.


 



COMENZAMOS: 5 de septiembre.


 

FINALIZAMOS: 13 de septiembre.


FESTIVIDAD: 14 de septiembre. 

 

 

 

Sin Cruz, no hay gloria, ninguna,

Ni con Cruz, eterno llanto

Santidad y Cruz, es una;

No hay Cruz que no tenga santo,

Ni santo sin Cruz alguna.

 

 

   Hermano querido en Jesucristo: esta palabra, parece dura a muchos: niégate a tí mismo, toma tu cruz y sigue a Jesús. Pues más duro será oír aquella postrera palabra: Apartaos de mí malditos, al fuego eterno. Pero los que ahora oyen y siguen de buena voluntad la palabra de la Cruz, no temerán, entonces oír la palabra de la eterna condenación. Ésta señal de la Cruz estará en el cielo cuando el Señor vendrá a juzgar. Entonces, todos los siervos de la Cruz que se conformaron en la vida con el Crucificado, se llegarán a Cristo Juez con gran confianza. Pues si así es, ¿pos que temes tomar la Cruz, por la cual se va al reino de Dios? En la Cruz está la salud, en la Cruz está la vida, en la Cruz está la defensa de los enemigos, en la Cruz está la infusión de la suavidad soberana, en la Cruz está la fortaleza del corazón, en la Cruz está el gozo del espíritu, en la Cruz está la perfección de la santidad. No está la salud del alma ni la esperanza de la vida eterna, sino en la Cruz. Toma, pues, tu Cruz y sigue a Jesús, e irás a la vida eterna. El vino primero y llevó su Cruz, y murió en la Cruz por tí: porque tú también la lleves y desees morir en ella. Porque si murieses juntamente con ÉL, vivirás con ÉL, y si fueres compañero de las penas, lo serás también de las glorias.

 

 

MODO DE PRACTICAR ESTA NOVENA.

 

 

   Lo primero que se debe hacer purificarse con una buena confesión; en segundo lugar, si se pudiere, recibir cada dia la sagrada Comunión, y asistir al santo sacrificio, de la Misa; y en tercero, alentarse con una devota confianza de alcanzar de Dios Nuestro Señor la gracia que se desea, si fuere para, bien del alma.

   Será muy oportuno hacer algunas mortificaciones, como cilicio y ayuno, para lo que cada uno debe consultar a su confesor.

 


 

—Poniéndose delante de alguna imagen de Nuestro Señor Jesucristo Crucificado o de la Santísima Cruz y habiéndose persignado, se hará un acto de profundísima adoración a la Santísima Cruz; y si la novena se hace entre varías personas, la persona que lleve la voz dirá: “hagamos un acto de profundísima adoración a la Santísima Cruz” y después de este acto practicado del mejor modo que cada uno pueda, se rezará el siguiente…

 

 

 

ACTO DE CONTRICION

 

 

   Señor mío Jesucristo, que con tu saludable contacto santificaste él madero de la Cruz, para lavar con ella y con tu Sangre preciosa las manchas de mis pecados: me pesa de todo mi corazón de todos los que contra tí he cometido en mi vida; propongo una y mil veces la enmienda, y espero en tu piedad infinita me los has de perdonar.

 

 





NOVENO DÍA (13 de septiembre)

 

 

SALUTACION.

 

 

   Saludóte, Cruz Santísima, con todos los justos de la tierra y Cortesanos del cielo, y doy al Señor con ellos todas cuantas gracias puedo, porque se dignó de honrarte proveyendo en tu virtud los muchos frutos, que redundan a la católica Iglesia, en la expulsión de los demonios, extirpación de las herejías, dilatación de la fe: exaltación de su Santísimo Nombre, y demás misterios que confesamos a honra y gloria de Jesús, que en la Cruz y con la Cruz sea alabado eternamente. Amén.

 

 

LECCIÓN

 

 

   Siempre venerada, buscada y aplaudida, ha sido la Santísima Cruz de los milagros, por los singulares favores que reciben todos los que fervorosos la evocan y devotos la visitan. Pero siendo mayor milagro convertir a un pecador que resucitar a un muerto, como observa el P. San Gregorio, por esto, lo más prodigioso de nuestra Cruz Santísima, ha sido la maravillosa atracción de los pecadores para su remedio, moviéndoles el corazón para borrar sus yerros con lágrimas de una sincera penitencia. Y en verdad: que si el poner los ojos en aquella serpiente de bronce que figuraba a Nuestro Señor Jesucristo clavado en la Cruz, servía a los israelitas para sanar de las picaduras de las serpientes; fijarlos devotamente en la Santa Cruz, que nos representa y nos recuerda al mismo Jesucristo ya crucificado y consumando la grande obra de la Redención, debe ser de mayor eficacia para sanar del mortífero veneno del pecado.

 

   Muchos han entrado a nuestra iglesia traídos de una mera curiosidad, y repentinamente se han hallado devotos, mudados y arrepentidos. Si el sacratísimo sigilo del santo Sacramento de la penitencia pudiera violarse, se hicieran patentes conversiones estupendas de grandes pecadores que no han dado otro origen, otro motivo de su arrepentimiento, que haber fijado con devota atención sus ojos en la Santísima Cruz de los milagros. Son innumerables los que, habiendo experimentado este raro prodigio, no cabiéndoles el júbilo en sus corazones, lo han publicado desatando sus lenguas en alabanzas del Señor, que ostenta en esta Cruz sus maravillas.

 

   Pero esta virtud que nuestra Cruz Santísima es para excitar en los corazones sentimientos de penitencia, no se limitan a los que la ven con los ojos corporales, sino que llega a los que no mas tienen alguna noticia de ella. Los habitantes de Querétaro en todos tiempos han visto a multitud de persona que de puntos muy distantes vienen de propósito a esta iglesia de la Santísima Cruz, a buscar el remedio o consuelo de sus almas; y ciertamente que no es por el alto concepto que los fieles acaso tengan de los Colegios Apostólicos, pues se ha observado que ha habido persona que haya venido desde Monterey con el objeto de confesarse en esta iglesia, pudiendo haberse dirigido a otros puntos menos lejos donde hay los mismos Colegios; y aun ha habido, (parece increíble) quien desde la misma ciudad de México, de propósito ha venido a Querétaro con el objeto de confesarse en la misma iglesia, siendo así que en aquella corte se halla el edificante Colegio Apostólico de San Fernando; y muchos penitentes, preguntados por qué no se han confesado en los lugares de su residencia, habiendo copia de confesores, o en sus propias parroquias, o en algunos otros puntos a donde van con frecuencia, como los arrieros y los que para mantenerse tienen que transitar varías veces por muchas partes del imperio, han contestado, que teniendo noticia de la iglesia de la Santa Cruz de Querétaro, tuvieron deseos y formaron el propósito de venir a confesarse a la misma iglesia. Es pues evidente, que estos penitentes no han sido atraídos por el deseó de confesarse con sacerdotes desconocidos, o por Misioneros, pues que vienen o han tenido que pasar por lugares donde son conocidos o donde hay Misioneros y Otros sacerdotes seculares o regulares ejemplarísimos y celosos de la salvación de las almas; y por lo mismo podemos piadosamente creer: que ha sido por una fuerza superior, por esa virtud que Dios Nuestro Señor ha puesto en nuestra Cruz Santísima, para mover los corazones a penitencia.

 



 


—Más tú, Señor ten misericordia de nosotros.

 

 

Se responderá: Gracias a Dios.

 

 

 

—Enseguida se dice cinco veces la oración del Padrenuestro, y después la, Antífona y el verso siguiente:

 

 

 

ANTIFONA.

 

 

   ¡Oh Cruz Santísima!, más resplandeciente que todos los astros, y más santa que los santos; para el mundo célebre, para los hombres amable, que sola fuiste digna de contener en tu gremio todo el rescate del mundo; dulce leño, dulces clavos, dulces penas, que toleradas en tí por mi Señor Jesucristo fueron el remedio nuestro: salva a todos los cristianos que en este dia repiten tus alabanzas.

 

 

—Adorémoste Cristo y te bendecimos.

 

 

—Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

 

 

 

—Por último, se reza la siguiente oración, que   es para todos los días:

 

 

   ¡Oh Cruz Santísima!, nobilísima entre todos los árboles frondosos; que hermoseas el jardín ameno de la militante Iglesia: reino del Padre, cetro del Hijo, sello del Espíritu Santo: honra y gloria del mismo Crucificado, crédito de las maravillas de Dios, esperanza de los cristianos, vida de los muertos, báculo de los débiles, guía de los ciegos, consuelo de los pobres, freno de los ricos, padre de los huérfanos, defensa de las viudas, descanso de los atribulados, luz de nuestras ignorancias, pregón de los Profetas, predicador de los Apóstoles, gloria de los Mártires, abstinencia de los monjes, castidad de las vírgenes, alegría de los santos, júbilo de los sacerdotes, seguridad de los justos, fundamento de la Iglesia, fortaleza de los flacos, medicina de los enfermos, pan de los necesitados, fuente de los sedientos, abrigo de los desnudos, triunfo del demonio, muerte del pecado, raíz y causa de todo bien; oliva frondosa, cedro escogido de Dios, palma encumbrada en el jardín de la Iglesia, ciprés excelso, trono sagrado del Omnipotente Rey, árbol de la vida, y fuente de la bienaventuranza: te adoro, te bendigo, te alabo y doy a Dios muchas gracias, poniendo debajo de tus misteriosos brazos la necesidad presente: ... (decimos nuestra necesidad), con todas las de la Iglesia, para que por tu virtud se digne el Señor de remediarlas, si ha de ser para servirle, bien de mi alma, aumento de la virtud y crédito de tí misma, que es lo que yo más deseo; y sobre todo una acertada, feliz y dichosa muerte, y que por tí me reciba el que por tí se dignó de redimirme que es mí Señor Jesucristo, que con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina por todos los siglos de los siglos. Amén.

 

—POR ULTIMO…

 

 

ADORACIÓN A LA SANTA CRUZ.

 

   Alabado sea mil veces

El Santísimo madero

De la Cruz, en quien obró

Jesús el remedio nuestro.

 

 

   Y la sagrada pasión

De Redentor tan Supremo,

Que, siendo Dios por esencia,

Murió por salvar su pueblo.

 

 

   Y los agudos dolores

De la Reina de los cielos,

Que como piadosa Madre

Le acompañó en los tormentos.

 

 

   Así sea por los siglos,

Y de los siglos eternos:

Para que así para siempre

La Santa Cruz adoremos.

 

 

   Amén, oliva preciosa,

Amén, escogido cedro,

Amén, encumbrada palma,

Ciprés de la Iglesia excelso.

 

 

   Amén, árbol de la vida,

Amén, hasta que en el cielo

Por toda la eternidad

Tus alabanzas cantemos. 

 

 


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