COMENZAMOS: 5 de septiembre.
FINALIZAMOS: 13 de septiembre.
FESTIVIDAD: 14 de septiembre.
Sin Cruz, no hay gloria, ninguna,
Ni con Cruz, eterno llanto
Santidad y Cruz, es una;
No hay Cruz que no tenga santo,
Ni santo sin Cruz alguna.
Hermano querido en Jesucristo: esta palabra,
parece dura a muchos: niégate a tí mismo, toma tu cruz y sigue a Jesús. Pues más duro será oír aquella
postrera palabra: Apartaos de mí malditos, al fuego eterno. Pero los que ahora oyen y siguen de
buena voluntad la palabra de la Cruz, no temerán, entonces oír la palabra de la
eterna condenación. Ésta señal de la Cruz estará en el cielo cuando el Señor
vendrá a juzgar. Entonces, todos los siervos de la Cruz que se conformaron en
la vida con el Crucificado, se llegarán a Cristo Juez con gran confianza. Pues
si así es, ¿pos que temes tomar la Cruz, por la cual se va al reino de
Dios? En la Cruz está la salud, en la Cruz está la vida, en la Cruz
está la defensa de los enemigos, en la Cruz está la infusión de la suavidad
soberana, en la Cruz está la fortaleza del corazón, en la Cruz está el gozo del
espíritu, en la Cruz está la perfección de la santidad. No está la salud del
alma ni la esperanza de la vida eterna, sino en la Cruz. Toma, pues, tu Cruz y
sigue a Jesús, e irás a la vida eterna. El vino primero y llevó su Cruz, y
murió en la Cruz por tí: porque tú también la lleves y desees morir en ella. Porque si murieses
juntamente con ÉL, vivirás con ÉL, y si fueres compañero de las penas, lo serás
también de las glorias.
MODO DE PRACTICAR ESTA NOVENA.
Lo primero que se debe hacer purificarse con
una buena confesión; en segundo lugar, si se pudiere, recibir cada dia la
sagrada Comunión, y asistir al santo sacrificio, de la Misa; y en tercero,
alentarse con una devota confianza de alcanzar de Dios Nuestro Señor la gracia
que se desea, si fuere para, bien del alma.
Será muy oportuno hacer algunas
mortificaciones, como cilicio y ayuno, para lo que cada uno debe consultar a su
confesor.
—Poniéndose
delante de alguna imagen de Nuestro Señor Jesucristo Crucificado o de la
Santísima Cruz y habiéndose persignado, se hará un acto de profundísima
adoración a la Santísima Cruz; y si la novena se hace entre varías personas, la
persona que lleve la voz dirá: “hagamos un acto de profundísima adoración a la Santísima Cruz” y después de este acto practicado del
mejor modo que cada uno pueda, se rezará el siguiente…
ACTO DE CONTRICION
Señor mío Jesucristo, que con tu saludable contacto
santificaste él madero de la Cruz, para lavar con ella y con tu Sangre preciosa
las manchas de mis pecados: me pesa de todo mi corazón de todos los que contra
tí he cometido en mi vida; propongo una y mil veces la enmienda, y espero en tu
piedad infinita me los has de perdonar.
SÉPTIMO DÍA (11 de
septiembre)
SALUTACION.
Saludóte, Cruz Santísima, con todos los santos
Confesores,
y doy al Señor con ellos todas cuantas gracias puedo, porque se dignó de
honrarte, obrando en tu virtud aquel admirable triunfo que en las naves de Tolosa
hizo cantar a los fieles la victoria con la vista rubicunda dé tu Santísima imagen:
y sobre todo por el triunfo que consiguió del demonio quedando éste confundido,
y loada la Majestad verdadera qué sea ahora y siempre venerada en la Santísima
Cruz. Amén.
LECCION.
Con muy justo título ha adquirido nuestra
Cruz Santísima el nombre de SANTÍSIMA CRUZ DE LOS MILAGROS.
Había en ésta ciudad (entonces pueblo), una
piadosa mujer llamada Inés López, muy devota de la Santísima Cruz, que teniendo
una hija de tierna edad, se le enfermó gravemente y murió. Enajenada a fuerza
del dolor, tomó en los brazos el cuerpo de su hija y avivando su fe, por los
muchos prodigios que en nuestra Cruz Santísima había visto, se dirigió a la
ermita y deshecha en lágrimas, puso el cadáver sobre la peana; y en el momento
que éste tocó el pie de la Santísima Cruz, abrió la niña los ojos, se le
compuso el semblante y volvió a la vida, dé la que gozó por muchos años.
Bartolomé Alvarez, vecino muy honrado de Querétaro,
andando a caballo sé cayó juntamente con este animal, que le cogió debajo, y
con el estribo derecho se le hizo astillas el pie por el tobillo, que le sonaba
como bolsa de huesos. Se acudió a los cirujanos; pero no fué posible que el pie
quedase en buen estado; por un hueso que se le había atravesado sobré el nervio
del calcañar, quedando tan imposibilitado, que solo con muletas podía, a costa
de muchos dolores, dar algunos pasos, viéndose precisado a estar lo más del
tiempo en la cama. A más de esto le quedó sobre el hueso dislocado una llaga,
que no alcanzo a cerrarle remedio humano. El cirujano, confesándose vencido, le
propuso al paciente hacerle una operación, quien condescendió: y entre los
justos temores de su mortal peligro, puso su confianza en los remedios del
cielo: acudió a la Cruz Santísima, le prometió una novena; y estando un día de
ella repitiendo sus súplicas, acompañado de su esposa, aconteció, que avivando
ésta su fe, raspó unos polvos de nuestra Cruz Santísima, los puso sobre la
llaga y ató el pie con una venda. Después de un rato sintió el enfermo en el pie
un dolor tan agudo quedando el pie enteramente sano y firme que creía se le había
encarnado la llaga. Llamó a su esposa con instancia, a quien, al registrarla,
se le quedó en la mano el hueso, sin dolor alguno, quedando el pie enteramente
sano y firme.
Tan repentina curación causó en todos los
que estaban presentes tal asombro, que una criada, llamada Angelina, que estaba
próxima a su parto, arrebatada de admiración y gozo, sin acordarse del estado
que guardaba, se subió a la azotea de la ermita a tocar las campanas para que
publicasen esta maravilla. Embelesada en su repique no advirtió lo peligroso
del lugar, y cayó hasta el suelo lastimándose toda la cara y cuando todos
esperaban la muerte de Angelina o el aborto, por la invocación de la Cruz Santísima
se levantó risueña y sana, y dentro de cinco días dio a luz una niña robusta y
con perfecta salud, a quién en el santo Bautismo pusieron por nombre Petrona de
la Cruz, porque fué la caída víspera del Apóstol San Pedro, y el sobrenombre por
la Cruz Santísima que obró este doble milagro.
—Más tú, Señor ten
misericordia de nosotros.
—Se responderá: Gracias a Dios.
—Enseguida se dice cinco veces la oración
del Padrenuestro, y después la, Antífona y el verso siguiente:
ANTIFONA.
¡Oh Cruz Santísima!, más resplandeciente que todos los
astros, y más santa que los santos; para el mundo célebre, para los hombres
amable, que sola fuiste digna de contener en tu gremio todo el rescate del
mundo; dulce leño, dulces clavos, dulces penas, que toleradas en tí por mi
Señor Jesucristo fueron el remedio nuestro: salva a todos los cristianos que en
este dia repiten tus alabanzas.
—Adorémoste Cristo y te bendecimos.
—Que por tu Santa Cruz
redimiste al mundo.
—Por último, se reza la siguiente
oración, que es para todos los días:
¡Oh
Cruz Santísima!, nobilísima
entre todos los árboles frondosos; que hermoseas el jardín ameno de la
militante Iglesia: reino del Padre, cetro del Hijo, sello del Espíritu Santo:
honra y gloria del mismo Crucificado, crédito de las maravillas de Dios,
esperanza de los cristianos, vida de los muertos, báculo de los débiles, guía
de los ciegos, consuelo de los pobres, freno de los ricos, padre de los huérfanos,
defensa de las viudas, descanso de los atribulados, luz de nuestras
ignorancias, pregón de los Profetas, predicador de los Apóstoles, gloria de los
Mártires, abstinencia de los monjes, castidad de las vírgenes, alegría de los
santos, júbilo de los sacerdotes, seguridad de los justos, fundamento de la
Iglesia, fortaleza de los flacos, medicina de los enfermos, pan de los
necesitados, fuente de los sedientos, abrigo de los desnudos, triunfo del
demonio, muerte del pecado, raíz y causa de todo bien; oliva frondosa, cedro escogido
de Dios, palma encumbrada en el jardín de la Iglesia, ciprés excelso, trono
sagrado del Omnipotente Rey, árbol de la vida, y fuente de la bienaventuranza: te
adoro, te bendigo, te alabo y doy a Dios muchas gracias, poniendo debajo de tus
misteriosos brazos la necesidad presente: ... (decimos nuestra necesidad), con todas las de la Iglesia, para
que por tu virtud se digne el Señor de remediarlas, si ha de ser para servirle,
bien de mi alma, aumento de la virtud y crédito de tí misma, que es lo que yo
más deseo; y sobre todo una acertada, feliz y dichosa muerte, y que por tí me
reciba el que por tí se dignó de redimirme que es mí Señor Jesucristo, que con el
Padre y el Espíritu Santo vive y reina
por
todos los siglos de los siglos. Amén.
—POR ULTIMO…
ADORACIÓN A LA SANTA
CRUZ.
Alabado sea mil veces
El Santísimo madero
De la Cruz, en quien obró
Jesús el remedio nuestro.
Y la sagrada pasión
De Redentor tan Supremo,
Que, siendo Dios por esencia,
Murió por salvar su pueblo.
Y los agudos dolores
De la Reina de los cielos,
Que como piadosa Madre
Le acompañó en los tormentos.
Así sea por los siglos,
Y de los siglos eternos:
Para que así para siempre
La Santa Cruz adoremos.
Amén, oliva preciosa,
Amén, escogido cedro,
Amén, encumbrada palma,
Ciprés de la Iglesia excelso.
Amén, árbol de la vida,
Amén, hasta que en el cielo
Por toda la eternidad
Tus alabanzas cantemos.
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