—En Esmirna la fiesta de san Policarpo, discípulo del
apóstol san Juan, el cual, habiendo sido consagrado obispo de aquella ciudad
por el mismo apóstol, vino a ser primado de toda el Asia. Después, en el
imperio de Marco Antonino y de Cómodo, estando el procónsul en su tribunal,
gritando contra el santo todo el pueblo en el anfiteatro, fué arrojado al
fuego, y como saliese de él sin lesión ninguna, le atravesaron con una espada,
y alcanzó así la corona del martirio. Con él fueron martirizados otros doce
cristianos que habían venido de Filadelfia.
—En Hipona, en África, los santos Teógenes, obispo, y
otros treinta y seis cristianos que, en la persecución de Valeriano,
despreciando una muerte temporal, obtuvieron la corona de la vida eterna.
—En Belén de Judá, el tránsito dichoso de santa Paula,
viuda, madre de la virgen santa Eustoquia, señora virtuosa, que siendo de la
sangre más noble de los senadores, renunció al siglo, distribuyó todos sus
bienes a los pobres y se retiró al lado del pesebre del Señor, donde, después
de haber adquirido y practicado muchas eminentes virtudes, coronada con la
gloria debida a un prolongado martirio, pasó al reino de los cielos. San
Jerónimo escribió su vida, que no fué más que un tejido maravilloso de toda
clase de buenas obras.
—En la diócesis de Paris, santa Batilda, reina, tan ilustre por la santidad
de su vida como por la gloria de sus milagros.
—Y en otras partes se hace la fiesta y la conmemoración
de otros muchos santos Mártires, Confesores y santas Vírgenes.
Alabado y
glorificado sea Dios eternamente.
AÑO CRISTIANO
POR EL P. J. CROISSET, de la Compañía de Jesús. (1864).
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