—En Roma, el martirio de Santa Inés, virgen, la que fue
arrojada en una grande hoguera en tiempo de Sinfronio, prefecto de la ciudad;
pero como las llamas se apagasen con sus súplicas, fué luego decapitada. San
Jerónimo hace su elogio en estos términos: La vida de Inés ha sido celebrada,
sobre todo en las iglesias, por los escritos y por las lenguas de todas las naciones,
a causa de que, sobrepujando la flaqueza de su edad, triunfó del tirano y
consagró su castidad por un glorioso martirio.
—En Atenas, san Publio, obispo, que gobernó muy dignamente
esta iglesia después de san Dionisio el areopagita. Tan célebre por el
resplandor de sus virtudes como ilustre por su doctrina, recibió la corona de
gloria por el testimonio que había dado a Jesucristo.
—En Tarragona, en España, los santos mártires Fructuoso,
obispo, Augurio y Eulogio, diáconos, los que durante la persecución de Galiano
fueron primeramente encarcelados, y después arrojados a las llamas, en medio de
las cuales, luego que se hubieron quemado las ligaduras, levantando los brazos
en forma de cruz, orando a Dios cumplieron su martirio. San Agustín hizo un
sermón al pueblo el dia de su fiesta.
—En Troyes, san Patroclo, que mereció la corona del
martirio bajo el emperador Aureliano.
—En el monasterio de Richenou, san Meinardo, ermitaño,
muerto por unos ladrones.
—En Pavía, san Epifanio, obispo y confesor.
—Y en otras partes se hace la fiesta y la conmemoración
de otros muchos santos Mártires, Confesores y santas Vírgenes.
Alabado y
glorificado sea Dios eternamente.
AÑO CRISTIANO
POR EL P. J. CROISSET, de la Compañía de Jesús. (1864).
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