—Santo Jorge, mártir;
—Félix, presbítero, y sus compañeros, Fortunato y Aquileo, diáconos,
mártires;
—Adalberto, obispo y mártir;
—Valerio, Anatolio, Glicerio, Donato y Terino, mártires, convertidos por San Jorge.
—Gerardo, obispo y confesor;
—Marolo,
obispo de Milán;
—Gil,arzobispo
de Tiro;
—Diogeniano,
obispo de Albí;
—Valerio,
Beatos Gil, compañero de San Francisco;
—Alejandro
Saull, obispo y confesor.
—Santa
Pusinna, virgen.
—Beata
Elena, viuda.
SANTOS FÉLIX, FORTUNATO Y
AQUILEO, mártires.
—
Félix era presbítero y los otros dos, diáconos.
Los tres fueron enviados por San Ireneo a Valencia de Francia, para predicar el
Evangelio. Lograron numerosas conversiones, pues con ellos estaba Dios, que
realizaba por sus medios continuos y estupendos milagros. Se retiraron a una
soledad para llevar vida más perfecta. De ella fueron sacados violentamente por
las tropas del emperador Caracalla, hijo de Septimio Severo, que había
decretado la quinta persecución contra los cristianos. Fueron los tres encarcelados; pero durante la noche se les apareció
un ángel, rompió sus cadenas y les ordenó que destruyeran las estatuas de los
ídolos. Las puertas de los templos se les abrieron por sí solas, y así pudieron
reducir a polvo las estatuas de Júpiter, Mercurio y Saturno. En presencia ya del tribunal, dijo Félix al
capitán Cornelio estas claras y terminantes palabras: «Si estos dioses tuviesen algún poder para protegernos, lo hubiera
empleado ellos para defenderse a sí mismos cuando caían hechos polvo al solo
nombre de nuestro Dios y Señor».
Atormentaron
cruelmente a los Santos con azotes y, atadas piernas y manos, los colocaron
sobre ruedas erizadas de púas, a las que daban vueltas con gran velocidad. Los pusieron
luego en el potro, bajo el cual encendieron una hoguera, y, finalmente, les
cortaron la cabeza en la misma ciudad de Valencia, el 23 de abril del año 212.
SAN ADALBERTO, obispo y
mártir.
—
Nació en Praga, capital de Bohemia, de padres nobles y piadosos, quienes lo
ofrecieron al Señor en agradecimiento por habérselo dado y curado luego
maravillosamente de una enfermedad mortal. Estudió las
letras divinas en Magdeburgo, de donde volvió a su ciudad natal con un arsenal
de conocimientos y una dosis tan grande de virtud, que por ellos fué elegido
obispo de la capital del reino, a pesar de su repugnancia en aceptar el cargo.
Pero la infidelidad, el desacato y aun las pullas de sus diocesanos le obligaron
a abandonar el puesto, y eso por dos veces. Pudo así recorrer los pueblos de Hungría,
Polonia y Prusia; mas predicó en desierto. El público infiel de Prusia se arrojó sobre él y le mató,
mientras Adalberto imploraba misericordia para sus asesinos. El triunfo
de este Santo tuvo lugar el 23 de abril del año 997.
SANTA PUSINNA, virgen.
— Nació en Champaña, región francesa, a mediados del siglo V, y
fué criada muy religiosamente por sus piadosos padres. Ya desde niña se dio
Pusinna a la vida de oración y penitencia, y consagró a Dios su virginidad. Retirada a una celda solitaria, en la que
pasaba las horas entregada a ayunos, penitencias y vigilias, influyó poderosamente
en la transformación de los pueblos merced a la conducta ejemplar de muchas
otras jóvenes por ella instruidas y formadas en el camino de la santidad. Dios la purificó más y más con una larga
enfermedad que le arrebató la vida el 23 de abril.
“EL SANTO DE CADA DÍA”
POR
EDELVIVES
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