Por el R.P. Guillaume Devillers
Sacerdote F.S.S.P.X
Todo lo que se pueda
decir sobre el infierno quedara siempre muy lejos de la realidad: ¿Quién podrá expresar
adecuadamente lo que significa la pérdida de Dios, la pérdida de todo bien, la
suma de todos los males, en una palabra, el horror absoluto? El
mismo condenado es quien se ha apartado con sus pecados, y Dios a su vez lo
mirará eternamente con odio: “similiter
autem odio sunt Deo impitus et impietas ejus”, “Dios odia al impío lo mismo que a su
impiedad” (Sab. 14,9).
¡No me habléis del infierno! Dicen los liberales. Y la razón es obvia: ser liberal
es querer la libertad del mal y del error. Ahora bien, si hay infierno, hablar
de libertad del mal y de libertad del error suena a broma y a broma pesada o de
mal gusto.
Y sin embargo, para quien tiene todavía algún
granito de fe, no puede caber la menor duda. La divina revelación es demasiada
clara sobre este punto. Los malos irán a parar al suplicio eterno, los
pecadores serán castigados con la gehena de fuego, allí habrá llanto y crujir
de dientes, o sea desesperación total. El que se condena, como Judas, mejor le
valiera no haber nacido, y en el infierno no hay redención. Y podríamos seguir
multiplicando las citas del Antiguo y
del Nuevo Testamento.
Sin duda, la vida
presente está llena de sufrimientos físicos o morales, pequeños o grandes. Pero
el infierno es infinitamente más que esto.
Para quienes no creen, los sufrimientos de
esta tierra son un escándalo, algo insostenible, un motivo de rebelión. “Si Dios existiera,
no permitiría que me pasase esto”, dicen muchos. Pero para quienes
tienen fe, todo cambia:
“Tanto e il bene ch´lo aspetto, ch`ogni
pena m`e diletto”.
“Es tanto el bien que lo
espero, que cada dolor es agradable”.
Todos los sufrimientos
de la tierra no son nada, absolutamente nada, en comparación con el Cielo que
hay que ganar y el infierno que hay que evitar. Y Dios infinitamente bueno jamás
permitiría el más leve dolor en esta tierra, si no fuera para evitar un mal
mucho más grande y alcanzar un bien infinitamente mayor. El
infierno es el peor sufrimiento imaginable. ¿Para qué sirve el hombre ganar todo el universo si pierde su
alma?
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