—Santos Justino, filósofo, apologista y mártir; Valeriano, Tiburcio
y Máximo, mártires; Próculo, obispo y mártir; Juan, Antonio y Eustaquio, mártires
en Vilna, por guardar la abstinencia de carne;
Próculo, obispo y mártir; |
Juan, Antonio y Eustaquio, |
—Ardalión, comediante;
—Lamberto,
obispo de Lyón; Valeriano, primer obispo de Rosano (Italia);
Lamberto de Lyón StWandrille abadía de Fontenelles. |
—Frontón,
abad en el desierto de Nitria;
Frontón Monasterio de San Bishoy-Wadi-El-Natroum Egipto. |
—Benitico
o Benito el Mozo, pastorcillo del Vivarés, que construyó milagrosamente un
puente sobre el Ródano y fundó una Congregación destinada al servicio de los viajeros;
—Abundio,
sacristán de San Pedro de Roma.
—Santas Liduvina de Schiedam; Tomaida, mártir de la pureza; Domnina,
virgen y mártir en Temi, con San Próculo y otros.
— Valeriano, esposo de Santa Cecilia, fue
convertido a instancias de ésta y previa una instrucción profunda en las
doctrinas de Cristo realizada por el santo obispo Urbano, siendo papa San
Eleuterio. Bautizado ya Valeriano, volvió a casa de su esposa, a la que
encontró en oración, junto al ángel del Señor, que tenía en las manos dos
hermosísimas coronas de rosas y azucenas, de las cuales dio una a Cecilia y otra
al esposo, diciéndole: «Estas coronas os he traído del paraíso; guardadlas con puro y
casto corazón...»
Valeriano, pidió
al ángel la conversión de su hermano Tiburcio, y lo consiguió. El mismo Urbano bautizó a Tiburcio, el cual gozó
también de la vista de los ángeles, realizaba cosas maravillosas, sanaba
enfermos y obraba grandes milagros. Los dos hermanos se dedicaron a obras de caridad
y animaban a los cristianos encarcelados y perseguidos. Sabedor de semejante conducta,
el prefecto los condenó a muerte, y encargó la ejecución a Máximo, hombre
principal de la prefectura; pero instruido Máximo por ambos hermanos, se
convirtió al catolicismo, con toda su familia. Valeriano y Tiburcio fueron degollados, y
Máximo, azotado con varas plomadas hasta que expiró.
Con
ellos fueron también martirizados: Diocleciano,
Sinfronio, Ciríaco y Décimo.
Era el
14 de abril del año 178.
— Nació en Holanda, de padres ricos y piadosos. Fue modelo continuo de amor a Dios en
medio de una enfermedad larga y, cruel, la cual dispuso el Señor para que se
manifestase su grandeza en esa heroína.
Vivía
milagrosamente: en treinta años comió menos pan del que un hombre sano come
en tres días, ni durmió tanto como un hombre en tres noches; andaba a gatas con
las rodillas en las manos; le brotó en las entrañas una apostema de la que
salían multitud de gusanos. Le dio el fuego de San Antón, que le consumió el
brazo derecho hasta los huesos; tenía la espalda podrida y desencajada del cuerpo;
por la boca, narices, ojos y orejas le salía tanta sangre que causaba espanto;
tenía llagados el pulmón y el hígado, y le aquejaba un profundo mal de piedra;
a simple vista contemplaba sus entrañas salidas del; cuerpo. A esto se
añadieron ardientes y continuas calenturas y agudos dolores en la cabeza,
frente y barbilla. Así vivió
38 años, y ello en la mayor pobreza, pues todo lo daba de limosna. En uno
de sus repetidos éxtasis, se quemó la carne con un brasero, pero lo notaron
antes los que con ella estaban. Tuvo el don
de milagros y de profecía, y podía leer en el fondo de las conciencias. Después de unos
vómitos, expiró plácidamente el 14 de abril de 1433, y fue a participar de las
dulzuras celestiales que le tenía Dios reservada.
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