domingo, 3 de diciembre de 2017

PROPIO DEL TIEMPO PRIMERA PARTE DEL AÑO LITÚRGICO


El ciclo de Navidad
(El misterio de la Encarnación).

TIEMPO DE ADVIENTO: desde el primer domingo de Adviento hasta el 24 de diciembre).

   Los textos litúrgicos usados durante las cuatros semanas del Tiempo de Adviento nos recuerda a los fieles  la “ausencia de Cristo”. Además, las Colectas del Adviento no terminan con la formula “Por Nuestro Señor Jesucristo”, como lo hacen durante el resto del año. Con espíritu de penitencia y oración aguardamos al Mediador, al Dios hecho hombre, preparándonos para su venida en carne mortal, y también para su segundo advenimiento como nuestro juez. Las Misas del Tiempo de Adviento nos presentan un espíritu de preparación  y arrepentimiento que se mezclan con la alegría y la esperanza; por esto, aunque los ornamentos tengan el morado penitencial y se omita el Gloria, se mantiene el alegre Aleluya. Las lecturas tomadas del Antiguo Testamento que podemos leer en el Introito, el Gradual, el Ofertorio y en la Comunión de las Misas están tomadas en su mayor parte de las profecías de Isaías y de los Salmos, y son una expresión elocuente del deseo de todas las naciones por la llegada del Redentor.

   A todos nos impresiona el llamado urgente y repetido por la venida del Mesías: “Ven ya, no tardes”. Las epístolas de San Pablo nos urgen a disponernos como se debe para su llegada. Los Evangelios nos describen los terrores del Juicio Final, profetizando el segundo advenimiento, y para decirlo con palabras de San Juan Bautista, “para preparar el camino del Señor”.


   En el Adviento, la Iglesia griega celebra particularmente los antepasados de Nuestro Señor: todos los Patriarcas y Profetas del Antiguo Testamento, pero especialmente Abraham, Isaac y Jacob. La Iglesia latina también los menciona frecuentemente durante este periodo. En el Breviario podemos encontrar  muchos textos tomados del Profeta Isaías (como el Introito del Segundo Domingo, o la Comunión del Tercer Domingo).

   La idea del Adviento es que nos preparemos para la venida de Jesucristo. Por lo tanto, pongamos en nuestra boca las mismas peticiones que hacían los Patriarcas y los Profetas. Preparemos la venida de Jesucristo, nuestro Redentor, que viene para prepararnos a su vez a su segundo advenimiento como Juez.

   Cuando los oráculos de los Profetas se cumplieron, y los judíos se hallaban aguardando la venida del Mesías, Juan el Bautista abandonó el desierto y fue hasta la orilla del Jordán, brindando el bautismo de penitencia para preparar las almas  a la venida de Cristo. El mundo pensó que él era el Mesías aguardado, pero él replico con las palabras de Isaías Profeta: “Soy la voz del que clama en el desierto; preparad el camino del Señor”.


   Durante el Adviento abrimos un camino directo para que Jesucristo entre en nuestras almas, y contemplamos a Nuestro Señor, que vendrá en Navidad. 



MISAL ROMANO
Católico Apostólico Romano-1962.

    

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