El ciclo de Navidad
(El
misterio de la Encarnación).
TIEMPO DE ADVIENTO: desde el primer domingo de Adviento hasta
el 24 de diciembre).
Los textos litúrgicos usados durante las
cuatros semanas del Tiempo de Adviento nos recuerda a los fieles la “ausencia de Cristo”.
Además, las Colectas del Adviento no terminan con la formula “Por Nuestro
Señor Jesucristo”, como lo hacen
durante el resto del año. Con espíritu de penitencia y oración aguardamos al Mediador,
al Dios hecho hombre, preparándonos para su venida en carne mortal, y también para
su segundo advenimiento como nuestro juez. Las
Misas del Tiempo de Adviento nos presentan un espíritu de preparación y arrepentimiento que se mezclan con la alegría
y la esperanza; por esto, aunque los ornamentos tengan el morado penitencial y
se omita el Gloria, se mantiene el alegre Aleluya. Las lecturas tomadas del
Antiguo Testamento que podemos leer en el Introito, el Gradual, el Ofertorio y
en la Comunión de las Misas están tomadas en su mayor parte de las profecías de
Isaías y de los Salmos, y son una expresión elocuente del deseo de todas las
naciones por la llegada del Redentor.
A todos nos impresiona el llamado urgente y
repetido por la venida del Mesías: “Ven ya, no tardes”.
Las epístolas de San Pablo nos urgen a disponernos como se debe para su
llegada. Los Evangelios nos describen los terrores del Juicio Final,
profetizando el segundo advenimiento, y para decirlo con palabras de San Juan
Bautista, “para
preparar el camino del Señor”.
En el Adviento, la Iglesia griega celebra
particularmente los antepasados de Nuestro Señor: todos los Patriarcas y
Profetas del Antiguo Testamento, pero especialmente Abraham, Isaac y Jacob. La Iglesia
latina también los menciona frecuentemente durante este periodo. En el Breviario
podemos encontrar muchos textos tomados
del Profeta Isaías (como el Introito del Segundo Domingo, o la Comunión del
Tercer Domingo).
La idea del Adviento es que nos preparemos
para la venida de Jesucristo. Por lo tanto, pongamos en nuestra boca las mismas
peticiones que hacían los Patriarcas y los Profetas. Preparemos la venida de
Jesucristo, nuestro Redentor, que viene para prepararnos a su vez a su segundo
advenimiento como Juez.
Cuando los oráculos de los Profetas se
cumplieron, y los judíos se hallaban aguardando la venida del Mesías, Juan el
Bautista abandonó el desierto y fue hasta la orilla del Jordán, brindando el
bautismo de penitencia para preparar las almas
a la venida de Cristo. El mundo pensó que él era el Mesías aguardado,
pero él replico con las palabras de Isaías Profeta: “Soy la voz del que clama en el desierto;
preparad el camino del Señor”.
Durante el Adviento
abrimos un camino directo para que Jesucristo entre en nuestras almas, y
contemplamos a Nuestro Señor, que vendrá en Navidad.
MISAL ROMANO
Católico
Apostólico Romano-1962.
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