Compuesto en Italiano por el padre
Massimiliano Maria Mesini CPPS y publicado en Rímini en 1884; traducido por un
presbítero y publicado en Santiago de Chile en 1919, con aprobación
eclesiástica.
En el nombre del Padre, y
del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
ORACIÓN PARA TODOS LOS DIAS
¡Oh
Sangre Preciosísima de vida eterna!, precio
y rescate de todo el universo, bebida y salud de nuestras almas, que protegéis
continuamente la causa de los hombres ante el trono de la suprema misericordia,
yo os adoro profundamente y quisiera compensar, en cuanto me fuese posible, las
injurias y ultrajes que de continuo estáis recibiendo de las creaturas humanas
y con especialidad de las que se atreven temerariamente a blasfemar de Vos. ¡Oh! ¿Quién no bendecirá esa Sangre de infinito valor? ¿Quién
no se sentirá inflamado de amor a Jesús que la ha derramado? ¿Qué sería de mí
si no hubiera sido rescatado con esa Sangre divina? ¿Quién la ha sacado de las
venas de mi Señor Jesucristo hasta la última gota? ¡Ah! Nadie podía ser sino el amor. ¡Oh amor
inmenso, que nos ha dado este bálsamo tan saludable! ¡Oh bálsamo inestimable,
salido de la fuente de un amor inmenso! Haced
que todos los corazones y todas las lenguas puedan alabaros, ensalzaros y daros
gracias ahora, por siempre y por toda la eternidad. Amén.
DÍA DECIMOTERCERO (13 de
julio)
CONSIDERACIÓN:
LA SANGRE DE JESÚS NOS ENRIQUECE DE GRACIAS EN EL
BAUTISMO.
I.
Jesús quiso humillarse haciéndose bautizar por San
Juan; y hecho esto, «se rasgaron los cielos, el Espíritu Santo descendió sobre él en
figura de paloma y se oyó una voz que decía: “Este es mi Hijo amado”» (San Mateo
III, 16-17).
Tal sucede en el sacramento del bautismo. Borrada la culpa original en el
bautizado, se le abre el paraíso, que por la misma se le había cerrado;
arrojado de aquella alma el demonio, desciende a ella el Espíritu Santo; la cual,
adornada con su gracia, es adoptada de Dios por hija. Alma mía ¿qué favores son
estos? ¿y tú no lo tomas en cuenta? ¿y no amarás la Sangre de Jesús que te
mereció tan grandes bienes?
II.
Herido el Corazón de
Jesús, vertió Sangre y Agua, y entonces fue cuando aquella Sangre comunicó al
Agua el poder de obrar en el bautismo tan admirables efectos, como nos lo asegura Santo
Tomás (Romanos VI,
3-4). ¿No sabéis acaso, dice San Pablo, que quién se bautiza, es bautizado en la
muerte de Cristo? (Romanos VI,
3-4). «Por la Sangre de Jesús, añaden san
Buenaventura y San Agustín,
en el bautismo el alma es
libertada de la esclavitud del demonio y bañada con esa Sangre queda limpia y
cándida» («Somos sacados de la
esclavitud del diablo por su Sangre en el bautismo». San Buenaventura, Los diez mandamientos, sermón II. «Con aquella Sangre te harás cándida». San
Agustín,
De
la perseverancia. 4, Del cultivo del campo del Señor, cap. 4). En efecto, las gracias que se nos
comunican en el bautismo son fruto de la Preciosa Sangre. ¡Oh Sangre divina, os tributo las más
rendidas gracias por tamaños favores! Si otra cosa no puedo hacer, al menos prometo honraros siempre,
hasta el último aliento de mi vida.
III.
El sacerdote, poniendo sobre el bautizado un blanco
lienzo, dice: «Recibe esta cándida túnica; para que conservándote limpio como
ella, puedas en el juicio divino, obtener la sentencia de eterno premio». Pero, ¡oh dolor! Con el pecado hemos manchado la hermosa estola de
la inocencia, arrojando de nosotros al Espíritu Santo y de hijos de Dios, nos
hemos convertido en esclavos de Satanás ¿Qué otra cosa podemos esperar, sino terrible
condenación? Ah, si queremos
librarnos de ella, lavémonos con nuestras lágrimas y con la penitencia
valorizada con los méritos de la Sangre de Jesús, recuperemos la gracia de Dios
y de esta manera volveremos a adquirir la celestial herencia, que habíamos
perdido por el maldito pecado.
EJEMPLO
La beata Catalina de Raconigi,
dominica, se abrazó a la cruz desde pequeña, a fin de conservar la
gracia adquirida en el bautismo, poniendo toda su confianza en la Sangre
divina. Un día que estaba rezando ante la imagen de San
Pedro, mártir,
este se le apareció con un cáliz en la mano, y le dijo: «bebe, que está lleno de
la Preciosa Sangre», y
apenas gustó de aquella Sangre, se le apareció Jesús cargado con la cruz y la
animó a padecer. Tentada a no creer en la Presencia Real de Jesús en el Santísimo
Sacramento,
rechazó la tentación y mereció ver en el aire al Niño Jesús, que de sus cinco
llagas derramaba Sangre en un cáliz. Con el pasar de los años, crecieron
también las tentaciones, al extremo de aparecérsele visiblemente el demonio e
incitarla a la desesperación asegurándole que estaba condenada, mas ella lo
venció diciendo: «Jesús mío, espero en Vos, que me habéis rescatado con vuestra
Sangre». Fue
calumniada, perseguida, atribulada, sufriéndolo todo con constancia, hasta el
punto de la muerte, y entonces su alma del todo hermosa y adornada con la
inocencia bautismal se voló al cielo (Domingo María Marchese OP, Diario
dominicano. Vida de la Beata. 4 de septiembre).
Si hasta ahora hemos vivido tan diversamente de esta beata, si el pecado nos ha
hecho perder los dones recibidos en el santo bautismo, animados de confianza en
la divina Sangre, lavémonos con ella en el segundo bautismo, que es la
confesión, y la Sangre Preciosa nos volverá a dar la gracia santificante y nos
hará participantes de la gloria eterna en su bienaventurado reino.
—Se medita y se pide lo que se desea
conseguir.
OBSEQUIO:
Apenas os levantéis y antes de acostaros, pedid de
rodillas la bendición a Jesús crucificado.
JACULATORIA:
Tú me
volviste el Cielo amigo: Sangre Preciosa, yo te bendigo.
ORACIÓN PARA ESTE DÍA
Misericordioso Jesús, mucho habéis padecido al derramar
vuestra Sangre, para aparejarme en ella el medio con el cual, por el santo
bautismo, fuera borrada en mí la culpa, embellecida el alma con la estola de la
inocencia y ¡hecha
heredera del Paraíso! Pero ¡Ay de mí!, que por tantos pecados cometidos después he
perdido la inocencia y el paraíso. ¿No habrá tal vez remedio alguno para mi desventura? ¡Oh Sangre Preciosísima, cuánto agradecimiento os debo!
¡Todo lo habéis remediado! Con la penitencia por vos enriquecida,
puedo yo volver a la gracia de Dios y recuperar la herencia del Cielo. Sed por
ello mil veces bendecida, y en agradecimiento de tan gran beneficio, os prometo
sincero amor y fiel esclavitud hasta la muerte. Amén.
ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DIAS
¡Oh
Corazón de mi amado Jesús, cargado con la pesada Cruz de mis culpas, coronado
con las espinas de mis ingratitudes y llagado con la lanza de mis pecados! ¡Oh
Jesús de mi vida! Cruz,
espinas y lanza he sido para vuestro Corazón con mis repetidas ofensas: éste es
el retorno con que, ingrato, he correspondido a las dulces y amorosas lágrimas
de Belén y a la extrema pobreza en que por mi amor nacisteis; éste es el
agradecimiento y recompensa que han tenido vuestros trabajos y vuestra
Preciosísima Sangre derramada con tanto amor por la salud de mi alma; esta es
la paga de aquella excesiva fineza que obrasteis en el Cenáculo, cuando,
abrasado en caridad y encendido en divinas llamas, os quedasteis por mi amor
sacramentado, buscando amante la bajeza de mi pecho para recreo de vuestra
bondad. ¡Oh
Jesús de toda mi alma! Parece que hemos andado a competencia los
dos, Vos con finezas, yo con ingratitudes; Vos con un amor que no tiene igual,
y yo con un menosprecio que no tiene semejante; Vos con tanto amor regalándome
y dándome en el Sacramento la dulzura de vuestro Corazón y yo dándoos por la
cara con la hiel de mis culpas. ¡Oh Corazón de mi amado Jesús! ¡Oh Jesús de mi corazón,
piadosísimo en esperarme! Compadeceos
de mi miseria y perdonadme misericordioso cuanto ingrato os he ofendido,
concediéndome benigno que esas espinas con que os veo punzado saquen lágrimas
de mi corazón contrito, con que llore mis repetidas ingratitudes, y por esas
vuestras amorosas y dulces llagas, llagad y herid éste mi corazón con la dulce
y ardiente flecha de vuestro amor, para que os ame y sirva, para que os alabe y
bendiga, y después eternamente gozaros. Amén.
℣. Señor, nos redimisteis con vuestra sangre.
℟. Y nos habéis hecho un Reino para
nuestro Dios.
ORACIÓN
Dios omnipotente y eterno, que habéis constituido a vuestro Hijo
único Redentor del mundo y que quisisteis ser aplacado con su Sangre; te
rogamos nos concedas que de tal modo veneremos el precio de nuestra salvación,
y por su virtud seamos preservados en la tierra de los males de la presente
vida, que nos regocijemos después con fruto perpetuo en los cielos. Por el
mismo Jesucristo Nuestro Señor, que contigo vive y reina por los siglos de los
siglos. Amén.
En el nombre del Padre, y
del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
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RESÍSTENS.
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