Fue san Quintín hijo de un senador romano llamado Zenón,
muy conocido en Roma por sus grandes riquezas y por su valimiento con los
emperadores.
Desde el día que recibió su bautismo, que fue, a lo que se
cree, hacia el fin del pontificado de san Eutiquiano, a quien sucedió san Cayo,
prendió en su corazón un fuego de amor de Jesucristo tan ardiente, que hubiera
querido abrasar con él todos los corazones y reducir a cenizas todos los
ídolos.
Se ofreció al papa san Cayo para llevar la
fe a los idólatras de las Galias, y el santo pontífice alabó su celo y le dio
por compañero a san Luciano, y con éste y otros muchos fervorosos fieles que
también quisieron acompañarle, partió a aquella apostólica expedición.
Con san Luciano predicó el Evangelio en los
pueblos que halló a su paso hasta llegar a la ciudad de Amiens, a las riberas
del Soma.
Allí se
separaron, pasando san Luciano a plantar la fe en Beauvais, y quedándose en
Amiens nuestro santo, el cual con su elocuencia y milagros en breve tiempo
formó allí una de las más florecientes Iglesias de las Galias.
De todas partes acudían a él los enfermos, y con sólo invocar
sobre ellos el nombre de Jesús les daba la salud del cuerpo y juntamente la del
alma.
Venían al santo los ciegos conducidos por sus
guías, y se volvían sin ellos a sus casas: venían los cojos y paralíticos, y se
volvían sin muletas ni apoyo alguno.
SAN QUINTÍN. BAUTIZANDO. |
Espantado de esto Riccio Varo, pero no convertido, le hizo prender de nuevo, y después de ponerle en la tortura, y desgarrarle las carnes, rociárselas con aceite hirviendo, y abrasarle todo el cuerpo con hachas encendidas, viendo que aquella fortaleza sobrehumana conmovía a toda la ciudad de Amiens y amenazaba tumulto, mandó que cortasen al santo la cabeza.
TORTURAS DEL SANTO:
Reflexión: Gran maravilla fue que desde que recibió san Quintín el
bautismo, se abrasase en tanto celo de la conversión de los gentiles: pero no
es cosa rara, sino efecto ordinario de la gracia de Jesucristo, el sentir un
pecador que de veras se convierte, gran deseo de la conversión de los demás,
porque queda su alma tan esclarecida con la luz sobrenatural de la fe, y su
corazón tan satisfecho y tranquilo en su centro que es Dios, que quisiera que
todos los hombres gozasen de esta misma dicha, y así fuese más glorificado
Jesucristo, autor y consumador de nuestra fe.
Oración: Te rogamos, ¡oh Dios
todopoderoso! que
cuantos veneramos el nacimiento para la gloria de tu bienaventurado Quintín,
mártir, por su intercesión, crezca en nosotros el amor de su santo nombre. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
MANO DE SAN QUINTÍN. |
SEPULCRO DE SAN QUINTÍN- FRANCIA. |
FLOS SANCTORVM
DE LA FAMILIA CRISTIANA- 1949.
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