Su
amor a María fue extraordinario desde niño, cuando fue curado en el santuario
de la Virgen de las Gracias de Galatone. Especialmente amaba a la Virgen del
santuario de la Grottella y muchas veces se quedaba en éxtasis al contemplar su
imagen o simplemente al oír hablar de ella.
Virgen del santuario de la Grottella |
Según
cuenta el abad Rosmi: Me manifestó que, cuando encontraba una imagen de la Virgen, la
saludaba. Me enseñó a saludarla, diciendo: “Refugio
de los pecadores, madre de Dios, acuérdate de mí”. Me aseguró que a la Virgen le agradaba mucho que la
llamáramos madre de Dios.
Me contó fray Ginepro que un día fueron los novicios a la celda del
siervo de
El día de la fiesta de la Natividad de
la Virgen María, 8 de setiembre, celebró la
misa por obediencia en la capilla del noviciado. A ella estuvieron presentes el
maestro con los novicios; como tardaba mucho, salieron para las funciones de la
iglesia, quedando solo el novicio Francesco Antonio. Al “Memento” (Acordaos) de los vivos cayó en éxtasis hacia atrás,
quedando de rodillas con los brazos abiertos y los ojos fijos en el cielo por
buen espacio de tiempo. Después de la consagración de la hostia, casi no podía
levantarla en la elevación debido a la emoción, cantando en voz baja y tocando
tierra como la punta de los pies. A la comunión, de nuevo entró en éxtasis como
al principio y casi no podía decir “Domine, non sum
dignus” (Señor, no soy
digno). Comulgó y quedó
nuevamente en éxtasis con las manos en el pecho y, por fin, besó el suelo y
terminó la misa, que ese día duro tres horas.
El 8
de diciembre, fiesta de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, después del
ofertorio, tuvo un rapto hacia atrás, quedando en pie con los brazos abiertos
en el aire y los ojos fijos en la imagen de la Virgen durante media hora.
Después quedó de rodillas con las manos juntas sobre el pecho, se levantó y
comenzó a bailar cantando alegremente. Después de un rato continuó la misa y,
cuando quiso decir la oración de la comunión, lanzó un grito y tuvo otro vuelo
hacia atrás; y comenzó de nuevo a bailar en el aire con los ojos fijos en la
imagen de María, cantando. Ese día la misa
también duró tres horas.
Un vuelo espectacular fue el ocurrido el 30 de 1639 en la
basílica de Asís, donde voló hasta tocar el fresco de la Virgen de Cimabue, que
tenía mucha semejanza con su querida Virgen de la Grottella y que estaba a unos
8 metros de altura. La alcanzó
después de un vuelo de unos 30 metros desde donde estaba. Era tanto su amor a
la Virgen María que sólo con oír su nombre suspiraba y se elevaba en éxtasis.
“SAN JOSÉ DE
CUPERTINO
EL SANTO VOLADOR”
P.
ÁNGEL PEÑA O.A.R.
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