El celosísimo defensor de la Iglesia de Jesucristo, y patriarca de Alejandría san Eulogio, fué natural de Esmirna y vino al mundo en los calamitosos tiempos en que la herejía de Eutiques, Arrio y Nestorio turbaban la paz de la Iglesia.
Abrazó desde su mocedad la vida monástica en
su misma patria; y mientras los herejes eutiquianos derramaban
la ponzoña de sus errores en las cristiandades de Siria y de Egipto, el santo
estudiaba con diligencia en el silencio y retiro del monasterio las letras humanas
y divinas, y se adelantaba en el ejercicio de todas las virtudes, para defender
valerosamente la casa de Dios, y librar de los lobos las ovejas del rebaño de
Jesucristo.
Habiendo alcanzado gran caudal de ciencia, y
profundo conocimiento en las sagradas Escrituras y tradiciones de la Iglesia explicaba
en los concilios, y en los doctores más sabios y aprobados; fue sacado
de su soledad y ordenando presbítero, de mano de Anastasio patriarca de Antioquía.
Desde aquella sazón contrajo estrecha amistad
con san Eutiquio, patriarca de Constantinopla, y unió sus fuerzas con las de
este santo prelado para refrenar la osadía de los herejes.
Había fallecido ya el emperador Justiniano II,
después de un reinado de diez años, y sucedido en el trono imperial Tiberio Constantino,
que fué príncipe virtuoso y enemigo de los herejes, y deseando que ocupase la
silla de Alejandría un pastor sabio y celoso, puso los ojos en nuestro santo,
el cual por muerte del patriarca Juan, fué elegido a la dignidad patriarcal, y
resplandeció en ella muchos años como lumbrera de la Iglesia católica.
A los dos años de su consagración pasó a Constantinopla,
y acabó con feliz suceso algunos gravísimos negocios en bien de su iglesia; y
como viese en aquella corte a san Gregorio el Magno, trabó con él muy grande
amistad, de manera que desde que los dos santos se conocieron y trataron, no
parecían tener más que un solo corazón y una sola alma.
Compuso nuestro santo muchos libros de excelente doctrina para refutar
las herejías de los Acéfalos, y confundir las sectas de los Eutiquianos: escribió además otros seis libros para deshacer los errores
de los Novacianos de Alejandría, y en el quinto de ellos demuestra muy de
propósito, cuan dignos sean los santos mártires del culto y veneración que reciben
en la Iglesia católica.
San Gregorio
Magno, a cuyo juicio y censura sujetó el santo sus libros, le envió su
aprobación diciéndole: «No he encontrado cosa
alguna que no sea admirable en vuestros escritos.»
Finalmente después de haber gobernado santísimamente
su iglesia, y trabajado sin cesar por la entereza de la fe y extirpación de las
herejías, poco tiempo después de la muerte de su amigo el papa san Gregorio,
descansó en la paz del Señor, y fué a gozar de la recompensa de sus grandes
méritos y trabajos.
*
Reflexión: Muy
buena y loable era sin duda la amistad y unión que juntaba en uno de los dos
corazones de san Eulogio y de san Gregorio: porque no fundándose en carne y
sangre, ni en motivo alguno de terrenal interés, sino en Dios y en el aprecio que
ambos hacían de la santidad verdadera, se ayudaban mutuamente y se animaban a
hacer nuevos progresos en toda virtud y perfección.
Más cuando la amistad es de mal linaje y se
funda en malas aficiones, es grandemente perjudicial, y a los que traban tales
amistades, les hace peores que antes; porque no parece sino que en cada uno de
ellos se junta la maldad de todos.
Oración: Te
rogamos, oh
Dios omnipotente, que la venerable Solemnidad de tu bienaventurado
confesor y pontífice Eulogio, acreciente en nosotros la gracia de la devoción,
y la salud eterna. Por
Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
FLOS SANCTORVM
DE LA FAMILIA
CRISTIANA.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario