La esclarecida virgen y
gloriosa mártir de Cristo santa Justina nació en la ciudad de Antioquía de
padres gentiles; y habiendo abrazado la fe cristiana por la doctrina de un
celoso diácono, logró que también se convirtiesen sus padres y recibiesen el
santo bautismo.
Aunque era Justina hermosa por extremo y de excelentes gracias
naturales; resplandecía a los ojos del Señor su alma mucho más por la hermosura
de sus virtudes, y especialmente por su limpieza virginal, que consagró a su
esposo Cristo.
Había puesto los ojos en Justina y
enamorándose de ella un mancebo poderoso y lascivo, por nombre Agladio; el cual, por todos los
medios que suele emplear el amor ciego, procuró atraerla a su voluntad; más
ninguno bastó para vencer el propósito de la santa virgen.
No desmayó Agladio; sino que tomó por postrer
remedio el favorecerse de un mal hombre, que con artes diabólicas doblegase la
voluntad de Justina.
Se llamaba Cipriano
aquel
hombre y habitaba en la misma ciudad de Antioquía.
A éste descubrió Agladio lo que pretendía, diciéndole cuan inútiles habían
sido los medios empleados, y que le socorriese con sus artes poderosas y sobrehumanas;
que se lo pagaría liberalmente y quedaría su perpetuo esclavo.
Admitió Cipriano la propuesta, y empezó a poner
por obra su mal intento; y después de haber usado contra la santa todas sus
artes y embustes, quedó corrido y avergonzado, porque Justina con el favor de
Cristo, con la oración y el ayuno, y con la señal de la cruz, siempre triunfó
gloriosamente del enemigo.
Asombrado de lo
que veía, consultó Cipriano al demonio; el cual le respondió que contra los
adoradores de Cristo ningún poder tenía él: de esto entendió que
Jesucristo era verdadero Dios, y determinó hacerse cristiano, como lo hizo,
renunciando al demonio y bautizándose, y viviendo con tal fervor, que fué
ordenado de diácono, y resplandeció en gran santidad y muchos milagros.
Y porque por medio de Justina había recibido de Dios tantas mercedes,
tuvo siempre gran cuenta de ayudarla y de llevar adelante sus santos propósitos,
siendo ella como madre de buen número de doncellas que vivían juntas y servían
al Señor con gran pureza.
En esto un conde llamado Eutolmio los mandó prender; y a Cipriano le hizo atormentar y rasgarle los costados con
uñas aceradas: a Justina, después de haberla bárbaramente abofeteado, la hizo
azotar con duros nervios: luego a él le pusieron en la cárcel; a ella en una
casa honrada: y a los pocos días, fueron traídos al conde, el cual como viese
su perseverancia en la fe, los mandó echar en una caldera llena de pez, sebo y
resina derretida; mas siendo quemado Atanasio, sacerdote de los gentiles, los
dos santos salieron sin lesión del tormento.
De allí fueron llevados a Nicomedia; donde
después de haber padecido otros tormentos con grande ánimo y alegría, los
degollaron.
SANTA JUSTINA. |
SAN CIPRIANO. |
Sus sagrados cuerpos, abandonados e
insepultos, Dios los conservó enteros y sin corrupción.
Reflexión: En las
maravillas de santa Justina y en la conversión de san Cipriano resplandece con
grande gloria la virtud de la señal de la cruz: porque
por ella venció la santa todas las artes diabólicas; y viendo Cipriano la poca
fuerza que tenían los demonios, y que no podían prevalecer contra ella,
determinó abrazar la fe, y comenzar una vida santa: ¿por qué, pues,
no hemos de amarnos de la santa cruz haciéndola con toda reverencia en nuestras
tentaciones y peligros?
Oración: Ayúdenos,
oh Señor, el favor continuo de los
bienaventurados mártires Cipriano y Justina, ya que no cesas de mirar con
benignos ojos a los que concedes que con tales socorros sean ayudados. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
FLOS SANCTORVM
DE LA FAMILIA
CRISTIANA.
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