El seráfico
joven san Estanislao de Kostka fué hijo de padres nobles, y señores de una de
las más ilustres casas de Polonia.
Luego que tuvo
conocimiento de Dios, se sintió inclinado a amarle; y confesaba después él
mismo, que el primer uso de su razón fué ofrecerse al Señor.
Era en extremo hermoso, y de tan angelical
pureza, que bastó para causarle un desmayo una palabra algo libre que se dijo
en su presencia.
Gustaba de vestir sencillamente, aborrecía
el juego, huía de las conversaciones peligrosas, y estaba siempre ocupado en el
estudio o en la oración.
Hasta la edad de catorce
años estudió en casa de sus padres, teniendo por ayo y maestro a Juan Bilinski,
más tarde canónigo de la iglesia de Plock.
Pasó después a Viena de Austria a un
seminario de nobles gobernado por padres de la Compañía de Jesús, y allí
estudió con un hermano suyo llamado Pablo, el cual era de pensamientos y
costumbres muy contrarios a los de Estanislao.
Por haberse cerrado aquel seminario, los dos
hermanos se hospedaron en la casa de un hereje luterano, lo cual fué ocasión a Pablo,
de mayor libertad, y a Estanislao, de ser blanco de las iras de su hermano, que
le miraba como censor importuno de sus liviandades: y así le sonrojaba en
cualesquiera ocasiones, hacía mofa de sus prácticas piadosas, le llamaba de necio
y mentecato; y llevó su enojo hasta poner en él las manos con extremado rigor.
Estos malos
tratamientos, unidos con la aspereza de su vida penitente, le acarrearon una
enfermedad mortal.
Pidió en vano el santo mancebo los
Sacramentos; y como se los negasen, recibió el santísimo
Viático que los ángeles le trajeron del cielo: se le apareció la Virgen santísima, le puso en
los brazos el divino Niño, y le mandó que entrase en la Compañía de Jesús.
Con estos soberanos favores y regalos se
sintió repentinamente sano y convalecido.
Estorbándole la entrada
en la Compañía el temor de su padre, se vistió un hábito de peregrino y huyó a
pie, y pidiendo limosna, con intento de no parar hasta lograr lo que tanto
deseaba.
Llegando finalmente
a Roma, fué recibido en la Compañía por san Francisco de Borja.
Diez meses vivió en el noviciado, hecho un
serafín de amor divino.
Se arrobaba con
frecuentes éxtasis, tenía el rostro siempre encendido, y a veces
resplandeciente, los ojos llenos de tiernas lágrimas: y eran tales los ardores
de su pecho, que aun en el rigor del invierno, había de templarlos con paños
empapados en agua fría.
Así, pues,
consumido más del amor que de la calentura, murió el día de la Asunción de la
Virgen, a quien tenía una devoción tierna y filial, y fué a contemplar el soberano
triunfo de su divina Madre en los cielos, habiendo vivido en la tierra solo
diez y ocho años.
Reflexión: Encanto de los hombres y embeleso de los ángeles fué Estanislao durante
los cortos años de su vida mortal.
Por su encendida caridad, mejor le juzgaríamos ardoroso Serafín,
que mero ser humano.
Alma soberanamente grande,
aunque encerrada en cuerpo pequeño, así supo aspirar a lo infinito, que
despreció todo lo finito, repitiendo una y otra vez a la vista de los más
seductores bienes de la tierra: Para mayores cosas nací.
Oración: Oh Dios, que, entre otros milagros de tu sabiduría, conferiste la gracia de una
santidad madura aun a la tierna edad; te rogamos nos concedas, que, resarciendo
con santas obras el mal empleo del tiempo pasado, a ejemplo de san Estanislao
nos apresuremos a entrar en el eterno descanso. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
FLOS
SANCTORVM
DE
LA FAMILIA CRISTIANA-1946.
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