San Sotero, papa y
mártir, fué natural de la ciudad de Fundi, que es en la provincia de la
Campania, en el reino de Nápoles. Fué hijo de Concordio, y sucedió en el
pontificado a Aniceto, y vivió en él nueve años y siete meses y veintiún días,
según el libro de los pontífices, que anda en nombre de san Dámaso, y según
Platina, nueve años, tres meses y veintiún días. Aunque el cardenal Baronio no
le da sino cuatro años menos once días, que es señal que no hay cosa cierta del
tiempo de su pontificado, que fué siendo emperadores Marco Aurelio, Antonino y
Lucio Vero, su hermano. Celebró tres veces órdenes en el mes de Diciembre, y
ordenó en ellas diez y ocho presbíteros, nueve diáconos y once obispos. Escribió dos epístolas decretales, la primera a los
obispos de Campania, en la cual trata de la fe de Cristo, y otra para los obispos
de Italia, en que manda que las monjas y vírgenes consagradas a Dios no toquen
los corporales y paños sagrados, ni ofrezcan incienso en el altar; y que el
jueves santo todos se comulguen, si no fueren los que por sus culpas estuvieren
excluidos. Y declaró que no se debe guardar el juramento de cosa ilícita y
mala. Finalmente, derramó su sangre por el
Señor, y fué coronado de martirio el 22 de abril del año de 179, y fué
sepultado en la Vía Apia, en el cementerio de Calixto. A san Sotero alaba mucho
san Dionisio, obispo de Corinto, en una epístola que escribió a los
romanos, y dice de él que era muy benigno y limosnero, y que gastaba las riquezas de la
Iglesia romana en socorrer y sustentar a los siervos de Dios, y en recoger y
acariciar a los que venían a la sede apostólica, recibiéndolos como padre
suavísimo y exhortándolos a toda virtud.
En este mismo día celebra la Iglesia la
fiesta de san Cayo, papa y
mártir, el cual fué de Dalmacia, su padre se llamó Cayo como él, y fué pariente
del emperador Diocleciano; y huyendo de su rabia y crueldad con que perseguía a
los cristianos, estuvo escondido en alguna s cuevas con Gabinio, su hermano, y
Susana, su sobrina y virgen purísima; finalmente, fueron descubiertos y
murieron por la fe, los tres, con grande fortaleza y constancia, en la
persecución del mismo emperador Diocleciano. Hizo Cayo un decreto en que manda
que el que ha de ser obispo, primero suba por los grados de ostiario o portero,
lector, exorcista, acólito, subdiácono, diácono y presbítero. Hizo cuatro veces
órdenes por el mes de diciembre, y ordenó veinticinco presbíteros, ocho
diáconos y cinco obispos. Tuvo el pontificado, según Dámaso, once años, cuatro
meses y doce días; y según el cardenal Baronio, doce años, cuatro meses y cinco
días. Escribió una epístola muy grave y digna de
tan santo pontífice, de la Encarnación del Verbo Eterno, llena de grande
elocuencia. Fué martirizado el año del Señor de 296, el 22 de abril, y en él celebra
la Iglesia su fiesta. Fué su santo cuerpo sepultado en el cementerio de
Calixto.
(P. Ribadeneira.)
LA LEYENDA DE ORO—1896.
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