Santa
Clotilde, gloriosísima reina de Francia, fue hija de Chilperico, hermano menor
de Gondebaldo, tirano rey de Borgoña que quitó la vida a él, a su mujer y a los
demás hermanos suyos, por usurpar la corona.
En esta lamentable tragedia solo fueron
perdonadas dos hijas de Chilperico, de las cuales una fue nuestra santa
Clotilde.
Se crio en la corte de
su tío y aunque se hallaba entre herejes arrianos le deparó el Señor quien la
instruyese en las cosas de la verdadera fe.
Por su extraordinaria hermosura, honestidad
y discreción la pidió y la alcanzó por esposa Clodoveo, potentísimo rey de
Francia.
Clodoveo, potentísimo rey de Francia. |
Procuró ella a su
vez ganar a su rey esposo para Jesucristo, persuadiéndole que dejase la vana
idolatría, y aunque él prometía de hacerlo así, no lo acabó consigo hasta que
una grande necesidad y aprieto ablandó y rindió su corazón: porque en una
batalla que libró contra los alemanes, siendo él muy inferior en fuerzas,
levantó el corazón al cielo y dijo: «El verdadero Dios de mi mujer
Clotilde me valga»; y habiendo conseguido
la victoria, no solamente se bautizó como había prometido, sino que también
acabó de desterrar de su reino la idolatría y levantó en París la iglesia mayor
san Pedro y san Pablo, llamada después Santa Genoveva y envió su real diadema,
conocida hoy con el nombre de reino, al sumo pontífice Hormisdas, significándole
por aquel presente que dedicaba su reino a Dios.
BAUTISMO DE CLODOVEO |
Muerto el rey, se retiró su santa esposa a
Tours donde pasó el resto de sus días en oraciones, vigilias, penitencias, y
muchas obras de caridad y beneficencia propias de su magnífico y real ánimo.
Predijo el día de su muerte un mes antes que
sucediese y en su última enfermedad llamó a sus dos hijos Childeberto rey de
París, y Clotario rey de Soissons, y los exhortó con santas palabras y maternal
autoridad a mirar por la honra de Dios, a conservar entre sí la paz y concordia
y hacer justicia y misericordia a los pobres.
Recibió después con tiernísima
devoción los sacramentos de la Iglesia, hizo pública profesión de fe y entregó
su alma preciosa en las manos del Criador.
Su cadáver fue sepultado con el de su marido el rey
Clodoveo en la iglesia de santa Genoveva, e ilustró el Señor su sepulcro con
muchos milagros.
Reflexión: Bárbaro y
gentil era el rey Clodoveo; y por las oraciones y piadosas instancias de santa
Clotilde dejó la vana idolatría y abrazó la fe de nuestro Señor Jesucristo.
¡Oh! ¡cuánto valen y pueden delante de Dios
las súplicas y lágrimas de una esposa, para alcanzar la conversión de su
marido!
Entiéndanlo bien las señoras que tienen el
marido apartado dela religión y de la fe; porque si no cesan de rogar por él y
de exhortarle con oportunos avisos, alcanzarán del Señor su conversión.
En esto han de manifestarle principalmente
su amor; porque ¿qué
cosa más para sentirse y llorarse, que verse eternamente separados el uno del otro,
dos consortes, que mucho se amaban, por haberse salvado la mujer fiel y condenándose
el marido infiel?
Y ¿qué mayor ventura pueden desearse, si de veras se aman,
que la de poderse unir eternamente con los más dulces e inquebrantables lazos
del amor en la gloria del paraíso, donde la esposa gozará de la vista y compañía
de su esposo glorioso y el esposo de la regalada presencia y conversación de su
esposa glorificada, sin temor ninguno de que la muerte pueda separarlos jamás,
ni de que tribulación alguna pueda menoscabar un punto su gozo y felicidad
beatífica?
Oración: Óyenos,
oh Dios autor de nuestra salud, para que los que nos alegramos en
la festividad de la bienaventurada Clotilde, seamos enseñados en el afecto de
la piadosa devoción. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
FLOS SANCTORVM
DE LA FAMILIA CRISTIANA.
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