La gloriosa virgen y mártir santa
Margarita, que los griegos y algunos autores llaman Marina, fué natural de la
ciudad de Antioquía de Pisidia, e hija de un famoso sacerdote de los dioses,
llamado Edisio.
La crio una buena mujer, la cual le infundió con la leche la fe cristiana
y la educó en santas costumbres.
Se enternecía sobremanera cuando oía decir
los suplicios con que los santos mártires eran despedazados, y la constancia y
fortaleza con que los padecían; y le venía gran deseo de imitarlos y de morir como
ellos por Jesucristo.
Por esta causa era aborrecida y maltratada de su padre idólatra y sacerdote
de los ídolos, el cual llevó su inhumanidad hasta el extremo de acusarla y de
ponerla en manos del impío presidente Olibrío.
Se había enamorado este tirano de la belleza de Margarita, y no pudiendo
atraerla a su voluntad con astucia ni con fuerza, trocó todo el amor en odio, y
quiso vengarse de ella con tormentos.
La mandó tender en el suelo, y azotar cruelísimamente,
hasta que de su delicado cuerpo saliesen arroyos de sangre, lo cual, aunque
hizo derramar lágrimas de pura lástima al pueblo que estaba presente, no ablandó
el pecho de la santa virgen, que parecía no sentir aquellos despiadados azotes como
si no descargaran sobre ella.
La llevaron después arrastrando a la cárcel, donde rogando la santa con
gran devoción al Señor que le diese fortaleza y perseverancia hasta el fin, oyó
un temeros ruido, y vio al demonio en figura de un dragón terrible que con
silbidos y un olor intolerable se llegó a ella como que la quería tragar.
Más la cristiana virgen, armándose con la señal
de la cruz, le ahuyentó, y luego aquel oscuro calabozo resplandeció con una luz
clarísima y divina, y se oyó una voz que dijo: «Margarita, sierva de Dios,
alégrate, porque has vencido».
Al día siguiente la mandó el juez comparecer delante de sí y con grande
asombro observó que estaba sana de sus heridas, y llamándola hechicera, la
mandó desnudar y con hachas encendidas abrasar los pechos y costados.
Después ordenó que trajesen una gran
tina de agua, y que echasen en ella a la santa virgen atada, de suerte que sin poderse
menear se ahogase.
Y cuando la sumergían en el agua, bajó una claridad grandísima, y una
paloma que se asentó sobre la cabeza de la santa.
Por este milagro se convirtieron muchos de los que presentes estaban, en
los cuales el presidente ejercitó su crueldad, dando sentencia que así ellos
como la santa fuesen degollados.
Al tiempo que el verdugo estaba con la espada en la mano para ejecutar la
sentencia, tembló la tierra con súbito terremoto, y animando la misma santa al verdugo,
fué degollada y recibió de mano de su amorosísimo y celestial Esposo la corona
doblada de su virginidad y martirio.
*
Reflexión: En
el martirio de esta santa doncella vemos cumplida aquella palabra del Señor que
dijo: «Vine
a separar el hijo de su padre y la hija de su madre», porque siendo tan contraria la
santidad del Evangelio a la impiedad de la antigua superstición, era imposible
que en una misma familia viviesen en paz cristianos e idólatras.
Estos
infieles, a falta de verdad, echaban mano de la fuerza y violencia contra los
fieles de Cristo, como se ve en el martirio de nuestra santa.
Y ¿de dónde nacen ahora las persecuciones
que padecen los buenos católicos de los impíos, sino de la enemistad
irreconciliable de la impiedad con la fe y del vicio con la virtud?
*
Oración: Te suplicamos, Señor, que nos alcances
el perdón de nuestros pecados por la intercesión de la bienaventurada virgen y
mártir Margarita, que tanto te agradó por el mérito de su castidad y por la
manifestación de tu soberana fortaleza. Por Jesucristo,
nuestro Señor. Amén.
FLOS SANCTORVM
DE LA FAMILIA
CRISTIANA.
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