El amorosísimo padre de los
pobres san Vicente de Paúl, parece que fué de nación español, aunque varios
autores de su vida dicen que nació en el lugar de Ranquines de la parroquia de
Puy, en Francia.
Le habían puesto sus padres, que eran unos pobres labradores, a guardar
el ganado; más como le viesen hábil para las letras, le enviaron a una escuela
de los padres franciscanos que estaban en la ciudad de Acqs.
Habiéndose graduado de bachiller en la universidad de Tolosa, y ordenándose
de sacerdote, enseñó por algún tiempo la sagrada teología.
Más el Señor, que le había escogido para que ilustrase al mundo con el
resplandor de sus virtudes y señaladamente de su caridad, le puso en el crisol de
la tribulación.
Porque haciéndose a la vela para ir desde Marsella a Narbona, en el golfo
de León fué asaltada la nave por unos corsarios moros, los cuales mataron bárbaramente
al patrón y a otros que iban con él, e hirieron con flechas a casi todos los
demás, y entre ellos a nuestro Vicente, y cargándoles de cadenas los llevaron a
Túnez.
Aquí, despojado el santo de sus vestidos, encadenado, y mal cubierto con
un pobre sayal, como vil esclavo, fué llevado por las calles y vendido a un pescador.
Fué comprado después por un viejo médico químico, el cual lo entregó a
un sobrino, bárbaro de secta y de costumbres, y paró finalmente en poder de un
renegado.
No se pueden decir los grandes trabajos que pasó el santo todo el tiempo
de su esclavitud, que fué como el noviciado de su vida santísima.
Convirtió al renegado, el cual fué con san Vicente a Roma, y entró en el
austero convento de unos religiosos llamados Fate ben Fratelli que servían en
los hospitales bajo la regla de san Juan de Dios.
Se encaminó luego el santo a París, donde se consagró al servicio de los
pobres enfermos del hospital de la Caridad, y pasando después a los condenados
a galeras fundó para socorrer a aquellos infelices la Casa Misión de Marsella,
donde por librar a uno de los galeotes en extremo afligido, se ofreció a ocupar
su lugar y llevar sus hierros, de lo cual le quedó en los pies una hinchazón
que le duró todo el resto de la vida.
Fundó la Congregación, llamada de la Misión, de
clérigos seculares y fervorosísimos misioneros; instituyó la Cofradía de hombres
para asistir a los enfermos, la Hermandad de las Hijas de Caridad para los
enfermos de cada parroquia la llamada de la Caridad para los grandes hospitales,
y la de las Damas de la Cruz para la educación de las niñas.
Promovió las fundaciones de los grandes hospicios de París para los
niños expósitos; socorrió con gruesas limosnas a los pobres de las provincias
de Lorena y de muchas poblaciones asoladas por la guerra y el hambre, y asistió
al rey Luis XIII, que puesto en el último trance murió consolado en los brazos
del santo.
Finalmente, lleno de días y de méritos, a
los ochenta y cinco años de su edad, dio su espíritu al Señor.
Reflexión: Apenas se derramó en París la triste nueva del
fallecimiento de san Vicente de Paúl, no se oía en toda la ciudad más que esta
sola voz: «Ha
muerto el santo».
Le lloraron los huérfanos, le lloraron las
viudas y todos los pobres exclamaron con lágrimas: « ¡Ha muerto nuestro padre!».
Sacerdotes
y prelados, caballeros y damas, senadores y príncipes hicieron gran sentimiento
por su muerte y comenzaron a venerar su sepulcro, glorificado por el Señor con
grandes prodigios, y con la perfecta incorrupción del sagrado cadáver.
Oración: Oh Dios,
que
revestiste de apostólica fortaleza al bienaventurado Vicente para que
evangelizase a los pobres y promoviese el decoro del Orden eclesiástico, te
rogamos nos concedas seamos instruidos con los ejemplos de sus virtudes. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
FLOS SANCTORUM
DE LA FAMILIA CRISTIANA.
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