COMENZAMOS: 13 de marzo.
FINALIZAMOS: 21 de marzo (fecha de su
festividad).
Aviso:
Antes de la Novena es muy conveniente que las personas que deseen practicar
este piadoso ejercicio determinen exactamente las gracias o favores que desean
alcanzar de Dios por intercesión del Santo.
Por la señal, etc.
Acto de contrición.
Señor
mío Jesucristo, que
quisiste tomar forma de siervo y nacer de una Virgen Purísima, muriendo en una
cruz para librarme del pecado y del infierno, acordaos de vuestra infinita
caridad, ten piedad de mí, pobre pecador, que, oprimido con el peso de mis culpas
y confesando su malicia, me arrepiento de ellas, y me pesa de lo íntimo de mi
corazón de haberlas cometido, por ser ofensas a vuestra bondad inmensa, a quien
amo sobre todas las cosas. Propongo firmemente, con el auxilio de vuestra
gracia, nunca más pecar. Haced, Señor, por los méritos e intercesión de vuestro
fiel siervo San Benito que no me rinda a las asechanzas del común enemigo,
antes bien me mantenga constante en el propósito que hago de no ofenderos más,
y así consiga, con vuestra gracia, perseverar en vuestro amor hasta el último
instante de mi vida, para continuar amándoos, bendiciéndoos y alabándoos por
toda la eternidad en el cielo. Amén.
ORACIÓN PARA TODOS LOS
DÍAS
Señor
Dios Todopoderoso, que
queréis ser glorificado en vuestros Santos, haciéndoles participantes de
vuestras riquezas y de vuestro poder; Vos que habéis ensalzado a vuestro fiel
siervo Benito llenándole del espíritu de todos los justos y concediéndole gran
poder ante vuestro divino acatamiento para ayudar a cuantos le invocan con amor
y confianza; otorgadnos, Señor, por intercesión del Glorioso Patriarca la
gracia de imitar sus virtudes y de sentir los efectos de su particular
devoción. Por Jesucristo Nuestro Señor que con Vos vive y reina por los siglos
de los siglos.
—Amén.
DÍA OCTAVO (20 de marzo).
Muerte o tránsito glorioso de San
Benito.
PRIMER PUNTO. —Benito,
que desde su infancia había servido al Señor, considerando los bienes
celestiales y eternos que Dios ha preparado a cuantos le aman; Benito, que
siempre tuvo su mirada en los cielos, y que, merced a la divina bondad de Dios,
saboreó anticipadamente las delicias inefables de la celestial Jerusalem; Benito que
hablaba con placer de ellas, comunicando el aprecio que de ellas hacía a las
almas con quienes conversaba, viviendo en este mundo, tenía un paraíso en su
alma. Por eso la muerte que tanto horror suele causar, era para ella cosa más
ardientemente deseada como el término de este destierro y el mensajero de la
felicidad eterna. Jesucristo se había dignado revelarle el día y la hora de su
tránsito glorioso, y seis días antes mandó abrir el sepulcro en que debían
descansar sus restos mortales, para enseñarnos a todos que para no tener horror
a la muerte el mejor remedio es tenerla siempre presente. Durante seis días le
consumió una recia fiebre, y el día último de su enfermedad mandó que sus hijos
le llevasen a la iglesia, donde, de pie, recibió el Viático, y en brazos de sus
discípulos, con las manos levantadas al cielo, pronunciando fervorosa oración,
entregó su espíritu a Dios. ¡Qué valor, qué energía de alma de este varón esclarecido
al disolverse las fuerzas de su cuerpo! ¡Qué dicha la de aquellos discípulos suyos
que presenciaron tan santo fin y vieron cómo mueren los justos como Benito! Sin
embargo, no
temamos afirmar que mucho más dichosos han de ser los que, imitándole, merezcan
seguirle en la alegría de su triunfo.
SEGUNDO PUNTO. —Hallándose
un día Santa Gertrudis en oración contemplando el fin
glorioso de su padre San Benito, le suplicó que él, en consideración
de tan excepcional privilegio como había tenido de morir de pie y exhalando una
oración junto al altar, se dignara favorecerla en la hora de su muerte. El
santo la contestó entonces: “Cualquiera que me trajere a la memoria las mercedes que el
Señor me hizo al morir sentir a mi auxilio en el trance terrible de la muerte
pues yo, como fiel abogado, le defenderé contra el diablo y sus asechanzas,
para que salga libre de sus redes y vaya conmigo a gozar de la gloria por los
siglos infinitos”.
Tal ha sido el motivo y principio de tomar
como protector de la buena muerte con San José al glorioso San Benito, y todos
sus verdaderos hijos y devotos se encomiendan a él todos los días felicitándole
por su dichos o tránsito y pidiéndole asistencia en la suprema hora.
Encomendémonos también nosotros a él con
fervor: siendo muchos los que han experimentado su ayuda ¿podrá abandonarnos a
nosotros que queremos ser fieles hijos suyo?
Obsequio. En memoria de la santa
muerte de Benito representarnos la nuestra y pedirle con el corazón, viendo
nuestros apuros, su asistencia provechosa.
—A esta intención, y además
para alcanzar la gracia especial que se le pida en la Novena, rezaremos tres Padre
nuestros y tres Ave Marías con Gloria Patri.
—Aquí se cantan los gozos, y al fin de
ellos se puede decir la oración que sigue:
GOZOS AL GLORIOSO PADRE SAN
BENITO
Estribillo.
—Benito, de tus devotos
Fiel y amante protector,
Ven y lleva nuestros votos
Hasta el trono del Señor.
Salve
¡oh preclaro Benito,
Brillante
sol del Casino
Cuyo
fulgor peregrino
A
la Europa iluminó;
Salve
egregio patriarca
De
los monjes de Occidente,
Salve
estrella refulgente
De
la célica mansión.
Estribillo. —Benito, de tus devotos
Fiel y amante protector,
Ven y lleva nuestros
votos
Hasta el trono del Señor.
De
noble estirpe nacido,
Ya
de la ciencia anheloso,
A
Roma vas presuroso
Como
a foco del saber;
Pero
Dios, que complacido
En
ti sus ojos fijara,
Otro
lugar te prepara
Donde
vayas a aprender.
Estribillo.
—Benito, de tus devotos
Fiel y amante protector,
Ven y lleva nuestros
votos
Hasta el trono del Señor.
Por
eso dejas familia
Y
placeres seductores
Y
pasajeros honores
Y
a Cristo buscando vas;
Y
en la gruta de Subiaco
A
retirarte convida
Donde
comiences la vida
Que
el cielo te ha de ganar.
Estribillo. —Benito, de tus devotos
Fiel y amante protector,
Ven y lleva nuestros
votos
Hasta el trono del Señor.
Mirando
tu santa vida
El
enemigo envidioso
Mueve
sus artes mañosos
Con
una vil tentación,
Pero
tú, muy confiado
En
los divinos favores,
Entre
espinas los furores
Burlas
del fiero dragón.
Estribillo.
—Benito, de tus devotos
Fiel y amante protector,
Ven y lleva nuestros
votos
Hasta el trono del Señor.
Marchas
de aquí perseguido
¡Oh
Benito! hasta Casino
Donde
te reserva el destino
Una
misión sin igual.
Y
tú vista allí tendiendo
Ves
mil bárbaras naciones
Que
gimen en las prisiones
Del
enemigo infernal.
Estribillo.
—Benito, de tus devotos
Fiel y amante protector,
Ven y lleva nuestros
votos
Hasta el trono del Señor.
Ardiendo
de santo celo
Con
tu código divino
Abres
un nuevo camino
A
numerosa legión.
Que
cual rápido torrente
Se
desborda, avasallando
Por
doquier, y predicando
De
Cristo la religión.
Estribillo.
—Benito, de tus devotos
Fiel y amante protector,
Ven y lleva nuestros
votos
Hasta el trono del Señor.
A
su frente y con la cruz
Rindes
a aquellas naciones
Que
Roma con sus legiones
Nunca
pudo dominar,
Y
aquellas incultas gentes
Cual
leones antes fieros
Vienen
cual mansos corderos
Su
cerviz a presentar.
Estribillo.
—Benito, de tus devotos
Fiel y amante protector,
Ven y lleva nuestros
votos
Hasta el trono del Señor.
Tus
virtudes eminentes
Prueban
milagros sin cuento,
Y
no se da un elemento
Que
te pueda resistir;
Mauro
camina en las aguas
Cual,
por suelo resistente,
Ordenas
y clara fuente
Ves
de una roca salir.
Estribillo.
—Benito, de tus devotos
Fiel y amante protector,
Ven y lleva nuestros
votos
Hasta el trono del Señor.
Rómpese
á la cruz la copa
Que
veneno encierra y muerte
Al
niño yerto é inerte
Vida
muy pronto le das.
Recobra
el ciego la vista,
La
salud el moribundo,
Huye
a tu vista al profundo
Averno
el fiero Satán.
Estribillo.
—Benito, de tus devotos
Fiel y amante protector,
Ven y lleva nuestros
votos
Hasta el trono del Señor.
De
la muerte a los umbrales
Y
al oratorio llevado,
De
tus hijos circundado
No
tardas en espirar;
Pero
ven que tu alma pura
Por
una luciente vía
Resplandeciente
subía
Del
alto cielo a gozar.
Estribillo.
—Benito, de tus devotos
Fiel y amante protector,
Ven y lleva nuestros
votos
Hasta el trono del Señor.
¡Oh
padre! Padre amoroso,
Haz
que tus huellas siguiendo
Y
tus mandatos cumpliendo
En
el valle del dolor,
Ese
camino, tomemos
Que
te llevó luminoso
Á
ese puerto venturoso
De
la gloria y del amor.
AMÉN
—Ora pro nobis Sancte Pater Benedicte.
R) Ut digni efficiamur
promissionibus Christi.
OREMUS
Excita, Domine, in Ecclesia tua Spiritum, cui Beatus Benedictus
Abbas servivit, ut eodem nos repleti studeamus amare quod amavit, et opere
exercere quod docuit.
En castellano. —Renovad, Señor, en vuestra
Iglesia el espíritu a quien sirvió el glorioso San Benito, para que, llenos de
ese mismo espíritu, nos apliquemos a amar lo que él amó y a poner por obra sus
enseñanzas.
—Amén.
ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS
Os saludamos con filial afecto, ¡oh
gloriosísimo Padre San Benito! vaso
de elección, varón angélico, obrador de grandes maravillas, cooperador de
Cristo en la obra de la salvación y santificación de las almas.
¡Oh Patriarca de los monjes! Mirad desde el cielo la viña que
planto vuestra mano. Seguid levantándola de su postración, multiplicad y
santificad el número de vuestros hijos; florezca entre ellos el espíritu de
vuestra Santa Regla. Proteged de un modo especial a cuantos con filial cariño se
une a vuestros monjes y se ponen bajo vuestro amparo y paternal
protección.
¡Oh Protector de la Iglesia! Ayudad al Sumo Pontífice y a cuantos están
encargados de guardar la grey de Cristo. Suscitad celosos misioneros que, como
en otros tiempos lo hicieron vuestros hijos, esparzan por doquiera la semilla
del Evangelio; defended asimismo las ordenes religiosa de los crueles ataques
de sus enemigos.
Rogad
por todos los fieles cristianos y alcanzadnos a todos ¡oh Santo Padre! Una muerte
tranquila y santa como la vuestra; apartad de nosotros en aquella hora suprema
las asechanzas del enemigo visitándonos con vuestra dulce presencia y no nos
abandonéis hasta que, libre nuestra alma de los lazos del cuerpo, vaya a gozar
en vuestra compañía de la eterna bienaventuranza. Amén.
Fué revelado a Santa Gertrudis por el mismo
San Benito que asistiría el santo a la hora de la muerte a todos los que en
vida hubiesen rezado esta oración.
Tiene, además, indulgencia plenaria concedida por el Papa
Clemente XIV. Y otra concedida por S. S. León P. XIII á los que recen la misma
oración durante los nueve días que preceden la fiesta de San Benito y cumplan
las condiciones acostumbradas.
NOVENAS VARIAS (1883)
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