El
doctísimo y santísimo pontífice san Dámaso fué español de nación; algunos
piensan que fue natural de Tarragona; otros que fué de Madrid, y en la iglesia
de San Salvador de esta villa hay una inscripción que lo dice.
Fué muy insigne pontífice y muy alabado de
los escritores de su tiempo. Teodoreto dice
que le llamaban «varón admirable digno de toda alabanza y
que resplandecía en toda virtud.»
San Jerónimo, su secretario y grande amigo, dice que «fué virgen limpio y sin mancilla».
San Ambrosio, «que fué
elegido por juicio divino»; y en el sexto
concilio diamante de la Fe, por la gran firmeza con que la defendió de los
herejes.
Sucedió en el pontificado a Liberio papa, cuyo
vicario y presbítero había sido.
Hubo en tiempo de este santo pontífice
muchos herejes que con nuevas y falsas opiniones turbaban la paz de la Iglesia
católica, especialmente en las provincias de oriente: y para cortarlas de raíz
persuadió san Dámaso al grande y religiosísimo emperador Teodosio, que también
era español, que se juntase concilio general en Constantinopla; y así se hizo,
y todos los obispos unánimes confesaron la fe del concilio Niceno, y condenaron
a Macedonio y otros herejes.
Hizo después el emperador Teodosio, en
compañía de los emperadores Graciano y Valentiniano,
una ley que mandaba que todos los súbditos de su imperio siguiesen la religión
que enseñó san Pedro en Roma, y el pontífice Dámaso seguía.
Edificó san
Dámaso dos templos, uno dentro de la ciudad de Roma en honra del invictísimo
mártir san Lorenzo, y otro fuera de la vía Ardeatina en las catacumbas, y le
enriqueció con varios y ricos dones.
Halló muchos cuerpos de mártires, cuyos
sepulcros ilustro con versos elegantes.
Se sirvió de san Jerónimo para
responder a las dudas y consultas de todas las iglesias de la cristiandad, que acudían
a la sede apostólica, y le estimó y le honró tanto por su excelente sabiduría y
santidad, que él mismo, siendo sumo pastor y maestro de toda la Iglesia, como
si fuera su discípulo, le proponía las dificultades que tenía en la sagrada
escritura, para que él se las declarase.
Dio autoridad a la traslación del Viejo
Testamento que el santo doctor había hecho, habiéndose usado comúnmente en la Iglesia,
hasta aquel tiempo, la de los Setenta intérpretes.
Finalmente, habiendo
gobernado santísimamente la nave de san Pedro diez y ocho años comenzados, y
siendo ya de edad de ochenta, lleno de virtudes y merecimientos, pasó de esta
vida temporal a la eterna.
En vida
restituyó la vista a un ciego que hacía trece años que estaba sin ella, y después
de muerto este santo Papa obró el Señor por él muchos milagros.
Reflexión: Si fué virgen y
limpio de corazón, como lo afirma san Jerónimo, su íntimo amigo y secretario,
no tienes que preguntar ni por su celo en propagar la fe, ni por su firmeza en
defenderla.
Lo
que debilita al hombre, y hasta acaba con sus fuerzas así espirituales como
corporales, son los vicios.
De
ellos se ha dicho sabiamente que son la polilla del alma y del cuerpo.
Si
te encanta esa energía del santo (¿a quién no encanta virtud tan excelente?),
ya sabes el secreto.
La
limpieza del corazón aumentará tu valor.
Al paso que hombres al parecer vigorosos, decaen de ánimo
ante obstáculos que sólo tienen el nombre de tales, uno dado a la virtud,
romperá fácilmente por todos ellos y saldrá adelante en las empresas de la
gloria de Dios.
Oración: Oye, Señor, nuestras oraciones, y por intercesión del bienaventurado
Dámaso, tu confesor y pontífice, otórganos benignamente el perdón de nuestras
culpas y la paz de nuestras almas. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
FLOS SANCTORVM
DE LA FAMILIA CRISTIANA
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