— Ejemplo admirable el de esta
tierna doncella que supo vencer las iras del emperador Claudio II.
Nacida en Roma de sangre ilustre y pagana, se ufanaba, a los doce años,
de seguir a Cristo, a quien nunca quiso renunciar a pesar de las amenazas y
torturas que le infligieron.
Fue brutalmente abofeteada, echada a la cárcel entre gente facinerosa
para reducirla a su mal intento, azotada cruelísimamente; pero ella siempre se
mantuvo firme y constante.
Con aceite hirviendo rociaron su cuerpo desnudo, pero sólo consiguieron que
se hiciera más lúcido; en el anfiteatro, un ferocísimo león que le echaron para
devorarla se arrojó a los pies de la virgen como mansa ovejita;
Salió también
ilesa de las llamas de una inmensa hoguera a la que fue lanzada; por fin fue
decapitada, ganando la palma del martirio el 18 de enero del año 270.
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