Nació este
apostólico varón y mártir de Cristo en Licaonia, de padre gentil y de madre
judía.
Viniendo
san Pablo con san Bernabé a Listra, entre otros que se convirtieron a la fe,
fue uno Timoteo, cuyos padres hospedaron a los apóstoles en su casa, y le
entregaron a su hijo, mozo de buen ingenio y bien inclinado; y el apóstol san
Pablo le tomó en su compañía y le tuvo por hijo y discípulo amantísimo,
enseñándole aquella doctrina que él había aprendido en el tercer cielo, y
llevándole consigo en sus peregrinaciones, como compañero suyo muy amado.
Le
llamó en sus Epístolas, hermano, hijo carísimo en el Señor, ministro de Dios y
coadjutor suyo en el Evangelio.
Y en algunas de ellas, pone la
salutación: Paulo y Timoteo, siervos de Jesucristo,
como si fueran aquellas Epístolas de ambos y no de sólo san Pablo.
Mas, aunque san Timoteo fue tal como le pinta el mismo Apóstol de las
Gentes, no por eso se descuidaba de sí, antes era más humilde y penitente: y
padeciendo mucha flaqueza de estómago y otras enfermedades, bebía agua con
tanto rigor, que fue menester que el mismo apóstol le mandase que bebiese un
poco de vino, porque así convenía a su salud.
Después de haber participado de las
fatigas apostólicas de san Pablo en Macedonia, Asia, Grecia, Acaya, Palestina y
Roma, fue nombrado obispo de Éfeso en lugar de san Juan
Evangelista a quien el emperador Domiciano había desterrado a la isla de
Patmos: mas no vivió san Timoteo muchos años en aquella silla: porque haciendo
allí una fiesta los gentiles, en la cual, -enmascarados, usaban de una bárbara crueldad
contra los hombres y mujeres que topaban por las calles, dándoles muchos golpes
con unas mazas, y matando a algunos de ellos, pensando que con aquel sacrificio
aplacaban a los dioses; el santo obispo les reprendió y procuró apartar de
aquella sacrílega locura; y fue tanto lo que se enojaron contra él, que le
arrojaron todo lo que les venía a las manos; y asiendo de él con gran crueldad y
fiereza, le arrastraron y le dejaron por muerto.
Los
cristianos acudieron y le hallaron boqueando, poco después dio su espíritu al
Señor.
Su cuerpo
fue sepultado en un lugar llamado Pión, con gran sentimiento y devoción de los
fieles, hasta que el emperador Constancio, hijo del gran Constantino, trasladó
sus reliquias a un templo, que edificó en honra de los apóstoles; y el
emperador Justiniano le acrecentó, y le hizo más suntuoso y magnífico.
San Ignacio en una epístola que
escribe a los de Efeso, les dice: «Vosotros
habéis conversado con Pablo y con Juan y con el fidelísimo Timoteo».
Y en otra carta, que escribe a los
de Filadelfia, dice «que Timoteo se debía contar entre el
número de los santísimos varones, que en virginidad y pureza pasaron su vida».
Reflexión: Con sangre
selló el Hijo de Dios su Evangelio, con sangre lo sellaron sus santos
apóstoles, con sangré lo sellaron sus discípulos, como el glorioso san Timoteo,
y con sangre de millones de mártires se propagó sobre toda la tierra.
Parece
pues imposible que haya cristianos que adoren la cruz sangrienta de Cristo, y
al mismo tiempo los ídolos del interés terrenal y del placer sensual, como los
gentiles y los moros.
No quieras tú gozar antes de tiempo.
Mira el santo crucifijo como modelo de los
predestinados, y oye al apóstol san Pablo que dice: Si nos crucificamos con
Cristo, reinaremos con Cristo en su gloria.
Oración: Oh Dios
omnipotente, mira con ojos piadosos nuestra flaqueza,
y pues nos oprime el peso de nuestros pecados, alívianos de él, por la gloriosa
intercesión de tu bienaventurado mártir Timoteo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
FLOS SANCTORVM
DE LA FAMILIA
CRISTIANA.
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