El glorioso san Tito había
nacido gentil y parece haber sido convertido por el apóstol san Pablo.
Apenas recibió san Tito la luz de la fe y el
conocimiento de los misterios y sacramentos de Jesucristo, comenzó a brillar
con tales resplandores de santidad a los ojos de la iglesia naciente, que
mereció ser contado entre los discípulos más predilectos del grande apóstol.
Le llamo el mismo san Pablo, su hermano en
Cristo y compañero en sus trabajos; alaba con encarecimiento sus virtudes apostólicas,
y en su «Llegada a Troa» dice que su corazón no descansaba, porque no había encontrado
allí a su queridísimo hermano Tito; más que al fin, aquel Dios que es
consolador de los humildes, le había llenado de consolación con la venida de su
deseado compañero.
En el año de 51 fue con san Pablo al
Concilio que se celebró en Jerusalén con ocasión y sobre el asunto de los ritos
mosaicos.
Le envió san Pablo a Corinto para que apaciguase algunas disensiones que
había en aquella cristiandad; lo cual hizo san Tito con tan grande espíritu,
que los delincuentes le dieron cumplida satisfacción; y con tal desinterés, que
no pudieron obtener de él que recibiese ninguno de los presentes que le hacían,
ni aun para el sustento necesario.
Otra vez volvió a Corinto para recoger las limosnas destinadas al
socorro de la Iglesia de los hebreos, y con esta ocasión, despertó en el corazón de todos aquellos fieles, vivos deseos
de ver a san Pablo, que los había engendrado en nuestro Señor Jesucristo.
Volviendo el apóstol de Roma al oriente después de su primera prisión,
se detuvo en la isla de Creta, para predicar en ella el Evangelio de
Jesucristo; pero reclamando su presencia las
necesidades de otras iglesias, ordenó obispo de aquella isla a su muy amado
discípulo Tito, para que llevase adelante la obra que con tan buen suceso había
el apóstol comenzado.
Le mandó que ordenase presbíteros en todas las ciudades de la isla, y le
escribió una carta que comprende las reglas de la vida episcopal en que le
exhortaba a gobernar la grey del Señor que el Espíritu Santo le había
encomendado, con grande celo y entereza y al mismo tiempo con suavidad y
dulzura.
Muchos fueron los trabajos y fatigas que padeció
por mar y por tierra para sembrar la semilla del Evangelio entre gentes de
diversas lenguas y muy apartadas unas de otras.
Gobernó, pues, san Tito aquella cristiandad
conforme a la instrucción que le dio su maestro en su carta canónica; resplandeciendo
como antorcha entre las tinieblas y errores de la idolatría hasta que, lleno de
merecimientos, durmió en la paz del Señor a los noventa y cuatro años de su
edad, y fué sepultado en la misma iglesia en que había sido consagrado obispo
por el apóstol san Pablo.
Su sagrada cabeza fué llevada a Venecia y
actualmente se venera en la basílica ducal de San Marcos.
Reflexión: Mucho amaba el apóstol de las
gentes a su hijo espiritual el glorioso san Tito, porque le apreciaba por sus
esclarecidas virtudes; y el amor de Cristo era el que unía los corazones.
La amistad de los santos es pura, cordial,
entrañable, sincera, firme y ordenada al bien; la amistad de los malos es
falsa, interesada, inconstante y llena de intenciones torcidas y fines malignos.
La amistad de los buenos se parece a la de
los ángeles; la amistad de los malos es como la de los demonios, que sin
amarse, se unen siempre para obrar el mal.
Oración: ¡Oh Dios!
que
adornaste con apostólicas virtudes al bienaventurado confesor y pontífice san
Tito, concédenos por sus méritos e intercesión, que viviendo en santidad y
piedad en este mundo, merezcamos llegar a la patria celestial. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
FLOS SANCTORVM
DE LA FAMILIA
CRISTIANA.
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