Estaba todavía gran parte de España oprimida bajo el yugo de los sarracenos, y gran número de cristianos gemían en la más dura y cruel esclavitud con grave peligro de abandonar la santa fe que de sus padres habían recibido; cuando algunos piadosos varones, compadeciéndose de la miserable suerte de sus hermanos, se reunieron para tratar de socorrerlos y procurarles el alivio de sus penas.
Desde el año 1190 se ocupaban en tan
benéfica obra unos caballeros catalanes; mas no se instituyó la orden religiosa
para la redención de cautivos, hasta principios del siglo siguiente.
Esta obra heroica de auxiliar a los
cristianos puestos en cautiverio traía muy pensativo a san Pedro Nolasco: cuando he aquí que una noche se le apareció la serenísima
Reina de los cielos, consoladora de los afligidos, y le manifestó ser voluntad
suya y de su benditísimo Hijo que en su honra se instituyese una religión que
tuviera por fin principal redimir a los cristianos cautivos, y cuyos religiosos
estuviesen prontos a perder su libertad y aun la vida en bien de sus prójimos y
para conservación de su fe.
El santo, corrió a su confesor, san Raymundo
de Peñafort, a darle cuenta de lo que le había sucedido.
Quedó
sorprendido Raymundo al oír a su penitente, y al entender que había recibido
del cielo el mismo favor que él; pues también a Raymundo se le había aparecido
la santísima Virgen y descubiértole su voluntad y la de su bendito Hijo.
Pero mucho mayor fué por una parte el
asombro, y por otra el gozo y alegría de uno y otro, al referirles el rey de Aragón Jaime I, que aquella misma noche había
tenido igual revelación, hecha por la misma misericordiosísima Señora.
Asegurados, pues, los tres de la verdad de
lo sucedido, trataron desde luego de poner por obra la voluntad del cielo, y el día 10 de agosto del año 1218 instituyeron una orden
religiosa que, en honor de nuestra Señora, llamaron de santa María de las
Mercedes, y del fin que al fundarla se proponían, le añadieron el nombre de «Redención de Cautivos».
A los tres votos
esenciales de pobreza, castidad y obediencia, añadieron los religiosos de esta
orden un cuarto voto, por el cual se obligaban a quedarse en rehenes en poder
de los sarracenos siempre que esto fuese preciso para alcanzar la libertad de
los cristianos.
Les concedió el rey que pudiesen llevar al
pecho sus reales armas, y el soberano pontífice aprobó y confirmó tan pío y
santo instituto.
En conmemoración
de tan insigne beneficio hecho por la santísima Virgen a los hombres, se
estableció esta festividad de María con el título de las Mercedes.
Reflexión: ¡Cuántos miles y
miles de cristianos, tratados en Argel y Berbería con grande crueldad,
miserables, hambrientos, desnudos, cargados de cadenas o azotados y heridos
bárbaramente por los látigos de los sobrestantes moros, se vieron libres del
cautiverio y restituidos alegremente al hogar de sus familias por la generosa
caridad de los religiosos de la Merced!
Se
echaron estos muchas veces al cuello las cadenas a trueque de libertar a los pobres
cautivos, y en el primer capítulo general de la Orden, se hallaron ya presentes
muchos venerables religiosos a quienes los moros habían sacado un ojo, o mutilado
la nariz o las orejas, y otros que estaban cubiertos de heridas, recibidas por
haberse quedado en rehenes para librar a pobres cautivos de aquella durísima
esclavitud.
Oración: Oh Dios, que por medio de la gloriosísima Madre
de tu unigénito Hijo te dignaste enriquecer a tu Iglesia con una nueva religión
destinada a rescatar a los fieles del poder de los paganos; te rogamos que por
los méritos y por la intercesión de la que veneramos como a iniciadora de tan
pía obra, nos veamos libres de todos nuestros pecados y del cautiverio del
demonio. Por el mismo Hijo tuyo y Señor nuestro. Amén.
FLOS SANCTORVM
DE LA FAMILIA CRISTIANA.
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