COMENZAMOS: 31 de
agosto.
FINALIZAMOS: 8 de
septiembre.
ORACIÓN INICIAL.
¡Oh
María Santísima! Elegida y destinada al eterno por la agustísima Trinidad
para Madre del unigénito Hijo del Padre, anunciada por los Profetas, esperada
de los Patriarcas, y deseada de todas las gentes; sagrario y templo vivo del
Espíritu Santo, sol sin mancha, porque fuisteis concebida sin pecado original,
Señora del cielo y de la tierra, Reina de los Ángeles; nosotros humildemente
postrados os veneramos, y nos alegramos de la solemne conmemoración anual de
vuestro felicísimo nacimiento; y de lo más íntimo de nuestro corazón os
suplicamos que os dignéis benigna venir a nacer espiritualmente en nuestras
almas, para que cautivadas estas por vuestra amabilidad y dulzura, vivan
siempre unidas a vuestro dulcísimo y amabilísimo corazón.
PRIMERA SALUTACIÓN.
—Ahora con nueve
distintas salutaciones contemplaremos los nueve meses que estuvisteis encerrada
en el seno materno; diciéndoos que oriunda de la Real prosapia de David,
salisteis con grande honor a luz de las entrañas de Santa Ana vuestra
afortunadísima Madre.
—Avemaría.
ORACIÓN FINAL.
¡Oh
graciosísima Niña! Que con vuestro feliz nacimiento habéis consolado al
mundo, alegrado al cielo y aterrado al infierno; habéis dado ayuda a los
caídos, consuelo a los tristes, salud a los enfermos y alegría a todos; os
suplicamos con los más fervorosos afectos que renazcáis espiritualmente con
vuestro santo amor en nuestras almas; renovad vuestro espíritu para que os
sirvamos, encended de nuevo nuestro corazón para que os amemos; y haced
florecer en nosotros aquellas virtudes con las que podamos hacernos siempre más
agradables a vuestros benignísimos ojos. ¡Oh María! Sed para nosotros María, haciéndonos experimentar los saludables efectos de
vuestro suavísimo Nombre; sírvanos la invocación de este Nombre de alivio en
los trabajos, de esperanza en los peligros, de escudo en las tentaciones, de
aliento en la muerte. Sea el nombre de María como la miel en la boca, la
melodía en el oído. Y el júbilo en el corazón. Así sea.
SEGUNDA SALUTACIÓN.
Os saludamos, oh Niña
celestial, paloma candísima de pureza, que a despecho del infernal dragón
fuisteis concebida sin pecado original.
—Avemaría.
TERCERA SALUTACIÓN.
Os saludamos, oh
Aurora brillantísima, que, como precursora del Sol de justicia, trajisteis la
primera luz al mundo.
—Avemaría.
CUARTA SALUTACIÓN.
Os saludamos, oh
elegida, que, cual sol sin mancha alguna, despuntasteis en la noche más
tenebrosa del pecado.
—Avemaría.
QUINTA SALUTACIÓN.
Os saludamos, oh
bellísima luna, que iluminasteis al mundo envuelto en las más densas tinieblas
del gentilismo.
—Avemaría.
SEXTA SALUTACIÓN.
Os saludamos como a
esforzada amazona, que sola, a manera de un numeroso ejército, pusisteis en
fuga a todo el infierno.
—Avemaría.
SÉPTIMA SALUTACIÓN.
Os saludamos, oh
hermosa alma de María, a quien Dios poseyó desde la eternidad.
—Avemaría.
OCTAVA SALUTACIÓN.
Os saludamos, oh
amada Niña, y veneramos vuestro santísimo cuerpecito, los sagrados pañales en
que fuisteis envuelta, y la sagrada cuna en que estuvisteis acostada, y
bendecimos el punto y momento en que nacisteis.
—Avemaría.
NOVENA SALUTACIÓN.
Os saludamos
finalmente, oh amada Niña, como adornadas de todas las virtudes en grado
inmensamente más elevado que los otros Santos, y que, hecha digna Madre del
Salvador, y habiendo concebido por Virtud del Espíritu Santo, paristeis al
Verbo encarnado.
—Avemaría.
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