lunes, 29 de abril de 2019

NARRACIONES HISTORICAS DE LAS VICTORIAS DE ALGUNOS MÁRTIRES PARTICULARES.




BREVE PRELIMINAR.

   Decimos de algunos Mártires particulares, porque no pretendemos aquí dar una historia de todos los mártires que ha habido en la Iglesia, sino tan solo referir al azar, sin guardar orden de tiempos ni de personas las victorias de algunos santos que mayor intrepidez mostraron en sus combates, y sufrieron tormentos los más acerbos que inventar pudiera la crueldad de los tiranos. En algunas de nuestras narraciones, parecerá increíble como los perseguidores de la fe pudieron hasta tal punto encarnizarse contra los santos Mártires, siendo estos inocentes y no haciendo mal a nadie. Pero ¿de dónde podía nacer aquella fiereza de los bárbaros tiranos? En primer lugar, nacía del odio que generalmente tenían a los cristianos, los cuales con la santidad de sus costumbres y virtudes eran el más terrible acusador de la vida infame de aquellos. Nacía también de las instigaciones de los demonios, que aborrecían con más furor aquellos santos que con sus heroicos ejemplos promovían mas especialmente el ardor de la fe, y animaban los demás a que los imitasen.

   Pero nacía sobre todo del despecho que estos tiranos concebían contra los mártires al verse vencidos por niños, por tiernas doncellas y por hombres sencillos e ignorantes que les echaban en cara la locura de querer seguir una falsa religión que admitía todos los vicios, y hacia adorar unas deidades falsas y depravadas cuya vida, según enseñaban los mismos gentiles, no era más que una serie de torpezas e iniquidades que les habían atraído la execración de los hombres. Se aumentaba su rabia por la multitud de prodigios que sucedían por intercesión de aquellos santos: veían a las fieras echarse humilladas a sus pies; veían las ascuas y el plomo derretido que no les causaban daño, y otros portentos semejantes. Poníanse a gritar: ¡Magia! ¡magia! ¡prestigio! ¡encantamientos! Pero los pueblos en vista de aquellos prodigios se convertían y abrazaban la fe a millares. Esto es lo que hacía bramar de rabia a los inicuos jueces. Creían estos infundir el terror inventando nuevos tormentos, y extinguir la fe matando cristianos; pero cuanto más multiplicaban los tormentos y cuantos más cristianos hacían morir, en vez de disminuirse, crecía el número de los fieles que se ofrecían al martirio. Cuenta Tertuliano que hallándose gobernador del Asia un cierto hombre llamado Arrió, presentósele un día tan considerable multitud de cristianos que confesaban a Jesucristo, que tuvo repugnancia de hacer morir tanta gente. Mandó matar a algunos, y dijo a todos los demás: Vosotros si ganas tenéis de morir no faltan precipicios a donde podéis arrojaros, andad pues; y así les dio libertad.

   Así que, como ya hemos dicho, no se proyecta aquí dar una historia general de los Mártires, sino de algunos de ellos más notables. Ni eche menos alguno si, hablando de algún mártir, no describo minuciosamente las circunstancias que en otros libros se encuentran, pues solo procuramos manifestar aquellos hechos más ciertos y extraídos de autores aprobados, prescindiendo de algunas particularidades, que no diré ser falsas, pero que he hallado dudosas o deducidas de documentos inciertos o sospechosos de falsedad. Observa el cardenal Baronio en sus Anales (año 307, n. 23) que al escribir las vidas de los santos «más vale referir pocas cosas y ciertas, que muchas e inciertas, pues las pocas, cuando son verdaderas, son recibidas por el lector con agrado y aprovechamiento; pero, al contrario, cuando se le proponen cosas dudosas mezcladas con las verdaderas, entonces sucede que tiene por sospechosas hasta las que son verdad.» Y por esto conviene omitir aquellos hechos que tienen sospecha de falsedad; con tal, añado yo, que la sospecha no sea aérea, sino fundada sobre algún juicio razonable; pues cuando el autor que las refiere no tiene fama de mala fe, o que todo lo va hacinando sin distinción, sino que es antiguo y de probidad, instruido y exacto, y no hay pruebas positivas para dudar de la veracidad de las actas del martirio; no es justo reprobar sus aserciones, en especial cuando aquel hecho está apoyado en una antigua y no contrariada tradición. Digo esto, porque algunos autores parece que hacen gala de dudar de todo. La crítica y el discernimiento en la elección de los hechos y de los autores que se siguen es muy necesaria para honor de la verdad, pero cuando la crítica es excesiva, llega a dañar a la verdad misma. Así como es debilidad el querer creerlo todo lo que se escribe sin fundamento, así también por el contrario es una especie de temeridad el querer ponerlo todo en duda, y en especial el pretender negar el crédito a los hechos más prodigiosos de los santos, solo porque son muy prodigiosos. Preciso es persuadirse que Dios puede mucho más de lo que nosotros podemos comprender con la débil y limitada luz de nuestro entendimiento. Al escribir estos triunfos de los Mártires, he puesto todo el cuidado que me ha sido posible, extrayendo los de los autores más doctos, fidedignos y bien reputados. He cercenado todas las palabras inútiles, y ciertas particularidades inoportunas, procurando presentar lo substancial con claridad y precisión, y escogiendo entre los triunfos de los Mártires aquellos que están llenos de rasgos heroicos y de documentos importantes, y que más pueden conducir a nuestra edificación. Empecemos pués a describir sus victorias.



“TRIUNFOS de LOS MARTIRES”
POR S. ALFONSO M. LIGORIO

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