Tomado de “Meditaciones para todos los
días del año — Para uso del clero y de los fieles”, P. Andrés Hamon, cura de San
Sulpicio.
RESUMEN PARA LA VÍSPERA EN LA NOCHE.
Meditaremos
mañana: 1º Sobre la naturaleza y la
importancia del examen particular; 2º Sobre la manera de
hacerlo.
—Tomaremos
la resolución:
1º De ser desde ahora muy fieles a este ejercicio; 2° De hacerlo según las
reglas de los maestros de la vida espiritual.
Conservaremos como ramillete espiritual las
palabras de Jeremías: “Yo os he establecido
para destruir y edificar, para arrancar y plantar”.
MEDITACIÓN DE LA MAÑANA.
Adoremos a Nuestro Señor que, en el deseo que
tiene de hacernos perfectos, nos enseña, por los maestros de la vida
espiritual, el ejercicio del examen particular como uno de los medios más
poderosos de salvación. Agradezcámosle su benevolencia, siempre atenta a lo que
puede ser útil para nuestra alma.
PUNTO PRIMERO
— NATURALEZA E IMPORTANCIA DEL EXAMEN PARTICULAR.
Entre el examen general y el particular hay la diferencia de que el
primero abraza todos los pecados que se hayan cometido en el día o en el
espacio de tiempo a que se refiere, mientras
que el examen particular tiene
por objeto un punto especial, sobre todo la pasión dominante, que es el lado
débil, por el cual estamos más expuestos a perdernos. Este ejercicio es
de una grande importancia: 1º
Porque, ante todo, es justo defender el lugar por
donde peligra nuestra salvación, pues cada hombre tiene en su alma un lado
débil por donde el demonio le ataca principalmente, imitando en esto al general
de ejército que, para tomar una ciudad, estudia el sitio más débil y hacia ese
punto dirige todos sus esfuerzos; 2º Porque nuestra
atención, diseminada sobre todas nuestras miserias a la vez obrará con menos
eficacia que si se concentra toda la energía, sobre un punto particular; 3º
Porque, una vez domado el vicio principal,
fácilmente concluiremos con los otros, como se pone fácilmente en derrota a un
ejército al cual le han muerto el jefe. Examinemos aquí nuestra
conciencia: ¿Hemos
apreciado como debemos el examen particular? ¿Lo hacemos fielmente cada día?
¿Ponemos en él toda la atención necesaria para buscar y conocer nuestras
menores faltas sobre la materia del examen? ¿No lo hacemos algunas veces con
mucha negligencia porque no apreciamos toda su importancia? ¿No se nos ha
metido en la imaginación el que una averiguación exacta de nuestras menores
fallas nos haría escrupuloso y que bien podemos dispensarnos de ella?
PUNTO SEGUNDO
— MANERA DE HACER BIEN EL EXAMEN PARTICULAR.
Para hacer bien este examen es preciso:
1º Señalar o determinar el asunto, escogiendo el vicio o
pasión que es el origen más común de nuestras tentaciones y de nuestras faltas,
o la virtud más opuesta a este vicio, por ejemplo: la humildad, para los orgullosos; la caridad fraterna, para los que están más
expuestos a faltar a ella; la mortificación, para
las almas demasiado delicadas consigo mismas; la
mansedumbre y la paciencia, para los caracteres difíciles; la castidad, para las almas tentadas; la conformidad con la voluntad de Dios, la perfección en
las acciones comunes y demás prácticas, según las necesidades de cada
uno. Entremos aquí en nosotros mismos: ¿Tenemos una materia de examen particular bien
adecuada a las necesidades de nuestra alma?
Si no la tenemos, determinémosla desde hoy mismo; 2° Una vez escogida la materia, es preciso dividirla en partes o en relaciones,
examinándonos algún tiempo, por ejemplo, sobre
las palabras contrarias a la humildad o a la caridad, o a la paciencia; más
tarde, sobre los actos opuestos a estas virtudes; más
tarde, aún, sobre los pensamientos y sentimientos
contrarios; 3º
Después de habernos examinado, es preciso anotar
por escrito, o a lo menos retener bien en la memoria, el número de faltas, e
imponernos una penitencia proporcionada al número de caídas, por
ejemplo, una ligera limosna, reservada para darla a
tiempo; esto será, además de una buena obra, un medio fácil de conocer nuestras
faltas; 4º Este examen, hecho así, bajo la mirada de Dios y en presencia de
Jesucristo, nuestro Juez, nos hará detestar nuestras faltas, pedir perdón de
ellas, tomar resoluciones de vigilarnos mejor en adelante y orar para obtener
la gracia de nuestra conversión. ¿Es así como hacemos cada día el examen
particular?
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