EL MÁS
SANTO DE LOS
SANTOS
INTRODUCCIÓN
Éste
es un libro sobre san José, el padre adoptivo de Jesús y esposo de María.
Lo he escrito con el propósito de dar a conocer su gran figura para que haya
muchos que lo puedan amar más al conocerlo mejor. Su grandeza está por encima de la de todos
los santos y ángeles. Después de María, es el santo más santo, el que más cerca
ha estado de la divinidad. Él ha tocado con sus propias manos al Dios hecho
carne y le ha podido decir de verdad: Tú eres mi hijo.
Tú eres mi hijo. |
Todos
sus privilegios y toda su dignidad le vienen de ser el esposo de María, padre
de Jesús y, a la vez, de ser el hombre justo y bueno, a quien el Señor puso al
frente de su familia. ¡Cuántas veces jugaría con Jesús, le enseñaría a
trabajar, y sobre todo, le demostraría un amor a toda prueba! José
es el hombre del silencio. No nos dice ni una palabra en el
Evangelio. Pero, con su actitud callada y reservada, nos enseña a ser humildes
y a cumplir calladamente y sin alardes nuestras obligaciones de cada día. ¡Cuántas veces
sufriría por no tener algo mejor que darle a Jesús! ¡Cuántas veces pasaría
hambre y sed en su camino y estadía en Egipto! Pero toda su vida estuvo
al servicio de Jesús y de María. Y supo cumplir bien su misión. Por eso, Dios
lo ha encumbrado por encima de todos los santos.
Que san José te bendiga y,
con su intercesión, puedas obtener muchas bendiciones de Dios.
ALGUNOS
TEXTOS APLICABLES A SAN JOSÉ
Son poquísimos los textos bíblicos que
suelen aplicarse a san José.
Él es el administrador fiel y
prudente a quien el amo pondrá al frente de su servidumbre para distribuir la
ración a su debido tiempo (Lc
12, 42).
Custodio del Señor, que será glorificado (Prov.
27, 18).
El hombre fiel, que será
alabado (Prov.
28, 20).
¿Podríamos por ventura
encontrar un hombre como éste, lleno del espíritu de Dios? (Gen 41, 38).
Y Dios le dice: Te he hecho
padre de muchos pueblos (Rom 4, 17).
Eres un empleado fiel y
cumplidor; pasa al banquete de tu Señor (Mt 25, 21.23).
Una figura de san José es Noé, en cuanto que
él acogió en el arca a la paloma portadora de una rama de olivo, que anunciaba
el final del diluvio y la salvación de los hombres. Y san José, acogió a María, la mística
paloma, que trae la salvación al mundo al dar a luz a Jesús. Otra
figura de san José en el Antiguo Testamento es Mardoqueo, del libro de Ester. Mardoqueo recibió un sueño de Dios en el
que veía
una fuentecilla, que se convertía en río de muchas aguas, y apareció una
lucecita que se convirtió en sol (Est 10, 2-3).
Esta
fuentecilla, convertida en río caudaloso, y la luz convertida en sol era Ester,
a quien el
rey tomó por esposa, haciéndola reina (Est 10, 3). Ester había sido criada
por Mardoqueo, que fue a pedirle que intercediese ante el rey, cuando Amán
había decidido asesinar a todos los judíos del reino. Por su intercesión, el
rey impidió el cumplimiento del decreto de destrucción. Amán fue ejecutado y
Mardoqueo, por su fidelidad, fue nombrado el primero después del rey Asuero,
muy considerado entre los judíos y amado de la muchedumbre de sus hermanos,
pues buscó el bien de su pueblo y habló para el bien de su raza.
Aquí la reina Ester es figura de María, que
ha sido ensalzada por Dios como reina del universo y que ha colaborado en la
obra de la salvación de todos los hombres. Mardoqueo es figura de José, que
llega a ser el primero después del rey, es decir el virrey; el más importante
después de Jesús, rey de reyes, y después de María, la reina.
Por otra parte, la mayor de los autores
citan como figura de san José a José, virrey de Egipto. Y aplican a san José el texto Gen 41, 55: Id a José y haced lo que él les diga.
En tiempos de hambre, el faraón dirigía a los egipcios hacia José para que éste
les distribuyese el trigo acumulado en tiempos de abundancia y les decía: Id a José. De la misma manera, Dios nos dice en nuestros
problemas: Id
a José. Y así como José fue
virrey de Egipto y el más importante del reino después del faraón, así
José es el virrey de la Iglesia, es decir, el santo más importante de todos.
San Bernardo (1090-1153) dice:
Aquel José, vendido por la envidia de sus hermanos
y llevado a Egipto, prefiguró la venta de Cristo: este José, huyendo de Herodes,
llevó a Cristo a la tierra de Egipto. Aquel, guardando lealtad a su señor, no
quiso consentir al mal intento de su señora; éste, reconociendo virgen a su
Señora, Madre de su Señor, la guardó fidelísimamente, conservándose él mismo en
castidad. A aquél le fue dada la inteligencia de los misterios en sueños; éste
mereció ser sabedor y participante de los misterios soberanos. Aquel reservó el
trigo, no para sí, sino para el pueblo; éste recibió el pan vivo del cielo para
guardarlo para sí y para todo el mundo. Sin duda, este José, con quien se
desposó la Madre del salvador, fue un hombre bueno y fiel.
Papa Pío IX |
El
Papa Pío IX, el 8 de diciembre de 1870, al nombrar a san José patrono de la Iglesia universal, dijo: De modo parecido a como Dios puso al frente de
toda la tierra de Egipto a aquel José, hijo del patriarca Jacob, a fin de que
guardase trigo para el pueblo, así, al venir la plenitud de los tiempos, cuando
iba a enviar a la tierra a su Hijo unigénito Salvador del mundo, escogió a otro
José, del cual el primero fue tipo o figura, a quien hizo amo y cabeza de su
casa y de su posesión, y lo eligió como custodio de sus tesoros principales.
Papa León XIII |
De la
misma manera, el Papa León XIII, en la encíclica Quamquam pluries, del 15 de
agosto de 1889, dice: Está afianzada la opinión, en
no pocos Padre de la Iglesia, concordando en ello la sagrada liturgia, que
aquel antiguo José, nacido del patriarca Jacob, había esbozado la persona y los
destinos de este nuestro José y que había mostrado con su esplendor, la
magnitud del futuro custodio de la sagrada familia.
Papa Pío XII |
Así lo interpretó también el Papa Pío XII al
instituir la fiesta de san José obrero en 1955, aplicándole las palabras del
Génesis 41, 55 (Id a José).
Y esto mismo hizo el Papa Pablo VI.
Papa Pablo VI |
Muchos
autores sagrados aplican también a san José las siguientes palabras dirigidas a
José virrey de Egipto: En cuanto a mi hijo José lo
veo que crece, que no deja de crecer (Gen 49, 22). ¿Podríamos por ventura
encontrar un hombre como éste lleno del Espíritu de Dios? Y dijo el faraón a
José: Puesto que Dios te ha dado a conocer todas estas cosas, no hay nadie que sea
tan inteligente y tan sabio como tú. Así pues, gobernarás mi casa y todo mi
pueblo obedecerá tu voz... Y el faraón, quitándose el anillo, lo puso en el
dedo de José y le hizo revestir con trajes de fino lino, y le puso en el cuello
un collar de oro. Le hizo montar en el segundo de sus carros y todos gritaban
ante él ¡De rodillas! (Gen
41, 38 ss.).
P. ÁNGEL PEÑA O.A.R.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario