—Zaragoza
fue la patria de este célebre prelado de la iglesia de España. Dedicado al cultivo
de las ciencias, alcanzó tal celebridad, que era reputado por uno de los
hombres más sabios de su siglo. Sus méritos y virtudes le elevaron a la cátedra
episcopal de Zaragoza elegido por consentimiento unánime del clero y pueblo por
los años 290. Desde el momento en que se vió distinguido con el carácter
episcopal, se ocupó con esmero en el cumplimiento de sus deberes, ejercitando
especialmente la caridad para con los pobres y afligidos, y para que no fallara
a sus feligreses el pasto de la espiritual doctrina, se valía de su diácono
Vicente, hombre muy sabio y elocuente, quien a más de otras cosas se ocupaba en
predicar al pueblo.
Los emperadores Diocleciano y Maximiano
suscitaron por aquellos tiempos una cruel persecución contra los cristianos,
enviando por gobernador de la provincia Tarraconense al bárbaro y sanguinario
Daciano, quien, cerciorado de la conducta religiosa de Valerio y Vicente, les
mandó prender y conducir cargados de cadenas a Valencia. Ni los halagos, ni las
promesas, ni los dolosos razonamientos pudieron recabar nada de estos dos atletas,
antes no pudiendo Valerio, a causa de su impedimento de lengua, expresarse con
aquel ardor que quisiera en defensa de la fe, encargó a Vicente respondiera por
los dos en favor de la religión del Crucificado.
Vicente fué atormentado con los más atroces tormentos
alcanzando la palma del martirio, y Valerio fué desterrado. Retirado a un
pequeño pueblo llamado Enate; distante una legua de Barbastro, permaneció allí
catorce años ocupado en oración y ejercicios de penitencia, siendo ejemplo de edificación
de todo el país, hasta que cargado de años y merecimientos murió en el Señor el
dia 28 de enero del año 313.
LA LEYENDA DE ORO
PARA CADA DIA DEL AÑO.
VIDAS DE TODOS LOS SANTOS QUE VENERA LA
IGLESIA.
(1853).
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