—En Roma, santa Taciana, mártir, quien fué desgarrada con
uñas y peines de hierro, expuesta a las bestias y arrojada en el fuego, sin
recibir ninguna lesión, bajo el emperador Alejandro: en fin, habiendo muerto
con la espada, entró en la mansión de la bienaventuranza eterna.
—En Acaya, san Sátiro, mártir, que, pasando delante un
ídolo, soplando encima de él, y haciendo sobre su frente la señal de la cruz,
le hizo al punto caer en tierra; y por esto fué decapitado.
—El mismo dia, san Arcadio, mártir, ilustre por su
nacimiento y por sus milagros.
—En África, los santos Zótico, Rogato, Modesto, Cástulo,
y cuarenta Soldados, mártires.
—En Constantinopla, los santos Tigre, presbítero, y
Eutropio, lector, que sufrieron la muerte en tiempo del emperador Arcadio. Calumniosamente
acusados de haber incendiado la Iglesia principal y la curia del Senado, para
vengar el destierro de san Juan Crisóstomo, padecieron el martirio por orden de
Optato, Prefecto de la ciudad, que adoraba a los falsos dioses y aborrecía la
religión Cristiana.
—En Tívoli, san Zótico, mártir.
—En Efeso, cuarenta y dos santos monjes, que habiendo
sido cruelmente atormentados por la defensa de las santas imágenes bajo
Constantino Coprónimo, cumplieron en fin su martirio.
—En Ravena, san Juan, obispo y confesor.
—En Verona, san Probo, obispo.
—En Inglaterra, san Benito Biscop, fue un monje anglosajón y uno de los
principales propagadores del cristianismo y del monacato en Gran Bretaña. Nació
en 628 y murió en 703. Fue el continuador de la obra comenzada por San Agustín
de Canterbury en Inglaterra.
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