COMENZAMOS:
13 de mayo.
FINALIZAMOS:
21 de mayo-
FESTIVIDAD: 22 de mayo.
Por la señal ✠ de la santa Cruz; de nuestros ✠ enemigos líbranos, Señor
✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo,
Dios y hombre verdadero, Criador y Redentor mío, por
ser Vos quien sois y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo
corazón de haberos ofendido: propongo firmemente de nunca más pecar, y de
apartarme de todas las ocasiones de ofenderos, y de confesarme y cumplir la
penitencia que me fuere impuesta, y de restituir y satisfacer si algo debiere:
Ofrézcoos mi vida, obras y trabajos en satisfacción de todos mis pecados; y así
como os lo suplico, así confío en vuestra bondad y misericordia infinita me los
perdonaréis, por los merecimientos de vuestra preciosísima Sangre, Pasión y
Muerte, y me daréis gracia para enmendarme y para perseverar en vuestro santo
servicio hasta la muerte. Amén.
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
¡Devotísima Santa Rita, modelo de hijas, dechado de esposas y madres,
ejemplar de viudas y espejo de religiosas!
¡Dios
te salve, Abogada de imposibles, consuelo de las almas atribuladas, intercesora
valiosísima en la presencia divina!
¡Sé
mil veces bendita por haber sido especialmente amada de Jesucristo y haber
merecido el señalado favor de recibir en tu frente una espina de su corona
sacratísima!
A ti acudimos en esta novena los desterrados
hijos de este valle de lágrimas para darte las más rendidas gracias por los
favores que nos has dispensado y pedirte otros nuevos, que no dudamos alcanzar
de tu poderoso patrocinio, si ha de ser para mayor gloria de Dios y bien de
nuestras almas.
CONSIDERACIÓN:
MUERTE DE SANTA RITA.
Todo tiene su término; y debían tenerlo
también los sufrimientos y trabajos de Santa Rita. La víctima estaba preparada.
Ella podía decir con San Pablo: “He corrido mi carrera, he
sido fiel hasta el último momento de mi vida; ahora sólo espero la posesión de
mi Dios, que es mi única recompensa”. Y
con Jesucristo en la Cruz: “Todo está acabado”. Efectivamente,
había cumplido a maravilla la misión que el cielo le concediera de santificar
todos los estados de la mujer, enseñándolas a todas, los medios de alcanzar la
perfección cristiana, siguiendo sus luminosos ejemplos. La visitó, pues,
repetidas veces en su última enfermedad su celestial Esposo, acompañado de su
Santísima Madre; y en medio de consuelos y dulzuras inefables, entregó su
espíritu a Dios el 22 de mayo de 1457. Su preciosa muerte fue seguida de
señalados prodigios, que aún hoy se manifiestan al contacto de su sagrado
cuerpo y reliquias, veneradas en todo el mundo. ¿Quién podrá reducir a catálogo las
innumerables gracias y milagros, realizados por la intercesión poderosísima de
la que con razón es aclamada por el orbe católico con el glorioso título de
Abogada de los imposibles?
¡Sigue
dispensando, bendita Santa, tu protección sobre la Iglesia, sobre su Jerarca
Supremo, sobre tu Orden Agustiniana, y sobre todos tus devotos, para que algún
día podamos gozar contigo en el cielo! Amén.
—Medítese y pídase la gracia particular
que se desee conseguir.
—Rezar Cuatro Padrenuestros y Avemaría
con Gloria Patri en honor de los cuatro estados de Santa Rita de Casia.
GOZOS EN HONOR A SANTA RITA DE CASIA.
Pues
de Dios sois estimada,
De
imposibles protectora:
Sednos nuestra intercesora,
Rita bienaventurada.
Vuestro
nacimiento y nombre
Por
un Ángel fue advertido,
Porque
antes de haber nacido
Ya
vuestra grandeza asombre.
Y
pues tanto a Dios agrada
Vuestro
nombre y le enamora,
Sednos nuestra intercesora,
Rita bienaventurada.
El
día que os bautizaron,
De
vuestra boca advirtieron
Que
abejas blancas salieron,
Donde
un enjambre formaron:
En
su fe miro cifrada
La
dulzura que atesora.
Sednos nuestra intercesora,
Rita bienaventurada.
Por
más que lo resististe,
Por
vuestros padres casaste,
Y
en el marido encontraste
Martirio
en que padeciste:
Fuiste,
de paciencia armada,
De
sus furias triunfadora,
Sednos nuestra intercesora,
Rita bienaventurada.
Cuando
faltó vuestro esposo,
Y
dos hijos se os murieron,
Las
ansias os renacieron
Del
estado religioso:
De
Agustín enamorada
Queréis
ser habitadora,
Sednos nuestra intercesora,
Rita bienaventurada.
Aunque
por viuda os negaron
Aquel
hábito divino,
Juan,
Nicolás y Agustino
En
el convento os entraron:
Era
imposible la entrada,
Y
por vos Dios la mejora,
Sednos nuestra intercesora,
Rita bienaventurada.
En
una visión del Cielo
Una
escalera os mostró,
Como
la que Jacob vio
Que
bajó del Cielo al suelo:
Dios
en su cumbre elevada
Os
regala y os decora,
Sednos nuestra intercesora,
Rita bienaventurada.
Cristo
en la frente una espina
De
su Corona os fijó,
Y
con ella os coronó
Reina
y Esposa divina:
Y
pues vais tan señalada,
De
este Esposo imitadora,
Sednos nuestra intercesora,
Rita bienaventurada.
Cuatro
años os dio sustento
Solo
el de la Eucaristía,
Que
a quien divina vivía,
Sirvió
divino Alimento:
Así
de Dios regalada
Fuiste
al Cielo moradora,
Sednos nuestra intercesora,
Rita bienaventurada.
Sobre
el sepulcro salís
El
día de vuestra fiesta,
Y
en gloria tan manifiesta
Tal
vez los ojos abrís:
Y
si del ruego obligada
Subís
a ser defensora,
Sednos nuestra intercesora,
Rita bienaventurada.
Consuelo
en vuestras piedades
Encuentran
los corazones,
En
tristezas y aflicciones,
En
partos y enfermedades:
Su
intención mira lograda
Quien
os invoca y venera,
Sednos nuestra intercesora,
Rita bienaventurada.
Pues
de Dios sois estimada,
De
imposibles protectora:
Sednos nuestra intercesora,
Rita bienaventurada.
℣.
Ruega por nosotros, Santa Rita.
℟.
Para que seamos dignos de alcanzar las
promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
ORACIÓN
¡Oh
Dios! que
quisiste dar a la bienaventurada Santa Rita tanta gracia, que te imitara en el
amor a sus enemigos y fuera digna de llevar en su corazón y su frente las
señales de tu caridad y tu Pasión; te rogamos nos concedas por su intercesión y
méritos amar a nuestros enemigos; y con la espina de la compunción y del dolor
contemplar los sufrimientos de vuestra Santísima Pasión: que vives y reinas por
los siglos de los siglos. Amén.
En el nombre del Padre, y
del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
P.
Fray Teófilo Garnica del Carmen (1948).
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