Maravilloso
es Dios nuestro Señor en sus obras, y especialmente en los modos que toma para
salvar las almas, y en el pagar cualquiera cosa buena que se hace; porque no
quiere, si así se puede decir, deber nada a nadie, siendo todo lo bueno suyo, y
por esto siéndole todos deudores. Se ve esto en la
santa virgen Casilda, que con ser mora é hija de un rey moro, se convirtió a
nuestra santa fe, y se hizo cristiana por un modo extraño, pagándole Dios una
obra que hizo moralmente buena.
Era rey de Toledo Aldemón,
moro de nacimiento y secta, y gran enemigo de los cristianos; les hizo cruda guerra,
destruyó sus tierras, cautivó a muchos, les echó en sus cárceles y mazmorras
cerca de su palacio, y los tenía aherrojados y apretados, matándoles de hambre
y afligiéndolos sobremanera. Tenía este rey una hija doncella, llamada Casilda,
muy compasiva y naturalmente piadosa; la cual, sabiendo la desventura y duro cautiverio
en que estaban, y la necesidad y hambre que padecían aquellos pobres cristianos
que allí estaban, movida de su natural compasión, alargaba algunos panes y
otras cosas de comer, y ella misma secretamente se los llevaba para que
tuviesen en aquella miseria algún refrigerio y sustento. No pudo hacer esto
Casilda con tanto secreto que alguna vez no fuese vista y no viniese a noticia
de su padre, el cual concibió grande enojo contra su hija; pero antes de
castigarla quiso averiguar la verdad, y él mismo por sus ojos ver lo que había
oído decir de ella. La acechó un día, y viéndola recogida su falda, fué a ella y
preguntándole con grande enojo qué llevaba, ella respondió que llevaba rosas y flores. El padre quiso que lo descubriese; y Casilda descubrió la
falda, y el padre halló ser verdad lo que su hija le había dicho; porque con un
raro milagro el Señor había convertido en flores y rosas la comida que ella
llevaba a los cristianos presos.
De esta manera pagó nuestro Señor a la piadosa doncella la buena obra que hacía a los cristianos, y por aquella misericordia y benignidad natural la alumbró, como suele, y la trajo al conocimiento de la verdad; tanto importa y tanto agradece el Señor lo que se hace por sus pobres y cualquiera misericordia que usamos con los miserables; porque yendo después con lo que llevaba a la cárcel y repartiéndolo a los presos, ellos experimentaron que era pan y carne, aunque el rey moro juzgó que eran rosas y flores; dieron gracias a nuestro Señor por aquella merced que les había hecho a ellos en darles sustento, y a Casilda en librarla de la saña de su padre por medio de este milagro; pero ella se las dio mayores por haberla librado de su ceguedad y dándole conocimiento de su unigénito Hijo Jesucristo.
Deseó luego bautizarse; mas no lo pudo poner por obra, porque su padre no se lo
estorbase; pero Dios, que ya la había escogido, como rosa entre las espinas, y
la quería hacer esposa suya, le dio una enfermedad de flujo de sangre tan recia
que todos los médicos juzgaban ser incurable. Fué avisada, o por revelación de
Dios, u otra manera, que se bañase en el lago de San Vicente (que está en
tierra de Briviesca) y que así sanaría. Dio cuenta a su padre suplicándole que
la enviase a aquel lugar si la quería viva y sana. El padre, como era moro, no
gustaba de enviarla, por ser aquélla tierra de cristianos; pero finalmente el
amor de padre y la instancia que le hizo Casilda, le venció. La envió bien acompañada
de criados, y de un presente de muchos cautivos cristianos que hizo libres, al
rey D. Fernando, el primero de este nombre, que a la sazón reinaba, rogándole que
la hiciese curar; el rey la recibió muy bien y con mucha honra, y Casilda se
bañó en el lago y sanó; viéndose sana, se bautizó y
después hizo una ermita y un aposento junto a aquel lago, en que pasó todo lo
demás de su vida santamente, y murió como vivió, y Dios hizo por su intercesión
muchos milagros por los cuales ella quedó esclarecida, y la gente con mucha devoción;
y la santa Iglesia la pone en el número de los santos que reinan con Cristo en
el cielo, y en algunas iglesias de España se le hace fiesta. Fué su
muerte en 9 de abril, año del Señor 1407.
Esto es en suma lo que se halla de la vida
de santa Casilda en diversos breviarios antiguos, y cronistas de
España.
(P. Ribadeneira.)
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