—La conmemoración (si
este día fuere domingo de la octava de la Natividad, se dice: La fiesta) del santísimo nombre de la bienaventurada Virgen María,
que el papa Inocencio XI mandó celebrar lodos los años en el domingo de la
infraoctava de la misma Virgen María, por la esclarecida victoria que por su
intercesión consiguieron los Cristianos contra los turcos que tenían sitiada la
ciudad de Viena en Austria, haciéndoles levantar el sitio.
—El tránsito de los
santos mártires Hierónides, Leoncio, Serapión, Selesio, Valeriano y Estratón,
en Alejandría; los cuales por la confesión del nombre
de Jesucristo fueron sumergidos en el mar imperando Maximino.
—San Autónomo, obispo y
mártir, en Bitinia; el cual, huyendo de la persecución de
Diocleciano, como convirtiese allí muchos a la fe, enfurecidos los gentiles
contra él, lo mataron en el mismo altar cuando estaba diciendo misa, quedando
hecho hostia de Jesucristo.
—El martirio de los
santos Macedonio, Teodulo y Taciano, en Meri de Frigia;
los cuales, en tiempo de Juliano el Apóstata, y por orden del presidente
Almaquio, después de padecer otros tormentos, tendidos sobre unas parrillas en
las ascuas, consumaron el martirio lleno de regocijo.
—San Curonóto, obispo, en
Iconio en Licaonia; el cual siendo degollado en tiempo del
presidente Perennio, alcanzó la palma del martirio.
—San Juvencio, obispo, en
Pavía, del cual se hace mención el día 8 de febrero.
Este fue enviado a aquella ciudad por san Hermágoras, discípulo del evangelista
san Marcos, juntamente con san Siró de quien se hace mención el 9 de Diciembre,
y ambos predicando allí el Evangelio, y resplandeciendo en eminentes virtudes y
milagros, ilustraron con sus obras sobrenaturales aquella ciudad y las
inmediatas, y gozando ambos de la alteza del obispado, descansaron en paz.
—La dichosa muerte de san
Sacerdote, obispo, en Lyon.
—San Silvano, obispo, en
Verona.
—San Guidón, confesor, en
Anderlecht.
—Y en otras partes se hace la fiesta y
la conmemoración de otros muchos santos Mártires, Confesores y santas Vírgenes.
Alabado y glorificado sea Dios eternamente.
AÑO CRISTIANO
POR EL P. J. CROISSET, de la Compañía
de Jesús. (1864).
Traducido del francés. Por el P. J. F.
de ISLA, de la misma Compañía.
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