Las Grandes Antífonas de
Adviento (o Antífonas de la O) son
una serie de siete antífonas que son cantadas o recitadas antes y después del Magníficat de las Vísperas del Divino Oficio tradicional siete días antes de la Vigilia de Navidad (17 a 23 de Diciembre). Su nombre deriva de la interjección
latina para invocar, “O” (en castellano “Oh”), con la cual comienzan. No hay otra
fiesta que se anteceda de una forma similar. La espera por la venida del Mesías, que
es la principal característica del Adviento, es vista muy poéticamente en estas
Antífonas de la O. La melodía con la cual son cantadas (el modo
segundo o tristis) expresa
admirablemente el intenso deseo con que los Patriarcas, los Profetas, el pueblo
hebreo,
y ahora los gentiles, esperan la presencia de Dios en el Mesías,
Jesucristo, quien es invocado cada día por un atributo distinto (Traducción
tomada del Breviario Romano, edición de Dom Alfonso María de Gubianas y
Santandréu OSB, vol. I, Editorial Litúrgica Española S.A., Barcelona 1936,
págs. 271-272).
17 de Diciembre: O Sapiéntia, *quæ ex ore Altíssimi prodiísti, attíngens a fine
usque ad finem, fórtiter suavitérque dispónens ómnia: veni ad docéndum nos viam
prudéntiæ (Oh Sabiduría, * que
salisteis de los labios del Altísimo, extendiéndoos del uno al otro confín y
disponiéndolo todo con firmeza y suavidad: venid y mostradnos el camino de la
prudencia).
18 de Diciembre: O Adonái * et Dux domus
Israël, qui Móysi in igne flammæ rubi apparúisti, et ei in Sina legem dedísti:
veni ad rediméndum nos in brácchio exténto. (Oh Adonaí * y caudillo de
la casa de Israel, que aparecisteis a Moisés en medio de las llamas de la
zarza, y le disteis vuestra ley en el Sinaí: venid a librarnos con el poder de
vuestro brazo).
19 de Diciembre: O radix Jesse, * qui stas
in signum populórum, super quem continébunt reges os suum, quem gentes
deprecabúntur: veni ad liberándum nos, jam noli tardáre. (Oh raíz de Jesé, * que
aparecéis como estandarte de los pueblos, ante quien los reyes enmudecen y cuyo
auxilio imploran las naciones: venid a librarnos, no tardéis más).
20 de Diciembre: O Clavis David, * et
sceptrum domus Ísraël; qui áperis, et nemo cláudit; cláudis, et nemo áperit:
veni, et educ vinctum de domo cárceris, sedéntem in tenébris, et umbra mortis. (Oh llave de David, * y
cetro de la casa de Israel, que abrís y nadie puede cerrar, que cerráis y nadie
puede abrir: venid y librad de la cárcel al cautivo que yace en las tinieblas y
en la sombra de la muerte).
21 de Diciembre: O Óriens, * splendor
lucis ætérnæ, et sol justítiæ: veni, et illúmina sedéntes in tenébris, et umbra
mortis. (Oh Oriente, * resplandor de la luz eterna y sol de justicia:
venid e iluminad a los que yacen en las tinieblas y en la sombra de la muerte).
22 de Diciembre: O Rex géntium, * et
desiderátus eárum, lapísque anguláris, qui facis útraque unum: veni, et salva
hóminem, quem de limo formásti.
(Oh Rey de las naciones*
y objeto de sus deseos, piedra angular que hacéis de dos pueblos uno: venid y
salvad al hombre que del barro de la tierra formasteis).
23 de Diciembre: O Emmánuel, * Rex et
légifer noster, exspectátio géntium, et Salvátor eárum: veni ad salvándum nos,
Dómine, Deus noster. (Oh Emmanuel, * Rey y
legislador nuestro, esperanza y Salvador de todas las naciones: venid a
salvarnos, Señor Dios nuestro).
De estas siete
antífonas, que debieron existir antes del siglo
V (puesto que
en tiempos de San Severino Boecio eran ya de uso habitual, a juzgar por la
mención que hace de ellas en su obra De
consolatióne Philosophíæ) y
en el siglo VIII entraron en la
Liturgia Romana,
dice el Beato Santiago de la Vorágine OP,
Arzobispo de Génova,
en su Leyenda Áurea:
«Antes
de la venida de Dios en la carne, éramos ignorantes, sujetos al castigo eterno,
esclavos del diablo, encadenados a nuestros hábitos pecaminosos, perdidos en la
oscuridad, y exiliados de nuestra verdadera patria. Por tanto, las antiguas
antífonas anuncian a Jesús como nuestro Maestro, nuestro Redentor, nuestro
Libertador, nuestro Guía, nuestro Iluminador y nuestro Salvador».
Y las iniciales de cada atributo (Sapiéntia, Adonái, Radix, Clavis, Óriens, Rex, Emmánuel), dispuestas inversamente, dan la frase
latina «ERO CRAS» (Vendré
mañana), aludiendo
a la respuesta que desde la Eternidad el Verbo de
Dios daba a quienes lo esperaban durante milenios.
Una particularidad en Inglaterra
era que las
Antífonas
comenzaban el 16 de Diciembre (para lo cual se anticipaban las antífonas), y el
día 23 se recitaba esta:
O
Virgo vírginum, * quómodo fiet istud?: quia nec primam símilem visa es nec
habére sequéntem. Fíliæ Jerúsalem, quid me admirámini? Divínum est mystérium
hoc, quod cérnitis. (Oh Virgen de vírgenes, * ¿cómo será esto?, porque nunca antes
se vio semejante a ti, ni la habrá después. Hijas de Jerusalén, ¿por qué os
admiráis de mí, si esto que veis, misterio divino es?).
Este uso proviene de los canónigos
Premostratenses o Norbertinos (que tuvieron gran presencia en Inglaterra
antes de la Revolución Protestante).
La antífona como tal es conservada en el
Divino Oficio tradicional para las Vísperas de la Expectación del Parto de
Santa María (18 de Diciembre) —fiesta
establecida en España luego que se adoptara el Rito Romano, donde la
Anunciación es celebrada el 25 de Marzo y no el 18 de Diciembre, como se
ordenaba por el canon 1º del X Concilio de Toledo—; y como la Antífona octava
de las 19 que se cantan en la procesión de la Purificación de Nuestra Señora en
la Liturgia Ambrosiana.
Todas ocho están presentes en muchos
manuscritos latinos u occidentales, según el musicólogo dom René-Jean Hesbert
OSB, que en su obra Corpus
Antiphonálium Offícii (Herder,
1963-1979)
recoge otras Antífonas de la O de
manuscritos germánicos u orientales (posteriores al siglo IX), y de uso local, según informara su
correligionario Dom Prósper Guéranger en el primer
volumen de su monumental obra El Año Litúrgico:
18 de Diciembre: O mundi Dómina, régio ex
sémine orta, ex tuo jam Christus procéssit alvo tamquam sponsus de thálamo; hic
jacet in præsépio qui et sídera regit.
(Oh Señora del mundo, *
nacida de regia estirpe, ahora Cristo ha salido de tu seno como el esposo de su
tálamo: ahora yace en un establo quien rige los Cielos).
20 de Diciembre (y en la Anunciación): O Gábriel, * núntius cœlórum, qui jánuis cláusis ad me intrásti,
et Verbum nuntiásti: Concípies et páries, Emmánuel vocábitur. (Oh Gabriel, * mensajero
de los Cielos, que te presentaste ante mí con las puertas cerradas y anunciaste
al Verbo: Concebirás y darás a luz, y le llamarás Emmanuel).
21 de Diciembre: O Thoma Didýme! * qui
Christum meruísti cernére; te précibus rogámus altísonis, succúrre nobis
míseris; no damnémur cum ímpiis, in advéntu Júdicis. (¡Oh Tomás el Mellizo!,*
que mereciste ver a Cristo, te suplicamos por tus más fervientes ruegos, nos
socorras a nosotros miserables, para que no seamos condenados con los impíos en
el adviento del Juez).
22 de Diciembre: O Rex pacífice, * tu ante
saecula nate, per áuream egrédere portam: redémptos tuos visíta, et eos illuc
revóca unde rúerunt per culpam.
(Oh Rey pacífico, *
nacido antes de los siglos, que salisteis por la Puerta dorada: visitad a
vuestros redimidos, y llamadlos nuevamente allí de donde por la culpa fueron
expulsados).
23 de Diciembre (en algunos Monasterios de Francia): O Jerúsalem, * cívitas
Dei summi: leva in circúitu óculos tuos, et vide Dóminum tuum, quia jam véniet
sólvere te a vínculis. (Oh Jerusalén, * ciudad del Dios altísimo: levanta tus ojos y
mira a tu Señor, que ya viene a liberarte de las cadenas).
23 de Diciembre (en Lieja): O summe Ártifex, * pólique Rector síderum altíssime, ad hómines
descénde, sedéntes in tenébris et umbra mortis. (Oh Artífice sumo, * y altísimo
Director de los polos celestes, descended hacia los hombres, sentados en las
tinieblas y sombra de muerte).
O cœlórum Dómine, * qui cum Patre sempitérnus
es una cum Sancto Spíritu, áudi tuos fámulos, veni ad salvándum nos, jam noli
tardáre. (Oh Señor de los cielos, * que sois uno con el Padre sempiterno
y el Espíritu Santo, escuchad a nuestros siervos, venid a salvarnos, no tardéis
más).
Y en el Breviario de París de 1736, se agregan dos antífonas más,
trasladando las cinco primeras antífonas latinas a partir del 15, y las dos
últimas al 21 y 22 respectivamente:
20 de Diciembre: O Sancte Sanctórum, * spéculum sine mácula Dei
majestátis, et Imágo bonitátis illíus: veni ut deleátur iníquitas, et addúcatur
justítia sempitérna. (Oh Santo de los Santos, * espejo sin mancha de la majestad de
Dios e Imagen de su bondad: venid para borrar la iniquidad, y conducir a la
justicia sempiterna).
23 de Diciembre: O Pastor Ísraël,* et dominator in domo David,
cujus egréssus ab inítio, a díebus æternitátis; veni ut pascas pópulum tuum in
fortitúdine, et regnes in justítia et judício. (Oh Pastor de Israel, * y dominador de la casa de David, que
nacisteis desde el inicio para apacentar a vuestro pueblo en fortaleza, y
reinad en justicia y juicio).
De varias de estas Antífonas
toman origen algunos de los Gozos de la Novena de Navidad tradicional.
Como dato anecdótico, cabe resaltar que el
23 de Diciembre de 1869,
los canónigos de la Basílica de San Pedro pidieron al Papa
dispensa para remplazar
la antífona «O Emmánuel» del día por otro texto, por temor a
ser mal interpretados como deseando la entrada del rey Víctor
Manuel II de Saboya (cuyas
tropas tenían a Roma en la mira).
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