viernes, 18 de diciembre de 2020

ANTÍFONAS DE LA O.


 

Las Grandes Antífonas de Adviento (o Antífonas de la O) son una serie de siete antífonas que son cantadas o recitadas antes y después del Magníficat de las Vísperas del Divino Oficio tradicional siete días antes de la Vigilia de Navidad (17 a 23 de Diciembre). Su nombre deriva de la interjección latina para invocar, “O” (en castellano “Oh”), con la cual comienzan. No hay otra fiesta que se anteceda de una forma similar. La espera por la venida del Mesías, que es la principal característica del Adviento, es vista muy poéticamente en estas Antífonas de la O. La melodía con la cual son cantadas (el modo segundo o tristis) expresa admirablemente el intenso deseo con que los Patriarcas, los Profetas, el pueblo hebreo, y ahora los gentiles, esperan la presencia de Dios en el Mesías, Jesucristo, quien es invocado cada día por un atributo distinto (Traducción tomada del Breviario Romano, edición de Dom Alfonso María de Gubianas y Santandréu OSB, vol. I, Editorial Litúrgica Española S.A., Barcelona 1936, págs. 271-272).

 




 17 de Diciembre: O Sapiéntia, *quæ ex ore Altíssimi prodiísti, attíngens a fine usque ad finem, fórtiter suavitérque dispónens ómnia: veni ad docéndum nos viam prudéntiæ (Oh Sabiduría, * que salisteis de los labios del Altísimo, extendiéndoos del uno al otro confín y disponiéndolo todo con firmeza y suavidad: venid y mostradnos el camino de la prudencia).

 

 

18 de Diciembre: O Adonái * et Dux domus Israël, qui Móysi in igne flammæ rubi apparúisti, et ei in Sina legem dedísti: veni ad rediméndum nos in brácchio exténto. (Oh Adonaí * y caudillo de la casa de Israel, que aparecisteis a Moisés en medio de las llamas de la zarza, y le disteis vuestra ley en el Sinaí: venid a librarnos con el poder de vuestro brazo).

 

 

19 de Diciembre: O radix Jesse, * qui stas in signum populórum, super quem continébunt reges os suum, quem gentes deprecabúntur: veni ad liberándum nos, jam noli tardáre. (Oh raíz de Jesé, * que aparecéis como estandarte de los pueblos, ante quien los reyes enmudecen y cuyo auxilio imploran las naciones: venid a librarnos, no tardéis más).

 

 

20 de Diciembre: O Clavis David, * et sceptrum domus Ísraël; qui áperis, et nemo cláudit; cláudis, et nemo áperit: veni, et educ vinctum de domo cárceris, sedéntem in tenébris, et umbra mortis. (Oh llave de David, * y cetro de la casa de Israel, que abrís y nadie puede cerrar, que cerráis y nadie puede abrir: venid y librad de la cárcel al cautivo que yace en las tinieblas y en la sombra de la muerte).

 

 

21 de Diciembre: O Óriens, * splendor lucis ætérnæ, et sol justítiæ: veni, et illúmina sedéntes in tenébris, et umbra mortis. (Oh Oriente, * resplandor de la luz eterna y sol de justicia: venid e iluminad a los que yacen en las tinieblas y en la sombra de la muerte).

 

 

22 de Diciembre: O Rex géntium, * et desiderátus eárum, lapísque anguláris, qui facis útraque unum: veni, et salva hóminem, quem de limo formásti. (Oh Rey de las naciones* y objeto de sus deseos, piedra angular que hacéis de dos pueblos uno: venid y salvad al hombre que del barro de la tierra formasteis).

 

 

23 de Diciembre: O Emmánuel, * Rex et légifer noster, exspectátio géntium, et Salvátor eárum: veni ad salvándum nos, Dómine, Deus noster. (Oh Emmanuel, * Rey y legislador nuestro, esperanza y Salvador de todas las naciones: venid a salvarnos, Señor Dios nuestro).

 

 




   De estas siete antífonas, que debieron existir antes del siglo V (puesto que en tiempos de San Severino Boecio eran ya de uso habitual, a juzgar por la mención que hace de ellas en su obra De consolatióne Philosophíæ) y en el siglo VIII entraron en la Liturgia Romana, dice el Beato Santiago de la Vorágine OP, Arzobispo de Génova, en su Leyenda Áurea:

 

    «Antes de la venida de Dios en la carne, éramos ignorantes, sujetos al castigo eterno, esclavos del diablo, encadenados a nuestros hábitos pecaminosos, perdidos en la oscuridad, y exiliados de nuestra verdadera patria. Por tanto, las antiguas antífonas anuncian a Jesús como nuestro Maestro, nuestro Redentor, nuestro Libertador, nuestro Guía, nuestro Iluminador y nuestro Salvador».

 

 

   Y las iniciales de cada atributo (Sapiéntia, Adonái, Radix, Clavis, Óriens, Rex, Emmánuel), dispuestas inversamente, dan la frase latina «ERO CRAS» (Vendré mañana), aludiendo a la respuesta que desde la Eternidad el Verbo de Dios daba a quienes lo esperaban durante milenios.

 

   Una particularidad en Inglaterra era que las Antífonas comenzaban el 16 de Diciembre (para lo cual se anticipaban las antífonas), y el día 23 se recitaba esta:

 

   O Virgo vírginum, * quómodo fiet istud?: quia nec primam símilem visa es nec habére sequéntem. Fíliæ Jerúsalem, quid me admirámini? Divínum est mystérium hoc, quod cérnitis. (Oh Virgen de vírgenes, * ¿cómo será esto?, porque nunca antes se vio semejante a ti, ni la habrá después. Hijas de Jerusalén, ¿por qué os admiráis de mí, si esto que veis, misterio divino es?).

 

 

   Este uso proviene de los canónigos Premostratenses o Norbertinos (que tuvieron gran presencia en Inglaterra antes de la Revolución Protestante). La antífona como tal es conservada en el Divino Oficio tradicional para las Vísperas de la Expectación del Parto de Santa María (18 de Diciembre) —fiesta establecida en España luego que se adoptara el Rito Romano, donde la Anunciación es celebrada el 25 de Marzo y no el 18 de Diciembre, como se ordenaba por el canon 1º del X Concilio de Toledo—; y como la Antífona octava de las 19 que se cantan en la procesión de la Purificación de Nuestra Señora en la Liturgia Ambrosiana.

 

   Todas ocho están presentes en muchos manuscritos latinos u occidentales, según el musicólogo dom René-Jean Hesbert OSB, que en su obra Corpus Antiphonálium Offícii (Herder, 1963-1979) recoge otras Antífonas de la O de manuscritos germánicos u orientales (posteriores al siglo IX), y de uso local, según informara su correligionario Dom Prósper Guéranger en el primer volumen de su monumental obra El Año Litúrgico:

 

18 de Diciembre: O mundi Dómina, régio ex sémine orta, ex tuo jam Christus procéssit alvo tamquam sponsus de thálamo; hic jacet in præsépio qui et sídera regit. (Oh Señora del mundo, * nacida de regia estirpe, ahora Cristo ha salido de tu seno como el esposo de su tálamo: ahora yace en un establo quien rige los Cielos).

 

 

20 de Diciembre (y en la Anunciación): O Gábriel, * núntius cœlórum, qui jánuis cláusis ad me intrásti, et Verbum nuntiásti: Concípies et páries, Emmánuel vocábitur. (Oh Gabriel, * mensajero de los Cielos, que te presentaste ante mí con las puertas cerradas y anunciaste al Verbo: Concebirás y darás a luz, y le llamarás Emmanuel).

 

 

21 de Diciembre: O Thoma Didýme! * qui Christum meruísti cernére; te précibus rogámus altísonis, succúrre nobis míseris; no damnémur cum ímpiis, in advéntu Júdicis. (¡Oh Tomás el Mellizo!,* que mereciste ver a Cristo, te suplicamos por tus más fervientes ruegos, nos socorras a nosotros miserables, para que no seamos condenados con los impíos en el adviento del Juez).

 

 

22 de Diciembre: O Rex pacífice, * tu ante saecula nate, per áuream egrédere portam: redémptos tuos visíta, et eos illuc revóca unde rúerunt per culpam. (Oh Rey pacífico, * nacido antes de los siglos, que salisteis por la Puerta dorada: visitad a vuestros redimidos, y llamadlos nuevamente allí de donde por la culpa fueron expulsados).

 

23 de Diciembre (en algunos Monasterios de Francia): O Jerúsalem, * cívitas Dei summi: leva in circúitu óculos tuos, et vide Dóminum tuum, quia jam véniet sólvere te a vínculis. (Oh Jerusalén, * ciudad del Dios altísimo: levanta tus ojos y mira a tu Señor, que ya viene a liberarte de las cadenas).

 

 

23 de Diciembre (en Lieja): O summe Ártifex, * pólique Rector síderum altíssime, ad hómines descénde, sedéntes in tenébris et umbra mortis. (Oh Artífice sumo, * y altísimo Director de los polos celestes, descended hacia los hombres, sentados en las tinieblas y sombra de muerte).

 

 

   O cœlórum Dómine, * qui cum Patre sempitérnus es una cum Sancto Spíritu, áudi tuos fámulos, veni ad salvándum nos, jam noli tardáre. (Oh Señor de los cielos, * que sois uno con el Padre sempiterno y el Espíritu Santo, escuchad a nuestros siervos, venid a salvarnos, no tardéis más).

 





   Y en el Breviario de París de 1736, se agregan dos antífonas más, trasladando las cinco primeras antífonas latinas a partir del 15, y las dos últimas al 21 y 22 respectivamente:

 

 

20 de Diciembre: O Sancte Sanctórum, * spéculum sine mácula Dei majestátis, et Imágo bonitátis illíus: veni ut deleátur iníquitas, et addúcatur justítia sempitérna. (Oh Santo de los Santos, * espejo sin mancha de la majestad de Dios e Imagen de su bondad: venid para borrar la iniquidad, y conducir a la justicia sempiterna).

 

 

23 de Diciembre: O Pastor Ísraël,* et dominator in domo David, cujus egréssus ab inítio, a díebus æternitátis; veni ut pascas pópulum tuum in fortitúdine, et regnes in justítia et judício. (Oh Pastor de Israel, * y dominador de la casa de David, que nacisteis desde el inicio para apacentar a vuestro pueblo en fortaleza, y reinad en justicia y juicio).

 

 

De varias de estas Antífonas toman origen algunos de los Gozos de la Novena de Navidad tradicional.

 

   Como dato anecdótico, cabe resaltar que el 23 de Diciembre de 1869, los canónigos de la Basílica de San Pedro pidieron al Papa dispensa para remplazar la antífona «O Emmánuel» del día por otro texto, por temor a ser mal interpretados como deseando la entrada del rey Víctor Manuel II de Saboya (cuyas tropas tenían a Roma en la mira).

 

 


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