sábado, 26 de julio de 2025

SANTA ANA, MADRE DE LA VIRGEN MARÍA. —26 de julio.

 


 

 La bienaventurada santa Ana, madre de nuestra Señora santa María, Madre de nuestro Señor Jesucristo, fué natural de Belén, hija de Stolano, y por otro nombre Gaziro, y de Emerencia, y fué mujer de san Joaquín, galileo, de la ciudad de Nazaret. Los dos eran de la tribu de Judá y del real linaje de David. Se ejercitaban continuamente en la guarda de la ley de Dios, en oraciones y santas obras, y particularmente en limosnas, porque dividían la renta que cada año cobraban de su hacienda en tres partes, de las cuales las unas gastaban en su casa y familia, la otra en el templo y con sus ministros, y la tercera daban a los pobres.



   Vivían muy afligidos estos santos casados por haberlo sido veinte años sin tener fruto de bendición, por lo cual andaban como avergonzados y corridos, y apartados del trato y conversación de los otros hombres de su calidad, hasta que un día apareció un ángel a san Joaquín y le dijo que Ana su mujer pariría una hija, a quien pondrían por nombre María, la cual sería llenado Espíritu Santo, y más ilustre y dichosa que Sara, Rebeca, Raquel y todas las otras excelentes mujeres que ha habido en el mundo; y como el ángel lo dijo, así se cumplió.

 


   Concibió Ana de su marido Joaquín y parió a la serenísima Reina de los ángeles, nuestra Señora, la virgen María. No tenemos otras cosas ciertas y averiguadas de la vida y muerte de santa Ana. Algunos dicen que murió después de haber nacido Jesucristo, nuestro Redentor, en 26 de julio, imperando Octaviano.




   Lo que podemos afirmar seguramente es que tiene eminentísimo lugar en el cielo. Pues, así como la mayor alabanza que se puede dar a nuestra Señora es llamarla Madre de Dios, porque en este apellidó se encierran todos los privilegios, gracias y preeminencias que competen a tal Madre, así la mayor loa que se puede dar a santa Ana es llamarla madre de la Madre de Dios, y abuela de Jesucristo; del cual no hay duda sino que fué muy regalada y favorecida, y enriquecida de todas las virtudes que convenía tuviese la que se podía tener por tal, y a boca llena llamarse abuela del Hijo de Dios. Y si el agua es tanto más pura cuanto se coge más cerca de su fuente, ¿qué debemos nosotros creer de la grandeza, excelencia y pureza de esta gloriosa santa, que bebió y se hartó de la misma fuente de todas las-virtudes y gracias, y según la carne le fué más conjunta persona que ninguna otra criatura después de su bendita hija y Madre del mismo Dios?

 

   Escribieron de santa Ana san Epifanio, Hæresi, 68; san Juan Damasceno, lib. IV, cap. 15. También anda entre las epístolas de san Jerónimo una, que es la 101, en que se trata de santa Ana y del nacimiento de nuestra Señora, y el Martirologio romano y los demás hacen mención de santa Ana. El papa Gregorio XII, el año 1584, que fué el duodécimo de su pontificado, en el primer día de mayo mandó que se celebrase por toda la Iglesia católica la fiesta de santa Ana, con solemnidad de fiesta doble, a los 26 de julio, que es el día de su fiesta. (P. Ribadeneira.)

 


LA

LEYENDA DE ORO (1897)

jueves, 24 de julio de 2025

BEATO ANTONIO TORRIANI DE LA TORRRE, Médico y Sacerdote Agustino — 24 de julio.

 



Nació en Milán (Italia) hacia el año 1424 de la noble familia de los Torriani o Della Torre. Después de haber estudiado medicina en la universidad de Pavía, ejerció como médico en Milán.

Sostenía que la enfermedad era producto del pecado, porque, así como el pecado original era el origen de la enfermedad del hombre, así los pecados actuales contribuían a las enfermedades. Por esto, antes de iniciar una cura, al paciente le obligaba para que hiciera una confesión general con el fin de que paciente estuviera en estado de gracia y por tanto de serenidad, condición indispensable para obtener buenos efectos terapéuticos.

 

Para poder ejercitar mejor su medicina se hizo presbítero de la Orden de Ermitaños de San Agustín, en el convento de San Marcos, dedicándose a curar a los pobres.

Temiendo que la estima y admiración de que le iban rodeando pudieran dañar a su espíritu, con el permiso de los superiores se retiró al convento de San Nicolás de Foligno, donde tuvo una visión de la Virgen María, de la que era devotísimo. Desde allí poco más tarde visitó la santa casa de Loreto. De la ciudad umbra de Spoleto, hacia el 1454, pasó a Roma, y después de visitar las tumbas de los Apóstoles partió en pía peregrinación a Santiago de Compostela. Estos desplazamientos contribuyeron a difundir su fama de santidad, sobre todo por la caridad hacia los enfermos y achacosos, a cuyo servicio ponía con generosidad sus conocimientos médicos.

 


Famoso no sólo por los milagros que obraba sino también por su predicación ardiente y eficaz, en 1474 fue enviado a LAquila para aplacar las discordias que laceraban la ciudad. Fue precisamente allí donde se manifestaron mayormente sus virtudes: heroica penitencia, caridad con los apestados, humildad y celo incansable, oración asidua y observancia rigurosa de la regla.

 

Durante dieciocho años dirigió como maestro de espíritu el monasterio de las agustinas de Santa Lucía de LAquila, consiguiendo hacer florecer una ejemplar observancia regular. Fundó también las manteladas o beatas de San Agustín, con sede en la iglesia homónima, siempre en LAquila, piadosa y benemérita asociación que perduraría hasta el 1809.

 


Disfrutó del don de profecía y de los éxtasis. Al morir el 24 de julio de 1494, fue sepultado en la iglesia de S. Agustín, de donde en 1808 pasó a la de Collemaggio, y en 1838 a la de S. Bernardo. Muy pronto gozó de gran veneración, y su fiesta, celebrada en el aniversario del fallecimiento, contó con misa, himnos y antífonas propias. Su culto fue confirmado el 1 de julio de 1759 por S.S. Clemente XIII, y en 1770 fue dado como protector a la nueva provincia agustiniana L’ Aquila.

 

Desde 1987 el cuerpo del Beato, venerado junto al de la Beata Cristina, se encuentra en la iglesia del monasterio de las agustinas de San Amico de LAquila.


viernes, 18 de julio de 2025

SAN CAMILO DE LELIS, fundador. (+ 1614). — 18 de julio.

 




   El ángel consolador de los enfermos y moribundos, san Camilo de Lelis, nació de padres ilustres por la nobleza de su sangre, en la villa de Voquíanico, en el arzobispado de Chieti del reino de Nápoles.

   Cuando su madre Camila dio a luz a nuestro santo, era ya de edad de sesenta años y tuvo un sueño misterioso, en que vio a su hijo con una cruz en el pecho, acompañado de otros muchos niños que llevaban también en el pecho unas cruces semejantes.

   Siguió Camilo, como su padre, los ejercicios de las armas, sirviendo en los ejércitos de Venecia y de España, y llevando una vida no menos trabajosa que licenciosa.

   Mas habiendo oído los santos consejos de un religioso capuchino, el día de la Purificación de Nuestra Señora, se sintió tocado de Dios de manera que saltando del caballo en que iba camino de Manfredonia, se hincó de rodillas sobre una piedra y empezó a deshacerse en llanto copiosísimo pidiendo a Dios perdón de sus pecados, y proponiendo hacer asperísima penitencia.

   Con este ánimo, se llegó al padre guardián de los capuchinos de Manfredonia, rogándole que le diese el santo hábito; mas no pudo llevarlo sino algunos meses, porque batiéndole de continuo en la corva del pie, le abría una llaga antigua que en él tenía, la cual no se le cerró en toda la vida.



  Pasó entonces a Roma, y se consagró enteramente al servicio de los enfermos en el hospital llamado de Incurables, donde echó los cimientos de su gran santidad, ayudado por los avisos del padre san Felipe Neri, que era su confesor.

   Le dolía mucho de ver cuánto padecían los enfermos por el descuido de los enfermeros asalariados; y pensó en instituir una congregación de enfermeros religiosos que sirviesen en los hospitales por solo amor de Jesucristo, y encomendando esta obra al Señor, vio cómo Jesús, desclavando las manos de la cruz, le dijo:

   «Lleva adelante tu empresa, que yo te ayudaré».






   En esa sazón consideró Camilo que siendo seglar como era, no podría ayudar como deseaba a las almas de los enfermos, y así empezó a estudiar la gramática, no avergonzándose de aparecer en medio de los niños, siendo de edad de treinta y dos años, y con grande aplicación prosiguió sus estudios hasta ordenarse de sacerdote.

   Fundó después su nueva orden, en la cual se obligaban los religiosos con un cuarto voto, a asistir a cualesquiera enfermos de pestilencia: y en efecto, en una peste que hizo grande estrago en Roma, ejercitaron su heroica caridad con los apestados, entrando a veces con escalas en sus casas, por estar enfermos todos los que en ellas moraban, y no haber quien pudiese abrirles la puerta.





   Son indecibles las proezas de caridad que hizo en los numerosos hospitales que fundó en toda Italia; hasta que habiendo renunciado el generalato de su Orden y vuelto a servir en el Hospital del Espíritu Santo que había en Roma, dijo:





   «Aquí será mi descanso»; y en efecto, a los sesenta y cinco años de su edad, descansó en el Señor y recibió la corona de sus grandes trabajos y merecimientos.


   Reflexión¿Qué te parece, cristiano lector?

   Si hubieses de parar como pobre enfermo en un hospital, ¿no preferirías la dulcísima caridad de san Camilo y de sus hijos religiosos, al servicio negligente, frío y puramente interesado de ciertos hospitales secularizados?




  Espanta lo que cobran los enfermeros laicos, y hace derramar lágrimas la inhumanidad que usan con los pobres enfermos, haciendo de su oficio de caridad un vilísimo negocio.





   OraciónOh Dios, que adornaste a san Camilo de una singular caridad para socorrer a los que luchan en la última agonía, infunde en nosotros el espíritu de tu amor, para que en la hora de nuestra muerte merezcamos vencer al común enemigo, y alcanzar la corona celestial. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.



FLOS SANCTORVM
DE LA FAMILIA CRISTIANA.