jueves, 27 de febrero de 2025

MARTIROLOGIO ROMANO: DÍA 27 DE FEBRERO.

 








—En Roma, la fiesta de los santos mártires Alejandro, Abundio, Antigono y Fortunato.






—En Alejandría, el martirio de san Julián, el cual estando tan atacado de la gota que ni podía andar ni tenerse en pie, fué llevado en una silla ante el juez por dos criados, al mismo tiempo que se presentaban ellos; pero el uno renunció la fe, y el otro, llamado Euno, perseveró con Julián en confesar a Jesucristo; ambos fueron montados sobre camellos y paseados por toda la ciudad; en fin, despedazados a azotes, fueron quemados en una grande hoguera a la vista del pueblo.





—Allí mismo, san Besas, soldado, que, esforzándose a reprimir los insultos de los que se burlaban de aquellos santos mártires, fué acusado al juez, y habiendo combatido valerosamente por la fe cristiana, fué decapitado.







—En Sevilla en España, la fiesta de san Leandro, obispo de esta ciudad, por cuya predicación e industria, ayudándole Recaredo, rey de los Visigodos, esta nación arriana se convirtió a la fe católica.







—En Constantinopla, los santos confesores Basilio y Procopio, los cuales defendieron animosamente en tiempo del emperador León el cuitó de las santas imágenes.






—En León de Francia, san Baldomero, varón de Dios, cuyo sepulcro es honrado con frecuentes milagros.







 —En Isola, del Abruzo, en Italia, san Gabriel de la Virgen de los Dolores (Francisco) Possenti, acólito, que, renunciando a la vanidad del mundo, todavía adolescente ingresó en la Congregación de la Pasión y en breve tiempo consumó su vida. Murió apaciblemente en la madrugada del 27 de febrero de 1862, en Isola di Gran Sasso en los Abruzos. San Gabriel de la Dolorosa fue canonizado en 1920.











—Y en otras partes se hace la fiesta y la conmemoración de otros muchos santos Mártires, Confesores y santas Vírgenes.




   Alabado y glorificado sea Dios eternamente.




AÑO CRISTIANO
POR EL P. J. CROISSET, de la Compañía de Jesús. (1864).
Traducido del francés. Por el P. J. F. de ISLA, de la misma Compañía.

SAN GABRIEL DE LA DOLOROSA (1862 p.c.)—27 de febrero.

 




   Gabriel era hijo de un distinguido abogado, quien ocupó una serie de cargos importantes por cuenta del gobierno de los Estados de la Iglesia: Sanie Possenti. Tuvo trece hijos, el undécimo de los cuales fue el futuro santo, que nació en 1838 y recibió en el bautismo el nombre de Francisco. Algunos de los hermanos del santo murieron en la niñez. La madre falleció en 1842, cuando Francisco sólo tenía cuatro años. 

   El señor Possenti acababa de ser nombrado principal asesor de Espoleta, donde Francisco recibió casi toda su educación, en el colegio de los jesuitas. A diferencia de tantas otras vidas de aspirantes a la canonización, en las que la leyenda ha introducido una serie de hechos sorprendentes de dudoso gusto, la infancia de Francisco Possenti, como la de Santa Teresa del Niño Jesús, fue perfectamente ordinaria.




   No se cuenta de él que haya tenido visiones a los cuatro años, ni que haya inventado formas extraordinarias de penitencia antes de los ocho. AI contrario, parece que poseía un temperamento vehemente, que no siempre sabía dominar, y que era muy meticuloso en cuestión de vestido y apariencia personal. Leía muchas novelas, era muy alegre e iba con frecuencia al teatro, si bien las piezas que veía no tenían nada de escandaloso.

   Su carácter alegre y su atractivo físico lo hicieron muy popular. Aunque no hay razones para creer que haya perdido la inocencia bautismal, ni quebrantado gravemente la ley de Dios, lo cierto es que durante su vida de religioso, el santo no veía con buenos ojos esa primera parte de su vida. Más tarde escribió a un amigo:

   “Querido Felipe, si realmente amas a tu alma, apártate de las malas compañías y no frecuentes el teatro. Yo sé por experiencia, cuán difícil es salir de él en estado de gracia; por lo menos constituye un grave peligro. Evita las reuniones mundanas y las malas lecturas. Creo, te lo aseguro, que, si hubiese permanecido en el mundo, no habría conseguido la salvación de mi alma.

   -Dime: ¿No crees que yo me divertí bastante? Pues bien, el resultado de todo ello no es más que la amargura y el temor. No te rías de mí, Felipe, porque te estoy hablando con el corazón en la mano. Te ruego que me perdones, sí alguna vez te escandalicé. Y retiro todo el mal que pueda haber dicho de otros delante de ti. Perdóname y pide que Dios me perdone también.” 




   Probablemente el tono de autoacusación de esta carta se debe a la sensibilidad de conciencia que el santo desarrolló durante el noviciado; pero no es imposible que sus años de juventud hayan sido relativamente frívolos, ya que sus amigos le llamaban, sin duda con cierta exageración, "il damerino", es decir, "el enamoradizo". Tal vez San Gabriel no prestó oídos al llamado de Dios la primera vez que Él se dejó oír claramente en su corazón. 

   Antes de terminar sus estudios, que debían abrirle una prometedora carrera en el mundo, cayó gravemente enfermo y prometió entrar en religión, si recobraba la salud; pero al sanar no hizo nada por cumplir su promesa. Un año o dos más tarde, un ataque de laringitis le puso de nuevo a las puertas de la muerte; renovó su promesa y se encomendó a la intercesión del mártir-jesuita Andrés Bobola, que acababa de ser beatificado. Habiendo recobrado milagrosamente la salud, pidió ser admitido en la Compañía de Jesús. Fue aceptado, pero dilató su ingreso, pues tal vez dudaba si Dios le llamaba a una vida de mayor penitencia, y además no tenía sino diecisiete años.

   Por entonces, el cólera le arrebató a su hermana predilecta. Impresionado por la fragilidad de la vida humana, Francisco ingresó en la Congregación de los Pasionistas, con la aprobación de su confesor, que era un jesuita. En el noviciado de Morrovalle, a donde llegó en septiembre de 1856, recibió el nombre de Gabriel de la Dolorosa.

   La vida de Gabriel se convirtió desde entonces en un extraordinario esfuerzo por alcanzar la perfección en las cosas pequeñas. Quienes tuvieron oportunidad de conocerle se sintieron impresionados por su lucidez, su espíritu de oración, su caridad con los pobres, su amor al prójimo, su exacta observancia, su deseo constante de mortificarse más allá de sus fuerzas (sin dejar por ello de someterse al juicio de sus superiores), y su absoluta docilidad en la obediencia.

   Los testimonios de las actas de beatificación son totalmente convincentes. La vida de San Gabriel de la Dolorosa fue de una generosidad sin límites; pero lo más extraordinario es la alegría con que supo consumar el sacrificio. Naturalmente, una vida así tiene pocos detalles pintorescos. Citemos, como ejemplo de la sencillez con que el santo tendió a la perfección, un pasaje de una de sus biografías, pero recordemos que bajo esa aparente sencillez se esconde la enorme fatiga del vencimiento constante de sí mismo: 




   “Su deseo de penitencia era insaciable. Durante mucho tiempo pidió permiso de llevar un áspero cilicio de metal. Sus superiores se lo negaron pero el santo continuó pidiéndolo modestamente.

   Su director le decía: “Quieres a toda costa llevar una pobre cadenilla, cuando lo que realmente necesitas es encadenar tu voluntad. Vete y no me hables más de ellos.”

   El santo se retiraba profundamente mortificado. En otra ocasión, su director le dijo al mismo propósito: “Puesto que tienes tantas ganas de ese cilicio, te doy permiso de que te lo pongas; pero tienes que llevarlo encima del hábito y a la vista de todos, para que todo el mundo sepa cuan mortificado eres.”

   A pesar de la humillación que eso le causaba, Gabriel se puso el cilicio corno su director se lo había indicado; esto hizo reír mucho a sus compañeros, pero Gabriel lo soportó en silencio, sin pedir que le dispensaran de esa mortificación que le ponía en ridículo.”

   Cuando apenas llevaba cuatro años en religión, en el curso de los cuales el hermano Gabriel ya dejaba adivinar el fruto que recogería en las almas al llegar al sacerdocio, aparecieron los primeros síntomas de tuberculosis. Sus superiores se vieron obligados a dispensarle, muy contra la voluntad del santo, de los deberes de la vida comunitaria.

   La paciencia en la debilidad y los sufrimientos corporales y la total sumisión a las restricciones que los superiores le imponían se convirtieron en las principales características del santo. Su ejemplo impresionaba profundamente a todos; pero él evitaba cuidadosamente hacerse notar y poco antes de su muerte, destruyó todos los apuntes espirituales en los que hablaba de las gracias que Dios había derramado sobre él.





   Murió apaciblemente en la madrugada del 27 de febrero de 1862, en Isola di Gran Sasso en los Abruzos. San Gabriel de la Dolorosa fue canonizado en 1920.



VIDAS DE LOS SANTOS
DE BUTLER

martes, 25 de febrero de 2025

SAN TARASIO, obispo de Constantinopla

 





   Nació el santísimo obispo Tarasio en la ciudad de Constantinopla de padres tan ilustres por su nobleza como por su religión y piedad.

   Criaron al niño con gran cuidado y entre otros buenos consejos que le daba la madre, no cesaba de avisarle que huyese de toda mala compañía.

   Por esta causa cuando, terminados sus estudios, resplandeció a los ojos de todos por sus virtudes y talentos, y se vio ensalzado hasta la dignidad de cónsul y de primer consejero del reino, en el imperio de Constantino y de la emperatriz Irene su madre, no se desvaneció con el falso brillo de la gloria del mundo, ni los atractivos de la corte menoscabaron un punto la entereza de su inocencia y de sus laudables costumbres: y así por una maravillosa disposición del cielo, a la cual no pudo resistirse el santo, pasó del palacio del emperador a la cátedra patriarcal de Constantinopla, siendo consagrado obispo el día de la Natividad del Señor, para nacer de nuevo y comenzar desde aquel día una nueva vida.



   Sacó de su palacio todas las alhajas y muebles preciosos; se acostaba el último y se levantaba el primero, y se mostraba padre de todos, siendo los pobres sus hijos más amados y favorecidos.

   Pero a los herejes siempre los aborreció y persiguió como a enemigos de Dios y de la verdad divina, y empleó todas sus fuerzas para domar la sacrílega osadía de los inococlastas que destruían con supersticioso furor las santas imágenes.

   A instancias del santo se congregó el séptimo concilio general, al cual asistió, ocupando en él el primer lugar después de los legados del Papa, y cuando el emperador Constantino V repudió a la emperatriz María, su mujer, para casarse secretamente con su concubina Teodora, el santo patriarca condenó aquel abominable matrimonio, e hizo todo lo que pudo para deshacer aquel escándalo.



   Finalmente, después de haber llevado con admirable fortaleza las increíbles persecuciones que padeció por querer remediar tan grande mal, descansó en la paz del Señor y fue a recibir del Rey del cielo la recompensa de sus virtudes que le negaron los príncipes de la tierra.

   El adúltero monarca, cuya liviandad había causado al santo tan amarga aflicción, y a todos sus pueblos tan grande escándalo, acabó su torpe vida con muerte desastrada en que se echó de ver la poderosa mano del Señor que justamente le hería y tomaba venganza de aquella iniquidad.




Reflexión: El que imagina que en esta vida ha de ser recompensada la virtud y castigada la maldad como merece, yerra torpemente.

   Porque fuera de algunos casos en que nuestro Señor hace resplandecer en este mundo su justicia soberana, ni los buenos ni los malos llevan acá su merecido.

   Si cuando pecamos sintiésemos al punto el azote de Dios, y cuando obramos el bien tuviésemos luego a los ojos el premio, le sirviéramos como esclavos, como niños y como bestias, sólo por el temor del azote y por la golosina de la recompensa.




   No quiere eso nuestro Señor: quiere que le sirvamos con toda libertad, que le amemos como hijos, aun sin temor del castigo ni esperanza del premio: y suficiente conocimiento ha dado a los hombres para comprender que no faltará después la recompensa o castigo, conforme a sus obras y conforme a la ley de la soberana justicia de Dios.



Oración¡Oh Dios omnipotente! concédenos que la venerable solemnidad de tu bienaventurado confesor y pontífice Tarasio, acreciente en nosotros el espíritu de la devoción y la gracia de nuestra eterna salud. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.



FLOS SANCTORUM
DE LA FAMILIA CRISTIANA.


MARTIROLOGIO ROMANO: DÍA 25 DE FEBRERO.

 




—En Egipto, la fiesta de los santos Victorino, Víctor, Nicéforo, Claudiano, Dióscoro, Serapion y Papías, martirizados en tiempo del emperador Numeriano. Los dos primeros, habiendo sufrido con fortaleza en defensa de la fe tormentos crueles y extraordinarios, fueron decapitados; Nicéforo, después de padecer el fuego y las parrillas ardiendo, fué cortado en pedazos; Claudiano y Dióscoro fueron quemados, Serapion y Papías, decapitados. 






—En África, los santos Donato, Justo, Herenas y compañeros, mártires.






—En Roma, la fiesta del santo papa Félix III, bisabuelo de san Gregorio el Magno, de quien refiere este que apareciéndose a su nieta santa Tarsila, la llamó al reino de los cielos.





—En Constantinopla, san Tarasio, obispo, célebre por su erudición y piedad. Tenemos la carta que le escribió el papa Adriano en defensa de las santas imágenes.




—En Nazianzo, san Cesario, hermano de san Gregorio el Teólogo, a quien el mismo san Gregorio afirma haber visto entre los coros de los bienaventurados.





—Y en otras partes se hace la fiesta y la conmemoración de otros muchos santos Mártires, Confesores y santas Vírgenes.



   Alabado y glorificado sea Dios eternamente.





AÑO CRISTIANO
POR EL P. J. CROISSET, de la Compañía de Jesús. (1864).
Traducido del francés. Por el P. J. F. de ISLA, de la misma Compañía.



lunes, 24 de febrero de 2025

MARTIROLOGIO ROMANO: DÍA 24 DE FEBRERO.

 





—En Judea, la fiesta de san Matías, apóstol, el cual fue elegido por suertes, después de la ascensión de nuestro Señor, para llenar el lugar del traidor Judas, y sufrió martirio por la predicación del Evangelio.




—En Roma, santa Primitiva, mártir.






—En Cesaréa de Capadocia, san Sergio, mártir, cuyas maravillosas acciones tenemos por escrito.





—En África los santos Montano, Lucio, Juliano, Victórico, Flaviano y compañeros, discípulos todos de san Cipriano, los cuales padecieron martirio en tiempo del emperador Valeriano.






—En Rúan, san Pretextato, obispo y mártir.




—En Tréveris, san Modesto, obispo y confesor. 





—En Inglaterra, san Ethelberto, rey de Kent, convertido a la fe cristiana por san Agustín, obispo de los ingleses





—En Jerusalén, la primera invención de la cabeza de san Juan Bautista, el precursor del Señor.





—Y en otras partes se hace la fiesta y la conmemoración de otros muchos santos Mártires, Confesores y santas Vírgenes. 


   Alabado y glorificado sea Dios eternamente.





AÑO CRISTIANO
POR EL P. J. CROISSET, de la Compañía de Jesús. (1864).
Traducido del francés. Por el P. J. F. de ISLA, de la misma Compañía.